Después de 50 años, los hijos y los nietos de los obreros del mayo francés replican las barricadas en París. En apariencia, sin la profundidad de la lucha contra las consecuencias nefastas de los años de posguerra, tanto en lo económico como en lo social e ideológico los chalecos amarillos comenzaron sus protestas a fines de octubre contra los aumentos de las naftas y gasoil. Son los obreros de las grandes empresas y demás sectores de trabajadores que tienen sus hogares en la periferia de París y otras ciudades, que necesitan el auto para ir trabajar.
De las barricadas a los chalecos
20 de febrero 2019 · 22:40hs
Rápidamente se sumaron otros reclamos obreros y populares como los provocados por los aumentos en el gas y la electricidad y la pérdida de poder adquisitivo de los salarios y jubilaciones. También se plegaron campesinos de las zonas rurales, afectados por la suba de los combustibles y la carestía de la vida en general, los bajos salarios y los precios de sus producciones: un repudio generalizado a la política económica y social del gobierno de Macron.
El 29 de mayo de 2019 se cumplirán 50 años del Cordobazo, la pueblada obrera y estudiantil que hirió de muerte a la dictadura de Onganía, sucedido por más estallidos en otras ciudades argentinas. Cualquier historiador de manual ha relacionado aquel mojón con el clima generado por las noticias que llegaban desde Francia. Este quincuagésimo aniversario sucederá en plena implementación de las medidas que a fin del año pasado anunció el gobierno nacional y son las únicas promesas que Macri ha cumplido a rajatabla: aumentos del 40% en el transporte, 35% en el gas, 55% en la electricidad, entre otros servicios públicos esenciales. Habrá que sumarles los combustibles que ya aumentan por deporte, y en consecuencia de todo lo que hay que adquirir con los salarios que no suben, ni cerca, al mismo ritmo. Ni más ni menos que el plan de austeridad ordenado por el FMI, que aún no se da por satisfecho con la reducción del recorte social: quieren más austeridad y hambre para el pueblo y más ganancias incalculables para las empresas.
Ambos aniversarios tienen sus diferencias; parece ser que en el viejo continente lo celebran con choques con la policía francesa, y acá estamos aguantando con cierta resignación si hay que esperar 50 minutos el colectivo y pasar a pagarlo casi 23 pesos, aunque la semana pasada los movimientos sociales (Corriente Clasista y Combativa, Coordinadora de los Trabajadores de la Economía Popular y Barrios de Pie) se movilizaron con 200.000 personas en Capital Federal y se hablaba de 1 millón en total en 69 ciudades de todo el país, incluida Paraná.
Aún así, no se escucha hablar de otra cosa que no sean las elecciones (¿Macri, Cristina, Lavagna, Massa?), mientras a la mayoría octubre nos quede demasiado lejos, y parece que quienes están en la rapiña electoral aconsejan esperar al año que viene a ver qué hacemos.
Un clima similar se respiraba durante la dictadura de Onganía, por eso a muchos (no a todos) el estallido en Córdoba los agarró desensillando hasta que aclare. Tal vez ahora, medio siglo después, nos pongamos un chaleco para frenar esta política bestial.