Carlos Caluncho Cardenia está al mando de la histórica balsa que une Villa Urquiza con Paraná. Por el lugar cruza el arroyo Las Conchas
Don Caluncho y sus historias tras las vueltas del malacate
Por Valeria Girard
Toma el primer turno, el de las 6 de la mañana. Luego de unos mates amargos sale de su casa, camina unos pocos metros junto a su perro Batata (el nombre, según contó el balsero, es porque al animal le gusta comer batata) y empieza su labor diaria. El reemplazo llega horas más tarde de la mano de Miguel, su hijo, quien a su vez entregará el mando a su cuñado, o un sobrino. Es un trabajo que realizan en familia.
Es imposible para quienes hayan pasado alguna vez por el lugar recordar la imagen del lugar sin la figura de Caluncho o alguno de sus descendientes.
Carlos Cardenia se hizo cargo del traspaso de vehículos de una orilla a otra del arroyo en 1976. Para él la balsa y su entorno tienen una fuerte connotación sentimental. Creció allí a orillas del arroyo, vio crecer a sus hijos, a sus nietos, y siempre allí, en las malas y en las buenas épocas, en crudos inviernos y en fastidiosos y acuciantes veranos él estuvo al pie del malacate.
Hoy si bien dejó paso a los más jóvenes, no quiere dejar un trabajo que se le hizo costumbre y que forma parte de su vida.
Muchas personas llegan hasta el lugar para utilizar el servicio, sobre todo los turistas que hacen del paso fluvial una excursión, aunque en el pasado fuera un medio de transporte y comunicación de suma importancia. Su atractivo consiste en llegar al arroyo Las Conchas y subir a un flotante que cruza a la otra orilla gracias a una polea que el balsero mueve a mano para ir enganchados por un alambre que atraviesa el curso de agua.
La balsa es propiedad de Vialidad, pero su administración está a cargo de la familia Cardenia.
Diario UNO de Entre Ríos viajó hasta la balsa y dialogó con Cardenia sobre su historia y sus días tras las vueltas del malacate.
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