El clásico del domingo dejó una rara sensación para el futbolero. No fue extraño el rendimiento de Racing Club y tampoco lo esgrimido por Boca Juniors en Avellaneda por la octava fecha del certamen doméstico. En la previa había un duelo interesante entre el líder y el actual bicampeón argentino, entre dos buenos entrenadores y, además, en juego un viejo clásico.
En el fútbol, los bancos estallan
10 de octubre 2018 · 16:56hs
Cancha llena, buen clima y en las formaciones iniciales había promesa de gran espectáculo. Después, en el desarrollo, la Academia impuso condiciones en gran parte del partido y la visita sacó pecho de su espíritu combativo para sellar un empate en dos.
No faltaron emociones, ni mucho menos el juego sagrado que imprime un encuentro de estas características. Pintaba para goleada y terminó en tablas, que pudo ser victoria del Xeneize en el tramo final.
Hasta aquí, ni más ni menos que la descripción, con algunos matices, de lo que fue en resumidas cuentas los 90 minutos y piquito del clásico. Los árbitros tuvieron, como ocurre en todas las fechas y desde hace mucho tiempo, desaciertos para los dos bandos que terminan desatando una histeria colosal.
Los bancos de suplentes fueron un himno de insultos y descalificaciones hacia Darío Herrera y sus colaboradores, que son una marca registrada del fútbol argentino.
Solo los entrenadores de los denominados grandes tienen la licencia para increpar, insultar y descalificar sin recibir sanción alguna.
Los hermanos Barros Schelotto son abonados a levantar su propio espectáculo a un costado de la cancha, y cuando no es Guillermo es Gustavo quien maneja el discurso de los improperios que, a mi criterio, buscan disimular la baja producción de sus dirigidos en compromisos decisivos, tanto en el plano local como en el internacional.
Lo de Chacho Coudet no es menor y su imprudencia muestra claramente su falta de responsabilidad para orientar a un plantel profesional. Después, el show sigue y no se detiene hasta llegar a las duchas.
Si Guillermo Barros Schelotto y Chacho Coudet sostienen a los gritos que sos constantemente perjudicados por los árbitros, ¿qué le queda para el resto de los 24 clubes de la Superliga Argentina de Fútbol? Boca es el actual bicampeón nacional y Racing es líder e invicto del torneo. En síntesis, una locura total.
Párrafo aparte las acciones de los protagonistas en el campo de juego, colegas que visten transitoriamente distintas camisetas; sin embargo hay una falta de lealtad y respeto que no es bueno para alimentar y mucho menos para tomar como ejemplo.
Los mal llamados códigos del fútbol o la otra equivocada frase futbolera: es parte del folclore, no es más que sacar ventaja de acciones que no son parte del espíritu del juego. Habrá que cambiar y mucho para tener un fútbol más íntegro, más sano.
En rueda de prensa los jugadores exhiben otra cara de lo expuesto en la cancha. Todo lo pasado pisado, y aquí algunas de las repetidas frases: "Lo que ocurrió en la cancha queda en la cancha". "Ustedes los periodistas digan lo que vieron". "No voy a hablar más de los árbitros". Así un sinfín de argumentos típicos para sostener y fundamentar las derrotas, cualquiera sea su versión.
No hay que olvidarse de los periodistas partidarios que le han hecho muy mal al fútbol cuando ponen por encima de su fanatismo el verdadero rol del comunicador: informar con responsabilidad. Un puñado de estos personajes viene ganando espacio y su relato se transforma en un discurso payasesco. Allá ellos.
Los jueces deberán establecer normas claras para dirigir un partido, sentido común, y lo más importante, hacer cumplir el reglamento (un reglamento para todos).
Por el lado de los directores técnicos, no importa el nombre, y menos el club, ser rígido en sanciones ejemplificadoras para de una vez por todas terminar con el monólogo pospartido de que el triunfo es de los jugadores y las derrotas son por culpa de los árbitros. Los hechos hablan por si solos, y dejan a las claras que en el fútbol los bancos estallan.