Los estudiantes del Colegio Nacional de Cerrito que estaban en ronda, sobre el césped, aprovechando el sol de la tarde del miércoles que calentaba el patio, merecen respirar un aire sano, sin venenos.
Cerrito es una linda ciudad de gente amable que discute el glifosato
Un concejal presentó el proyecto de ordenanza para frenar la fumigación con venenos en el ejido. Invitaron a Verzeñassi y se abrió la polémica
28 de junio 2018 · 22:51hs
Según el último censo, en el municipio viven 5.729 personas y un buen porcentaje se traslada por las amplias calles en bicicleta. Una madre coqueta, de gafas, campera, jeans y botas llevaba a su hija sentada en la sillita trasera y las bolsas de las compras sobre el freno derecho. A las pocas cuadras un padre joven de rulos grandes, bien afro, trasladaba a su hijito pegado al pecho. En la linda y cuidada terminal de Cerrito sobresalen las bicicletas estacionadas en el bicicletero y algunas apoyadas en los lugares disponibles.
Luego de bajar del colectivo que une el recorrido con Paraná, que tarda una hora y vale 65 pesos, hay que caminar tres cuadras hasta llegar a la plaza principal, que es hermosa. Está llena de verde, juegos, banderas, esculturas y personas que le dan vida. Nada indicaría que entre los habitantes del municipio del Departamento Paraná hay una fuerte preocupación porque los jóvenes se enferman de cáncer.
En el espacio público sorprende el anfiteatro que está pegado al impoluto salón cultural Mirna Teresita Perottino en donde recibieron al doctor Damián Verzeñassi, que durante dos horas realizó una disertación que servirá para confeccionar el proyecto de ordenanza que buscará frenar la fumigación en el ejido de la ciudad.
La llegada del investigador, que representó al país en el juicio a Monsanto que se realizó en La Haya, despertó el interés de Marcelo Faure, integrante de la Cooperativa Cultural Cabayú Cuatiá, que esperó el comienzo de la conferencia, pautado para las 18, sentado en un banco debajo de un gran árbol.
Faure se tomó un colectivo y recorrió los 110 kilómetros desde La Paz para comentarle a Verzeñassi y a los integrantes del Foro Ecologista que están proyectando unas jornadas de Soberanía Alimentaria. Ya tienen tres invitados y esperan poder tener un representante paranaense entre los disertantes.
El final
Luego de la exposición de Verzeñassi abrieron las preguntas al público y hablaron una vecina y algunos niños preocupados por el agua que toman. Recibieron sus respuestas y en ese momento levantó la mano un hombre joven, sentado en la última fila de sillas blancas, que se presentó como un ingeniero agrónomo que, según dijo: "Todos acá me conocen".
El profesional pidió aprovechar que en la sala había muchos niños, para explicarles que hay muchos agroquímicos que se utilizan en los hogares y que son más tóxicos que el glifosato. "Deberíamos enseñarles que se usa mucha kaotrina, raid, (...) tenemos que enseñarles a convivir con los agroquímicos, saber que son venenos pero que hay que saber usarlos y de la mejor manera posible para convivir con ellos, porque no vamos a volver para atrás con todo lo que se avanzó. Tenemos que enseñarles (a los niños) a buscar la forma de trabajar de la mejor manera".
Verzeñassi tomó el micrófono y respondió que se iba a permitir disentir: "Volver para atrás sería seguir usando venenos, en los volúmenes que se están utilizando. Usar veneno para producir alimentos es ir para atrás, muy para atrás. Perdimos la capacidad de producir alimentos, es cierto que el veneno doméstico es malo, pero también en cierto que no creció la venta un 900% como sí lo hizo la venta del veneno que utiliza la agroindustria. Además uno no está prevenido cuando un productor usa veneno a 500; 1.000 o 50 metros de su casa. Uno no puede dejar de respirar".
Con la misma contundencia con la que disertó, pero ya sentado para descansar de una larga faena, remarcó sobre la comparación entre los venenos domésticos y los agrotóxicos: "Para mí no son lo mismo. Es cierto, y trabajo para que las personas no accedan a los venenos que se pueden comprar en un supermercado. Hoy ponen en el carrito el veneno para alacranes junto con las papas que van a cocinar y eso está mal. Debería estar legislada la prohibición y como trabajador de la salud aspiro a una sociedad libre de venenos".
Con la intención de concientizar, Verzeñassi, contestó: "Los agrónomos tienen mucho para enseñarnos: cómo producir de verdad, sin venenos. El decano de Agronomía de la Universidad Nacional de Rosario, Guillermo Montero, está pidiendo un cambio en la forma de producción y en Entre Ríos hay productores que están buscando la transición, o ya producen sin venenos".
Para ser más claro todavía, puso el ejemplo de su profesión: "A los médicos nos enseñan en la Facultad que hay que medicalizar y hoy tenemos generaciones de niños dopados con drogas por ser niños, por no quedarse quietos en un aula. En cada una de las profesiones nos enseñaron a pensar en términos de productivismo y economismos y no en términos del ciclo vital. Lo bueno de estos espacios es que nos podemos encontrar y comenzar a charlar para dar los pasos hacia un futuro de producción libre de venenos a favor de la vida en donde todos nos vamos a ver beneficiados".
Una mujer de Cerrito, a quien le vamos a preservar su identidad, le contó a UNO que están preocupados y angustiados porque muchos jóvenes están padeciendo cáncer. La señora reconoció que puede ser polémica, pero "son todos los de la ciudad los chicos que se enferman". Señalando que nunca son los hijos y nietos de los dueños de los campos fumigados. Es conocido que la mayoría de los hijos de los productores (y de los políticos) viven en las ciudades más importantes del país, en cómodos departamentos, lejos de la deriva que afectan a los niños y docentes de las escuelas fumigadas.
Teniendo en cuenta esta realidad, esperando por las cifras oficiales, es cada vez más necesario que los estados ataquen el problema que ya está en la mesa de los entrerrianos.
La realidad
El proyecto de ordenanza para frenar la fumigación con venenos fue presentado por el médico Darío Gianfelicci, que es concejal por el Vecinalismo de Cerrito. Según las proyecciones, el partido gobernante no tiene rivales para las próximas elecciones.
Los habitantes de La ciudad verde, que tienen la costumbre de saludar con mucha educación a los desconocidos, están de acuerdo con que hay que cuidar la salud de todos, pero el gran problema es que la ciudad "vive" de lo que produce el campo.
La institución deportiva más importante se llama Club Unión Agrarios Cerrito. Los primeros inmigrantes europeos que habitaron las tierras llegaron a fines del siglo XIX, y para 1920 ya habían creado dos clubes de fútbol que luego se fusionaron para ser más grandes dentro de la Liga Paraná Campaña. Hoy todos respiran el mismo aire que están intentando salvar de la contaminación.
Cuando la noche cae sobre Cerrito el frío se siente y algunos prefieren continuar con los entrenamientos en la plaza o los gimnasios. Los adolescentes más rebeldes dan vueltas en moto, aceleran y elevan en forma peligrosa.
El colectivo que vuelve a Paraná sale a las 21.15, y cuando está a punto de subir a la ruta, por las ventanillas se pueden ver las publicidades de Roundup y Bayer colocados en una esquina estratégica, mucho más visibles que las enfermedades y los abortos espontáneos que se producen puertas adentro.