La visita de Alberto Fernández a Paraná dejó algunas lecturas que son necesarias realizar. En todo caso resulta interesante bucear en lo no dicho durante su breve estadía. En primer lugar el abordaje se puede medir a partir del momento político y social del país, en un escenario donde la pandemia de coronavirus aparece como el gran dilema. Dentro de ese contexto surge la primera pregunta, ¿la comunidad sintió la visita como un acontecimiento? Para nada, solo basta con mencionar que se repitieron los posteos en las redes sociales en los cuales se preguntaba ¿a qué viene Alberto Fernández?
Alberto Fernández y lo que quedó en el tintero
Está claro que forma parte de la responsabilidad ciudadana hacer uso del derecho a informarse, pero la realidad es que en la calle se percibe demasiado hartazgo, más aún cuando se tiene que juzgar el desempeño de la clase política. La emergencia sanitaria potenció el descontento social de los sectores que reclaman poder volver a trabajar, de las mujeres que sufren la violencia machista o de aquellos que temen perder su fuente laboral. La política, o el acto de hacer política, está mal visto por la gente. Alberto Fernández, conocido por su condición de animal político, no reparó demasiado en esas demandas terrenales, que interpelan a los que ocupan cargos jerárquicos.
En Paraná, habló de la crisis de la industria turística y afirmó que con viento a favor, la reactivación del sector dependerá del resultado de las investigaciones que procuran obtener una vacuna contra el Covid-19. Esa sentencia deja entrever que la actividad será una de las últimas en regresar, lo que representa una verdadera encrucijada para los operadores.
Un tema estuvo claramente ausente de la agenda del Presidente, y del gobernador de la provincia, Gustavo Bordet. En ningún momento durante su recorrida abordó lo que está pasando con las quemas de las islas, una problemática que a la luz de los hechos está generando una verdadera tensión política con Santa Fe. Una situación llamativa cuando el problema de los incendios está afectando los humedales de dos provincias, y ahora se sumó el drama que vive con el fuego la provincia de Córdoba.
De cualquier manera la llegada del Presidente a Paraná tuvo un costado netamente político. En este tramo de su gestión se está tratando de fortalecer el vínculo con los gobernadores y de transmitir una imagen de unidad hacia adentro del peronismo. No se debe perder de vista que si bien la agenda actual debe priorizar la situación sanitaria, no por ello se debe desatender el hecho de que el año próximo hay elecciones legislativas.
En el entorno de Alberto Fernández se tiene muy presente esta circunstancia, por eso la estrategia apunta a tener más presencia en la calle y en visitas institucionales a las provinciales. A diferencia de lo ocurrido en la localidad bonaerense de San Antonio de Areco, donde volvió a insistir con la idea de fortalecer las políticas de federalismo en contraposición con un centralismo porteño, que es parte de la idiosincracia nacional. “Llegamos al Gobierno para hacer feliz a la gente y creemos que este es un país sin un país central y periferias, y que todos los argentinos tienen el mismo derecho”, aseguró el jefe de Estado.
Fiel al libreto de la liturgia peronista, Alberto Fernández adelantó en la capital provincial que se está pensando en cómo celebrar los 75 años del 17 de octubre, algo que parece poco conveniente en virtud de los altos índices de contagio y de muertes que se registran cada 24 horas en el país. Pero además calentó la discusión por las restricciones al dólar cuando alentó a los argentinos a ahorrar en pesos, reavivó el enfrentamiento con la oposición a la que acusó de movimientos para “desestabilizar” la democracia y trató de minimizar las movilizaciones anticuarentena de las últimas semanas.
En ese equilibrio permanente se mueve el hombre con mayor responsabilidad política de la Argentina contemporánea, preocupado principalmente en cómo diseñar el plan pospandemia y cómo visibilizar los logros de la gestión. De esa manera se está retomando la iniciativa de la agenda política de un país que vive tiempos convulsionados.