También sus hermanos y su marido –a quien conoció trabajando– son taxistas, y entre risas vaticina para su hijo de 4 años el mismo futuro laboral: "Me crié en el taxi, y ahora mi hijo también crece en el ambiente y seguramente también va a ser taxista", dijo a UNO. En la capital entrerriana hay alrededor de 500 titulares de taxis y entre 700 y 800 choferes, según Cámara de Taximetristas. De esta cantidad, son contadas con los dedos de una mano las mujeres.
Eduardo Jacob, titular del organismo, opinó: "No es una tarea fácil. Mi hija manejó uno de mis taxis durante tres años, pero se recibió y prefirió abocarse a otra cosa. A la mayoría de las mujeres les pasa que manejan un tiempo y después dejan". No es el caso de María: desde que era chica soñaba con dedicarse a esta actividad y afirmó: "Antes era telefonista en la Cooperativa. En cuanto cumplí los 21 años, que me dieron el carné para transporte de pasajeros, lo primero que hice fue subirme a manejar un taxi. En mi familia me alentaron, mi papá siempre me decía que cuando cumpliera la edad saliera a hacer esto, porque iba a ganar más plata e iba a poder tener lo mío".
Hoy tiene 23 años y hace dos años y medio que se levanta cada mañana bien temprano para empezar a trabajar a las 5. Por lo general le dedica tiempo a esta labor hasta las 14, y después toma la posta su esposo, que cumple el turno de la tarde-noche. A pesar de todos los obstáculos que debe sortear en cada jornada, aseguró que es "feliz": "Me gusta, tengo estudios, todo pero sigo eligiendo el taxi", expresó, segura de su vocación. Las calles de Paraná no son fáciles, pero nada la amedrenta.
Con paciencia y buen humor se las ingenia para controlar las variables que se presentan como desafíos, como maniobrar entre un tránsito que a veces suele ser denso, no perderse en ninguna de las zonas de una ciudad que sigue creciendo, o esquivar los pozos que acrecientan el riesgo de dañar el auto e incluso de sufrir algún accidente, entre otras cuestiones a las que debe estar atenta. "Las calles de Paraná están llenas de pozos, aparecen por todos lados. Los días de lluvia hay más trabajo, lógicamente, pero si llueve muy fuerte paro el auto y no salgo, ya que si se rompe me sale más caro arreglarlo que el viaje que puedo hacer en ese momento", indicó, y aseveró que para moverse cómoda y asegurarse de que va a llegar a destino, tiene como aliado al GPS: "Conozco bastante las calles, pero es imposible saber el nombre de todas y dónde están ubicadas, así que desde que arranqué me manejo con GPS", señaló.
Respecto al caos vehicular que suele generarse a ciertas horas y en determinados puntos de la capital entrerriana, añadió: "Por lo general no se respetan las reglas, nadie respeta nada; no digo que yo o los demás no podamos tener errores, pero hay choques que se pueden evitar. Por ahí porque alguien comete una infracción también lo hacen otros; una de las más frecuentes es circular por el carril exclusivo. Piensan que porque aquel auto se metió, yo también lo hago, y no debería ser así". María sostuvo que nunca se pelea por estas cuestiones: "Si otro conductor me dice algo en la calle con ánimos de discutir por un tema de tránsito, no lo escucho, sigo de largo; jamas me paré a pelear con alguien. Gracias a Dios nunca tuve un choque.
Creo que las mujeres vamos más atentas", opinó. Que sea un trabajo al que tradicionalmente se dedican los hombres y las mujeres sean menos, tampoco la desanima. Al respecto, manifestó que siempre se sintió respetada y protegida por sus colegas: "Somos poquitas mujeres, los hombres tienen su grupo, pero yo me bajo en las paradas de los taxis y tomo mate con la mejor onda, charlo; no tengo ningún problema. Mis compañeros me cuidan, tanto en la cooperativa como los taxis libres", sostuvo.
Según confió, entre los usuarios del servicio, todavía causa sorpresa ver a una mujer al volante llevando pasajeros: "Suelen asombrarse, y de 10 personas que llevo, en promedio nueve me preguntan si me gusta lo que hago, y sobre todo si no tengo miedo". "Nunca me ha pasado nada, jamás tuve algún inconveniente", destacó, si bien de vez en cuando sube alguien que a lo mejor no le inspira confianza. En esos casos, su diálogo fluido la ayuda a disipar nervios y temores: "Prefirieron ponerme a charlar con los pasajeros, hacerme amiga y no ir nerviosa", mencionó, y recordó que solo una vez le tocó atravesar una situación incómoda, al llevar a un joven que iba "muy borracho" y no quería bajarse del auto, pero logró convencerlo diciéndole que si no descendía del vehículo iba avisar a la policía. Resistiendo a las subas En tiempos inflacionarios, donde el combustible, los impuestos, la patente, el seguro y otros costos fijos de la actividad sufrieron aumentos e indefectiblemente impactaron en la tarifa del taxi, muchos usuarios optan por prescindir de este servicio y se las rebuscan para trasladarse de otro modo.
No obstante, María señaló que la actividad solo se resiente en los primeros días en que el precio se modifica: "La verdad es que la gente siempre va a tomar taxis, ya sea para una situación de urgencia, para ir a los hospitales, para trasladarse a la Terminal. Si aumenta, disminuye un tiempo el trabajo, pero después vuelve a normalizarse, como suele pasar con todos los incrementos: sube algo y compramos menos, pero después ya volvemos a adquirir lo mismo", analizó. Sabe, por experiencia, que además de transportar pasajeros, mucha gente que sube a un taxi aprovecha a desahogar sus penas con el conductor o la conductora, que por lo general prestan su oído a quien necesita compartir alguna angustia, una penuria, una queja, una anécdota o alguna alegría. En este marco, contó con simpatía: "Los pasajeros siempre nos agarran un poco de psicólogos. Pero a mí lo que más me gusta es socializar y conocer gente. Cuando alguien sube al taxi, trato de escucharlo, de seguir la conversación y si puedo darle un consejo, se le doy". "Me encanta mi trabajo, no le encuentro nada negativo y espero poder dedicarme a esto toda mi vida", resaltó por último, visiblemente entusiasmada por poder hacer lo que le gusta. Festejo solidario Además de celebrar hoy junto a sus familias con un almuerzo, los taxistas decidieron este año hacer una cruzada solidaria.
En ese marco, la Asociación de Taxistas Libres de Paraná (ATLP), institución fundada hace poco menos de un año y que reúne a unos 200 socios, realizará mañana –Día del Taxista– una caravana que partirá a las 10.30 desde la plaza Mujeres Entrerrianas y finalizará en el hospital materno infantil San Roque, donde llevarán donaciones que se han venido recolectando. Serán entregadas al voluntariado, para compartir su día con los niños, familias y personal del nosocomio.