En Paraná la cuarentena terminó hace rato y las pruebas están a la vista. Para gran parte de la sociedad lo peor de la pandemia ya pasó. Se observan conductas realmente extremas, tanto que se pasó del aislamiento estricto a las salidas en masa, sin filtro. Es evidente el hastío de la gente, justamente cuando se disparó la curva de contagios de Covid-19. Los expertos habían advertido desde el principio que el virus llegaba para quedarse, y hasta que no llegue la vacuna la mejor forma de cuidarse es evitar la interacción social (además del lavado de manos y el uso de tapabocas). Tan simple como complejo, el mensaje del cuidado logró su cometido al principio del confinamiento, pero esa misma eficacia se fue diluyendo por diferentes circunstancias. La desinformación también operó como un mecanismo para contribuir a que parte de la ciudadanía subestime la cuarentena, aunque lo más preocupante es que se está minimizando el virus. Basta echar un vistazo a las redes sociales para darse cuenta que se construyeron falsas visiones sobre el impacto del aislamiento social. Que confinar a la gente era coartar las libertades personales, hasta se llegó a compararlo con una dictadura. Se puede discutir la efectividad de la medida y tener diferencias ideológicas, pero nunca poner en duda la importancia de salvar vidas.
Paraná en vilo por el Covid-19
Paraná está pasando por su peor momento. La declaración de la circulación comunitaria del Covid-19 terminó por confirmar un escenario que era previsible. En mayo la ministra de Salud de Entre Ríos, Sonia Velázquez, había planteado que tanto la capital provincial como Concordia podían llegar a tener transmisión comunitaria. Su fundamento respondía a factores sociales y de distribución poblacional, teniendo en cuenta que se trata de los dos departamentos con mayor cantidad de habitantes.
“Estamos esperando circulación comunitaria por esta flexibilización que se ha hecho de mayor apertura de actividades que implican mayor flujo de población. Eso nos cambiaría muchísimo el mapa de situación. Puede ser que la circulación comunitaria la tengamos en Paraná o en Concordia. La circulación de personas implica una mayor posibilidad de que se propague el virus: observamos que hay personas que no tienen la distancia física óptima o no se cumplen las normas de conducta”, sentenció el 17 de mayo la funcionaria provincial.
A mayor flexiblización de actividades del sistema económico, lo que conlleva un mayor flujo de personas, el virus se puede transmitir con mayor facilidad. Así ocurrió con el primer brote importante en la Cooperativa Farmaceútica del Litoral, cuando el coronavirus se expandió a partir de un caso importado. Valga la aclaración, porque esta empresa, por el servicio esencial que presta, estuvo exceptuada desde el principio de la pandemia.
En aquella entrevista –valga el autobombo de este cronista– Velázquez señalaba la importancia del monitoreo constante de los protocolos sanitarios que se aplicaban en las residencias de adultos mayores y en las unidades penitenciarias. El ingreso del virus a un geriátrico podría cambiar drásticamente el mapa epidemiólogico por la letalidad que tendría entre los usuarios.
Si el coronavirus no ha tenido consecuencias más severas en Paraná, es porque el transporte público de pasajeros ––inactivo hace 40 días– lejos está de compararse con el de otras grandes urbes, como lo pueden ser Córdoba o Rosario. Poder resolver la movilidad diaria de miles personas garantizando la distancia física y otras medidas de cuidado, sería otro dolor de cabeza para los incansables trabajadores de la salud.
También en cierta manera es positivo que nuestra actividad industrial se limite a un puñado de empresas donde, si bien se han registrado casos, con el tiempo de pudieron controlar.
Paraná está en problemas, ls enfermedad está a la vuelta de la esquina y es cuando mayor conciencia se debe tomar, por nosotros, por los que queremos y por esas personas que están en el ocaso de sus vidas, seguramente las más vulnerables a la hora de pelearle mano a mano al maldito coronavirus.