Luis Rovera es paranaense, padece atrofia muscular medular y, desde los 18 años, necesita una silla de ruedas para movilizarse. De lunes a sábado se instala en peatonal San Martín, frente al cajero automático de Banco Nación, es allí los transeúntes se solidarizan con él y colaboran colocando dinero en la bolsita de plástico que pende de su silla de ruedas.
Durante dos años juntó el dinero que la gente le daba con el objetivo de comprarse una nueva silla de ruedas eléctrica. Logró adquirirla y en pocos días llegará a su casa. Espera que el nuevo equipo sea un cambio de vida para él.
A los 13 años le diagnosticaron su enfermedad. Es desde siempre vendedor ambulante. "Lo tengo que hacer por necesidad", dijo en relación a su oficio. En eso andaba cuando, en 2015, un remís lo chocó en 5 Esquinas de Paraná y le destrozó su medio de movilidad, que aún hoy no ha podido reparar. Además, es tan costosa la reparación que le convenía directamente pensar en una nueva.
En estos años que pasaron, para trasladarse, utiliza un aparato que "no es el ideal" porque, según cuenta, se le gastan muy rápido las baterías, entonces son muy pocas las cuadras que puede recorrer a diario, es por eso que decidió instalarse en peatonal San Martín y solicitar que lo ayuden para comprar una nueva silla.
Todos los días circula por las calles, desde su casa en la zona de Feliciano y Racedo, hasta el centro paranaense, lo cual implica un riesgo enorme, no sólo para él sino también para otros vehículos. La silla no cuenta con la altura necesaria para ser detectada a simple vista, ni posee las medidas de seguridad obligatorias como bandas refractarias. "Tengo que andar por la calle porque las veredas están rotas", aclara Luis.
Estado ausente, gente presente
Asegura que el intendente Sergio Varisco le prometió instalar un quiosco en la peatonal: "No hay ni noticias, no me da bolilla, por eso debo vivir de la ayuda de la gente".
En ese sentido Luis agradeció -por medio de UNO- a todos los que colaboraron para que pueda comprar una silla de ruedas nueva. "La silla ya está pagada. Costó 137.500 pesos. La gente es la que me sigue ayudando para sobrevivir", expresó.