El Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA) dio a conocer en su último informe sobre la pobreza que si bien se observan mejoras, ya que de un 44,7% en 2020 ahora la cifra se ubica en un 43,8%, todavía hay 18,4 millones de personas que siguen sumergidas en situación de pobreza. Detrás de estas estadísticas, que son valiosísimas para hacer un análisis de la actualidad social de la Argentina, siempre hay historias de sufrimiento, y están quienes día a día se topan con la cruda realidad de aquellos que precisan que alguien les tienda una mano, como es el caso de la parroquia Guadalupe.
Parroquia Guadalupe: hace 18 años hacen frente a la pobreza
Por Vanesa Erbes
Para brindarles alguna contención, en esta comunidad religiosa, situada en el barrio la Floresta de Paraná, desde hace 18 años preparan viandas para los vecinos más necesitados. Y aunque la crisis los golpeó con fuerza y ya no pueden entregarlas a diario, hay dos días a la semana en que están firmes para que el plato de comida no falte y haya menos hambre en el barrio.
Héctro Yedro fue uno de los impulsores del comedor, que nació en el 2003 por iniciativa del padre Agustín Hertel, el sacerdote que estaba entonces a cargo de la parroquia situada en calle República de Siria 494. Desde entonces se preocupa porque los vecinos en una situación más difícil accedan a un alimento. En sus comienzos, iban en grupos a los barrios y llevaban la comida, pero ahora la gente la va a buscar a la iglesia los martes y los jueves al mediodía. “Estamos trabajando esos dos días nomás, porque la partida que nos da la provincia no nos alcanza, y lo que son donaciones mermaron muchísimo y la situación está muy difícil en estos momentos. Ojalá pudiéramos volver a preparar comida todos los días, porque las necesidades son muchas en la zona”, contó a UNO.
“Nosotros seguimos trabajando igual con la pandemia, dándole la vianda a la gente, hasta que llegó un momento en que por las restricciones tuvimos que entregar módulos. Hasta ahí teníamos bastantes donaciones, pero después fueron cada vez menos. Luego se renovó el comedor con una obra que se hizo en la parroquia y el 9 de julio de este año se inauguró de vuelta. Fue ahí que empezamos a dar la vianda otra vez, pero dos veces a la semana”, agregó.
En las actualidad son 140 porciones las que preparan en cada una de estas jornadas, y tienen personas anotadas en una lista de espera, por si alguno de los comensales consigue un trabajo, mejora su situación y deja una vacante. Entre la gente que llega a buscar el almuerzo el día que se prepara hay vecinos de todas las edades, entre los que se cuentan familias con chicos de corta edad, y también gente mayor. Algunos llegan desde el barrio San Martín, otros de la Floresta, Mosconi y Mosconi Viejo, Humito, Antártida, Balbi y las zonas aledañas.
Los platos son elaborados con carne, para que sean nutritivos. Sobre este punto, Yedro señaló: “Todo está bastante caro y nos cuesta preparar estos menúes, pero queremos que los vecinos coman bien. Hacemos guiso, estofado, tallarines, y cuando podemos les preparamos ravioles con pollo. Patamuslo asado o pollo no, porque se nos va mucho la plata. Estamos usando unos 10 kilos de carne y por ahí baja el precio, por ahí sube, pero nos sale alrededor de 4.000 pesos en cada comida. A eso hay que sumarle otros insumos. Por ahora tenemos la suerte de que nos están donando la verdura, pero lo demás no, y nos cuesta conseguirlo”.
Sobre la labor que llevan adelante, reflexionó: “La pobreza existe siempre y sabemos que hay gente que no tiene comida. En el comedor hemos tenido muchos momentos difíciles y lo hemos paliado de una u otra manera. Hemos seguido al pie del cañón con esta tarea, porque es algo que uno lo lleva en el corazón y queremos seguir con esa responsabilidad que asumimos de darle de comer a la gente más necesitada”.
A su vez, confió: “Lo más conmovedor es cuando aparece gente con hijos chiquitos y no tiene trabajo. Realmente pasan necesidades y a uno le toca profundamente el corazón verlos. Por eso tratamos que de un modo u otro todos se puedan llevar su viandita”.
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Sensibilidad a flor de piel
En proximidad de las Fiestas de Navidad y Año Nuevo, las parroquias y ONG de Paraná suelen redoblar los esfuerzos para que en las zonas con mayor necesidad no falte el alimento en estas fechas tan especiales, y generalmente sustentan sus obras con donaciones.
En este tiempo tan sensible, Héctor Yedro se emocionó al hablar de aquellas cosas que antes podían aportar a la gente de los barrios, que no solo se acerca a la parroquia en busca de alimento, sino también de contención. En este sentido, a poco más de dos semanas de la Nochebuena, mencionó: “Hace un par de años hicimos una cena para los vecinos y hubo mucha alegría en este encuentro. Ahora algunos nos preguntan si este año se va a repetir, pero la verdad es que no podemos, al menos por ahora. Sería lindo poder darles aunque sea un pan dulce o un budín para que se lleven a su casa”.
“Están acostumbrados a que siempre para Navidad les demos algo, pero estamos viendo recién qué podemos hacer”, agregó.
Por último, contó que para paliar la insuficiencia de recursos que les llega desde el Estado y la falta de donaciones se hizo este miércoles una maratón solidaria, en el marco de la fiesta patronal de la parroquia, y el Día de la Inmaculada Concepción de la Virgen María. La inscripción era un alimento no perecedero y la convocatoria fue un éxito. Sin embargo, las necesidades son constantes.
Quien quiera hacer alguna donación para el comedor o para un agasajo en las Fiestas, puede acercarse a la parroquia y preguntar por Héctor, los martes y jueves de 8.30 a 13.