Juan Manuel Kunzi / Redacción de UNO
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Paraná sigue sin solucionar el tema de la basura electrónica
Las casas se llenan cada vez más de cargadores y teléfonos celulares que ya no sirven, además de teclados, impresoras y parlantes que fueron sustituidos por los de la nueva generación.
Ahora ya también se da el salto en los monitores. El que puede cambia a la pantalla LCD y deja los viejos en un rincón de la casa. Por ahora caben en los hogares pero, al ritmo de consumo y con la facilidad para acceder a nuevos dispositivos, es de entender la necesidad de “tirar todo a la basura”.
En la capital provincial la pregunta es: ¿A dónde? Y la respuesta es siempre la misma: Al Volcadero Municipal (en el mejor de los casos) que ya está colapsado con la “basura tradicional”.
El exconcejal de la Unión Cívica Radical (UCR) Horacio Piceda intentó crear una Ordenanza Municipal para “tratar la basura tecnológica”, pero el Ejecutivo Municipal que encabezaba el exintendente José Carlos Halle nunca se interesó por la propuesta.
“En aquel momento nos reuníamos unas 40 personas para pensar la Ordenanza pero como nunca recibimos una respuesta o el respaldo del intendente, todo se fue diluyendo”, explicó a UNO Piceda.
La idea era crear conciencia entre los locales que venden productos tecnológicos y capacitar a los estudiantes secundarios en el reciclado .
“En la cuestión tecnológica se puede llegar a reciclar el 95% de los componentes de un equipo”, recordó Piceda.
Junto a un grupo de organizaciones sociales planeaban entregar los equipos recuperados a instituciones que los necesitaran.
En la provincia, Chajarí es la única ciudad que recicla los residuos del siglo XXI. En la presentación de la planta de tratamiento anunciaron que “se genera grandes cantidades de desperdicios que exigen un tratamiento diferenciado de la basura tradicional porque contienen sustancias peligrosas para la salud y el ambiente. En la producción se utilizan compuestos como el cromo, que es cancerígeno; el cadmio que afecta a los riñones y los huesos; el mercurio que daña al cerebro y el sistema nervioso; el plomo que provoca deterioro intelectual, daños en los sistemas nervioso, circulatorio y reproductivo; los retardantes de flama que son neurotóxicos y deterioran el aprendizaje y la memoria”.
En Oro Verde también se presentó un proyecto interesante que todavía no se concretó. El problema de la capital provincial se magnifica por la cantidad de habitantes que generan cientos de toneladas diarias de residuos “tradicionales” a los que hay que sumarles los tecnológicos.
Por ahora hay tiempo de encontrar una solución, pero la última pregunta es: ¿Qué pasará cuando todos saquen lo que guardan dentro de casa?
Término que preocupa
Hace unos meses, un compañero de trabajo me explicó lo que quería decir Obsolescencia Programada. Desde ese momento empecé a entender porqué se rompen los teléfonos celulares y miro de reojo a la Notebook. La verdad es que estoy seguro que ella (la compu portátil) va a tirar un par de años más, o por lo menos eso espero.
El que tenga ganas de preocuparse, o asimilar un poco más sobre este término, solo tiene que ingresar las dos palabras a un buscador de Internet. Lo más importante que hay que empezar a entender es que los productos electrónicos están hechos para que “duren dos años”. Teniendo en cuenta todo esto se vuelve imprescindible pensar qué se hace con la basura tecnológica.
Una buena medida que se tiene que imitar cuanto antes
La fundación Eco Urbano envió en su último informe semanal el resumen de una “importante norma europea sobre residuos electrónicos”, en la que se confirmó que los países de la Unión Europea tendrán que reciclar el 45% de la chatarra electrónica para el 2016.
Esta ley corresponde a una actualización de la Directiva de Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos (WEEE por las siglas en inglés de Waste Electrical and Electronic Equipment), que rige desde el 2003 y que impondrá una serie de planes para recuperar la basura tecnológica, otorgándoles una “responsabilidad del productor” a los fabricantes de aparatos tecnológicos que los hará responsables legales y financieros del retiro y eliminación segura de la chatarra electrónica. Algo similar a la Ordenanza que había propuesto Piceda pero que nunca llegó a tratarse en el excuerpo legislativo.
La idea es que las grandes cadenas de electrodomésticos que funcionan en Paraná reciban los viejos equipos y como beneficio brinden descuentos. A su vez las firmas deberían recibir recortes impositivos a través de diferentes herramientas que tienen que crear los organismos del Estado provincial. Lo único que hay son ideas pero nada firme para intentar buscar una solución al grave problema que seguirá creciendo con la profundización del consumismo que intenta mantener “calientes” las economías.
Mientras tanto la nueva Ley aprobada por el Parlamento Europeo, fortalece la regulación de la basura tecnológica y castiga fuertemente la exportación ilegal de estos residuos. Se decretó también la decisión de subir el porcentaje (de reciclado) al 65% de los equipos vendidos o reciclar el 85% de toda la chatarra electrónica para el 2019. Es de esperar que en Paraná se tomen decisiones a corto plazo para buscar una solución.