El rugby volvió a estar en las primeras planas en los últimos días. Y no fue precisamente por un resultado histórico como el que consiguieron hace un par de semanas ante los All Blacks, sino por el frío homenaje que le realizaron a Diego Armando Maradona en la revancha ante Nueva Zelanda por el Tres Naciones y a pocas horas del fallecimiento del ídolo. Mucho se dijo sobre esto y seguramente se seguirá hablando, sobre todo después del tardío pedido de disculpas que el seleccionado argentino realizó ayer. Para colmo, en la memoria de todos quedará le ofrenda de la camiseta negra que el mejor equipo del mundo le realizó al Diez, con su capitán Sam Cane al frente antes de realizar el tradicional Haka. Esto opacó cualquier intento de reacción y lo que llegó después fueron solo críticas.
Cuando de ser un ejemplo se trata
Por Mauro Meyer
Resulta en vano intentar a esta altura cualquier defensa sobre ese hecho, más allá de lo que uno piense sobre la figura de Maradona. No me considero un “maradoniano” acérrimo como muchos, aunque sí sostengo que este hombre nacido en Villa Fiorito fue el deportista más emblemático de todos los tiempos. Disfruté su memorable actuación en México 86, gocé con ese pase mágico a Caniggia en Italia 90 ante Brasil y soñé con verlo campeón del mundo cuando fue técnico de la Selección en Sudáfrica. Y como todo futbolero, se me escapó una lágrima cuando el miércoles 25 su corazón dijo basta.
También creo que jamás opiné sobre lo que hacía afuera de la cancha, porque considero que cada uno es responsable de sus actos. Y critico a todos los que alguna vez lo pusieron como un ejemplo. Fue el mismo Maradona el que se encargó de decir que no lo quería ser, solamente cuando jugaba al fútbol. Es ahí donde siempre quise que le vaya bien y por eso tuve un nudo en la garganta el día que pisó la cancha de Gimnasia el día de sus cumpleaños, justo antes de enfrentar a Patronato. Estaba mal, todos nos dimos cuenta. Pero ahí estaban Chiqui Tapia y Marcelo Tinelli para sostenerle la mano, dos personajes nefastos que hoy caminan por conveniencia en la misma vereda. Por eso, si hablamos de afecto hacia el Diego, y si de homenajes se trata, ¿qué hizo el fútbol argentino por el astro? Mi respuesta es nada. Solo lo usaron como lo hicieron muchos, le sacaron el jugo y lo exprimieron hasta último momento. Así se maneja desde hace décadas una dirigencia que se colgó siempre de los pies de Maradona.
Creo que el frío homenaje de Los Pumas fue algo menor en comparación del daño que desde Julio Grondona para abajo le ocasionaron al Diez. Tal es así que decidieron jugar la fecha igual, con el cuerpo de Diego aún caliente. Pero como dijo un periodista, “es la forma que él hubiese querido que lo homenajeen”. De esa forma justificaron hasta la presencia de Gimnasia de La Plata en la cancha, cuando los propios jugadores pidieron no jugar.
Ahora bien, en esta “ensalada de cosas” que llegaron después de la muerte del astro, el insulso homenaje y posterior pedido de disculpas de Los Pumas quedó rápidamente en el olvido al conocerse una serie de viejos tweets con tinte xenófobos por parte de algunos jugadores, entre ellos, el capitán Pablo Matera. Repudiable desde todo punto de vista, y es la Unión Argentina de Rugby la que deberá tomar cartas en el asunto rápidamente, con medidas que sean ejemplificadoras, como las que en este deporte se suelen tomar. Más allá de mostrar arrepentimiento y buscar una justificación en el tiempo en el que fueron escritos, metieron la pata y deberán hacerse cargo. La realidad es que muchos chicos que juegan a este deporte los tienen como ídolos o de forma equivocada como un ejemplo. Por eso, la UAR no debe mirar para el costado como en otras ocasiones lo hizo. La reacción debe ser inmediata, para que no todos los que juegan al rugby caigan en la misma bolsa. Porque en este país es así, rápidamente se encasilla a las personas y se escupe todo el odio hacia ellas en las redes sociales, muchas veces yendo detrás de una opinión a la cual se la considera “sagrada”. Maradona y Los Pumas, emparentados por la frialdad de un homenaje. Lo único claro que tengo, es que ninguno debe ser ejemplo para nadie. Ser ejemplo de algo va por otro camino.