Y tantos años después, a sus 84 años y en los sillones de su casa de Puerto Nuevo, Sotes aseguró que la mayoría de quienes trabajaron para la salud del barrio en sus orígenes están muertos, y quería que esa historia quedara plasmada para siempre.
Momentos antes, en el mismo centro de salud le preguntó a unas enfermeras si ya tenían las dosis nuevas para la vacuna antigripal y si era verdad que las primeras que llegaron se fueron como agua. "Entro como en mi casa", dijo en la escalera. Minutos después, Sotes sacó un machete escrito a mano y contó que el 19 de enero de 1948, por un decreto se creó el dispensario o centro de salud Puerto Nuevo y durante 25 años funcionó en tres casas particulares, la última en calle Laurencena. Pero agregó que el 1° de febrero de 1961 se creó la primera cooperadora y que el presidente de esa entidad era Antonio Parera. "Es fallecido", aclaró. Para noviembre de ese año los vecinos supieron de un terreno en la plaza Italia. "Habíamos ido a ver a Martínez que nos dio un cheque para comprar un terreno, pero siempre llegábamos tarde. Un vecino de apellido Ledesma que también falleció trabajaba en Catastro y nos dijo que le parecía que habían donado un terreno. Los límites eran parte de calle Larrea y parte de la plaza Italia", dijo Sotes. Con idas y vueltas, el resultado hoy es conocido para cualquiera que pase por Laurencena un poco antes de Ramírez.
Toda una gran barriada estaba sin cobertura pública de salud. Estaba el San Martín, pero quedaba muy lejos, Sotes contó que el San Roque no funcionaba y no había manera de llegar a tiempo. Necesitaban contar con un lugar para atenderse quienes vivían en Puerto Nuevo, en Yatay, Almendral, Puerto Viejo, en la zona de la Toma Nueva y Vieja y además era una posibilidad cercana para las familias que vivían en las islas. "Aparecimos nosotros y armamos una nueva cooperadora que se creó exclusivamente para la construcción del edificio", dijo el hombre. Ese 'nosotros' eran los integrantes de un grupo que se puso el problema al hombro. Con una máquina de escribir y un papel que pidieron prestado en la Municipalidad, sobre el capó del auto de un funcionario, escribieron el acta de conformación y tomaron posesión del terreno, así nomás, porque era el momento y no lo querían perder, y porque había cientos de familias que lo necesitaban.
Una arquitecta que trabajaba en la Provincia les dio el plano de un centro de salud rural. "No había arquitecto, nada, éramos nosotros y lo hicimos al revés, con la caída del techo para el otro lado", dijo Sotes entre risas y agregó: "Estéticamente nos preció que era mejor".
Así, a pala y pico, los ocho integrantes de la cooperadora más un grupo de vecinos que se juntaban a diario se pusieron a resolver la tarea. Como Sotes trabajaba en el Túnel les entregaron sobras de la obra: arena, hierro y canto rodado fueron trasladados en camiones de Vialidad Provincial; la fábrica de cemento les regaló dos tambores a granel; el Ministerio de Obras Públicas todas las maderas y tablones; y un vecino la hormigonera que enchufaban con un cable que cruzaba Laurencena y que elevaban con una caña. "La mano de obra era nuestra. Selig Golding, era médico clínico, fue el director del centro de salud, era el motor de todo esto", dijo Sotes con admiración. Tanta fue la ayuda que desde la cárcel de Paraná les vendieron a muy bajo costo los pisos, aberturas y dos grandes armarios que todavía se conservan. Las enfermeras, los fines de semana hacían en la vereda de la plaza una Feria de Platos, así la llamaban. Vendían salames, pizzas, lo que fuera para recaudar dinero para el hoy centro de salud. El 18 de abril de 1973 fue inaugurado y esa es la foto de La Acción que acompaña esta crónica. La cooperadora duró solo cinco años, con el objetivo cumplido no hubo motivos para mantenerla.
"Quiero nombrar a dos enfermeras: Walkiria Giles y La Nona Coronado. Ellas hacían punta para juntar plata. La Nona ya no vive y Walkiria está internada", dijo Sotes, un hombre que rememora a sus vecinos del barrio y quien dejó en su relato una enseñanza simple, pero concreta y profunda: solo en la lucha y con ella se logran los triunfos; los problemas solo se solucionan cuando el pueblo los toma en sus propias manos.
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