Ayer se conmemoró el Día del Maestro en la República Argentina, una fecha donde se reivindica el trabajo cotidiano del docente, en la enseñanza y en la transmisión de valores. El acontecimiento es un buen disparador para analizar su rol social y el estado de la educación.
La emergencia educativa
Foto UNO/Archivo/Ilustrativa
Esa función específica –la de educar– se fue ampliando a otros ámbitos, y el maestro traspasó los límites de la escuela para convertirse en un actor clave en la contención social. En comunidades educativas donde prevalece la pobreza, el hambre y la falta de oportunidades, el maestro –en toda su dimensión– se esfuerza en el intento de recomponer el grave daño que están causando las políticas económicas neoliberales. No solo que no alcanza para comer en el hogar, tampoco los comedores escolares dan abasto para atender tanta necesidad. Y los docentes son testigos de esta cruda realidad. El educador se enfrenta diariamente con estas problemáticas, que no son nuevas, pero que se fueron agravando desde 2015, de retracción en la asignación de partidas y de salarios que no cubren las necesidades básicas. La emergencia no es solo alimentaria, también hay una emergencia del conocimiento, porque miles de gurises están siendo excluidos de un sistema basado en la meritocracia.
La sangría de alumnos que abandonan la escuela abarca un proceso que comenzó hace muchos años, pero que se acentuó en el último lustro. Es una tendencia que el colega Daniel Caraffini reflejó con rigurosidad en su artículo titulado “En la Secundaria, por día de clases más de una docena de alumnos queda en el camino”. Toda esta degradación socio-económica se explica porque a los gobernantes les importa poco y nada el futuro de la escuela pública.
Basta con decir que la educación quedó fuera de la agenda electoral en el año en el que el presupuesto educativo se derrumbó al 5,5% (101.000 millones de pesos), según el trabajo de observatorios y equipos de investigación de diferentes universidades nacionales. Esto da cuenta de que el macrismo incumple con la Ley de Educación Nacional de 2006, que estipula un mínimo de inversión del 6% del Producto Bruto Interno (PBI)
De acuerdo a la negociación paritaria que concluyó en abril, el sueldo de un maestro de grado sin antigüedad en Entre Ríos será a partir de octubre de 18.655 pesos. Con ese nivel de ingresos este universo de trabajadores quedó por debajo de la línea de la pobreza y sin poder cubrir el costo de la canasta básica de alimentos. En buena medida esto explica el histórico reclamo de los docentes por mejoras salariales, cuyo piso retrocedió frente a las sucesivas devaluaciones, al igual que ocurrió con el resto de la clase trabajadora. También es necesario recordar que la administración Macri anuló la Paritaria Nacional Docente, lo que provocó una desigualdad entre los salarios docentes en las provincias.
La huelga como método de protesta, en el caso de Entre Ríos, enfrentó a los gremios a injustos cuestionamientos, principalmente de las familias de los alumnos. Son los mismos padres que cuando se decreta un paro en el transporte público –en el caso de Paraná– se quedan esperando a que por arte de magia se resuelva el conflicto. Pura hipocresía. Lo que no quiere decir que la medida de fuerza de los colectiveros no tenga validez, ni muchos menos.
El Día del Maestro fue motivo de celebración para algunos, de reflexión para otros, que ejercen la docencia con verdadera vocación y compromiso. Vaya si lo saben los docentes de la provincia de Chubut, que llevan siete semanas de paro ininterrumpido junto a los gremios estatales por falta de acuerdo paritario y por salarios impagos. Encima el poder político los quiso amedrentar con una “patota” que quiso desalojar un corte de ruta en el marco de la protesta.
Los maestros y las maestras seguirán levantando la bandera de la educación pública, haciendo patria en cada escuela de barrio, en zonas rurales o desfavorables, pese al ajuste descarnado direccionado desde el Fondo Monetario Internacional (FMI). Como lo soñó Carlos Fuentealba y los docentes de la Carpa Blanca, así como también todo un país que defiende la educación libre, pública y transformadora.











