En el Centro Comunitario Solidaridad, del barrio Presidente Perón, funciona el comedor Los Gurises. Hace seis meses entregaban 150 raciones de alimentos, ahora casi 300. Desde la vecinal realizarán los festejos por el Día del Niño, esperan a más de 500. Dijeron, a metros de calle Alejo Peyret, que a los asalariados no les alcanza, que quienes realizaban changas ya no las consiguen.
A pesar del hambre y la desocupación pelean para que los niños sean privilegiados
Las cocineras del Centro Comunitario Solidaridad debieron multiplicar las raciones en los últimos meses. En la calle, los gurises jugaban y reían
Por Pablo Felizia
18 de agosto 2018 · 22:56hs
En el barrio están preocupados. Los autos salpican el agua servida de las cloacas reventadas. Desde la vecinal realizaron los reclamos, presentaron notas, le buscaron la vuelta, pero desde el municipio no les dieron respuestas. Con el Presupuesto Participativo se unieron a la Villa 351, querían iluminar todo el tramo de la vía que atraviesa las barriadas, pero aún siguen a oscuras. Los niños jugaban igual en la limpia plazoleta de calle Arturo Sampay. Quique Olivo, referente vecinal, dijo a UNO que hicieron todas las gestiones posibles, pero contó que el pasto corto alrededor de la hamaca y del tobogán fue gracias a los mismos vecinos que se pusieron a cortarlo. "De los bulevares para afuera parece que la ciudad no existe", sostuvo, y con recorrer un poco las calles de la zona enseguida es fácil coincidir. "Uno se desgasta y no pasa nada. Pero esto también se da en otras vecinales", contó Olivo. Y alrededor había más de 15 niños junto a otros adultos que llegaron cuando conocieron que se iba a realizar una foto para invitar a los festejos que se realizarán hoy. En calle María Curie, a partir de las 14.30 llevarán adelante la propuesta. Habrá juego, chocolates, facturas y juguetes para los chicos, pero también, como dijo Olivo, quieren que asista la familia, que sea un momento de alegría para el conjunto del barrio. "Es que la gente está triste, la plata no le alcanza al que tiene trabajo, y a los otros, a los albañiles, a los que cortan pasto, no les sale nada", contó, y esperan también a chicos de Villa 351, de Rocamora y de otras zonas de Paraná.
Y ayer, en el asentamiento Los Berros –también conocido como Gaucho Pobre– Olivo junto a otros integrantes de la vecinal, con organizaciones sociales, fundaciones, instituciones, militantes y personas que se acercaron por propia iniciativa, también llevaron adelante un festejo para los niños y las familias de ese lugar, toda una zona donde las necesidades se encuentran a montones en cada esquina y a pocas cuadras de calles Lebensohn y Báez.
Con ayuda y solidaridad consiguieron juguetes, las facturas y las golosinas que repartieron y repartirán hoy; no es más que una manera de compartir.
Los chicos jugaban en el tobogán, se subían y montaban a un tacho atado con cadenas, un par de pibes pasaron fumando porro, tranquilos, como si ya no pensaran, y las madres y vecinas que estaban en la plazoleta emprendieron un camino hacia calle María Curie para sacarse la foto. En el trayecto se fueron sumando otros, algunos niños más y varios viejos. Los perros estaban enfurecidos detrás de las rejas, es que los niños pasaban cerca a pura risa, se empujaban, jugaban como si el día recién hubiera empezado, pero al sol del miércoles ya le faltaban convicciones.
Olivo estaba preocupado por los asentamientos que crecen sin servicios de ningún tipo, por la falta de respuestas, por la inflación, porque la plata no alcanza. Y lo contaba en la calle 17 de Octubre. Los más viejos del Presidente Perón tienen en la memoria al Pacha Rodríguez, es como una marca, un muchacho que llegó desde Aranguren con lo puesto, que le dio vida a la Fiesta del Mate en el Club Talleres, y un nombre, en 1990, al barrio de trabajadores ferroviarios. El Pacha Rodríguez vivía en ese mismo lugar en donde Olivo, junto a otros, todavía buscan soluciones y respuestas. Avenida Ramírez, las vías de un tren que va y viene entre Colonia Avellaneda y Paraná, avenida De las Américas y Racedo son los límites de esa zona donde sus calles llevan la identidad de los peronistas de Perón: Discépolo, José Ignacio Rucci, Libertad Nacional, Tercera Posición o la ya nombrada 17 de Octubre entre otras.
Tarde, con los fríos ya entrados del invierno, la Municipalidad le entregó a la vecinal unas 50 frazadas, pero necesitaban el doble; es parte de los reclamos.
Los chicos van a la escuela Santa Fe, a la Obispo Gelabert y Crespo, los más grandes van a la Neuquén, a la Álvarez Condarco. Días atrás le festejaron el cumpleaños a una vecina, Alicia Jumilla, la señora llegó a los 94 años. "El nuestro es un barrio muy solidario", dijo Olivo, y contó que hoy esperan a un montón de vecinos que se van a sumar, sin que nadie los llame, a colaborar y a ayudar con los festejos.
Pero la tarde se apagaba y en su último esfuerzo el centro comunitario Solidaridad aún mantenía sus puertas abiertas. Llegaban madres con sus chicos en brazos o a las corridas, los niños muy respetuosos, sentados a un costado, tenían con ganas de jugar, pero había hambre. También se encontraban adultos, saludaban con un movimiento de la cabeza, apenas un "hola" tenue, sentados en sillas y apoyados en mesas redondas a la espera de un plato de arroz con pollo que se sentía desde la puerta del comedor Los gurises. Cristina, Tía Cristina – "Le decimos Tía para diferenciarnos", dijo su tocaya– Dominga, Claudia Olivera, y otras dos mujeres que también trabajan en el lugar, preparan de lunes a viernes el alimento esperado, a veces, el único del día. "En el comedor asisten 60 personas y entregamos unas 280 raciones. Creció muchísimo, hace seis meses entregábamos 150", contó Olivera junto a sus compañeras. Llegan hasta el comedor desde el barrio Presidente Perón, la Villa 351, Anacleto Medina y hasta se bajan del tren vecinos de Colonia Avellaneda. "Es alarmante", dijo Quique Olivo. Hacen guiso, pollo, estofado, hamburguesas, milanesas. Olivera contó que reciben el dinero de la Nación y de la tarjeta Sidecreer. Las mujeres empiezan a trabajar a las 14, a las 18 ya tienen listos los platos. Asisten chicos, adultos mayores y jóvenes de 30 a 40 años "No tienen trabajo. Muchos vienen después de cirujear", dijo la señora mientras preparaba nuevos platos.
El barrio Presidente Perón no es tan distinto a otros que hay en Paraná. Las calles tienen pozos y los trabajadores dan pelea todos los días. Hoy, los niños serán los más privilegiados; que así sea siempre.