Luciana Actis/ De la Redacción de UNO
Harguindeguy: Declararon la madre y el hijo del desaparecido Dezorzi
“Yo nunca tuve miedo. Y nunca le reproché (su militancia) a Oscar, porque yo tenía las mismas ideas que él. Sólo una vez, cuando se estaba por casar porque su mujer había quedado embarazada le dije 'bueno, ahora es el momento de dejar'. Y el me dijo no, al contrario, porque esta era su forma de aportar un granito de arena, de construir un futuro mejor para su hijo y sus nietos”, así cerró su testimonio Santa Teresita Giacopuzzi de Dezorzi, la madre de Oscar Alfredo Dezorzi, el militante peronista desaparecido en Gualeguaychú, durante la última dictadura cívico militar.
En una nueva jornada del tercer tramo del juicio por la Causa Harguindeguy, en el que se investigan crímenes de lesa humanidad cometidos en Gualeguaychú, declararon ante el Tribunal Oral Federal de Paraná tres familiares directos de Dezorzi, secuestrado durante la madrugada del 10 de agosto de 1976, en su casa paterna.
Los imputados en esta etapa son el ministro del Interior de facto, Albano Harguindeguy; el entonces jefe del Regimiento de Gualeguaychú, Juan Miguel Valentino; el exteniente coronel del Ejército, Santiago Kelly del Moral; y los expolicías de la provincia, Juan Carlos Mondragón y Marcelo Pérez.
La primera en declarar fue la madre de la víctima, que actualmente tiene 82 años y fue una de las fundadoras de Madres de Plaza de Mayo de Gualeguaychú. La mujer relató que su hijo fue secuestrado a las 4 de la madrugada mientras dormía.
“Eran tres, pero se negaron a decir quiénes eran, decían que eran compañeros de Oscar. Estaban vestidos de civil”, señaló, y agregó que cuando su esposo quiso ver a dónde lo llevaban, lo apuntaron con un arma larga. En tanto, su hija, que estaba en otra habitación, pudo ver por la ventana cómo estas personas se llevaban a su hermano en un auto.
Oscar -oriundo de Gualeguaychú- vivía en Paraná. Tenía 26 años, había hecho el servicio militar y estudiaba ingeniería electromecánica. Además, trabajaba en el Plan Avícola. Días después del golpe de estado, lo echaron del trabajo y le dieron de baja en la nómina de estudiantes en la facultad. Su esposa tenía 20 años, y su pequeño hijo, 5 meses. Obligado por la situación, la joven familia regresó a Gualeguaychú.
“Él militaba en la Juventud Peronista. Andaba por los barrios, iba a las escuelas rurales, porque también era maestro. Hacían instalaciones de agua corriente en casas humildes. Él siempre me comentaba con alegría todo eso que hacía. Acá (en Paraná) era amigo, compañero de otro chico desaparecido, Claudio Fink”, señaló Santa Teresita.
Tras averiguar en la Policía de Gualeguaychú, la madre de Dezorzi viajó con su nuera a Concepción del Uruguay, donde estaba la sede de la Policía Federal para dar con el paradero de su hijo, pero siempre recibió negativas. Cuando se dirigió al Regimiento de Gualeguaychú, la atendió el fallecido capitán Gustavo Martínez Zuviría, segundo Jefe del Ejército. “Valentino no nos atendió, no se si no estaba o no quería hacerlo. Nos atendió Martínez Zuviría y nos dijo que no sabía nada. Ellos negaron todo siempre”.
Días después, viajó a Paraná, para entrevistarse con autoridades militares del Comando. “Llegamos con mi hijo y no nos atendían. Hacía mucho frío y lloviznaba, nos tenían afuera, como en un corralón. En un momento, un un sargento se apiadó y nos hizo pasar. Nos atendió un teniente Zapata, pero negó todo, que ellos no tenían nada que ver”.
Desde allí, se trasladó al Arzobispado, donde se reunió con el capellán del Ejército, monseñor Julio Metz, quien le comentó que había visto a su hijo con vida. Días después, volvió a Paraná a reunirse con el obsipo para que le de más novedades, pero éste se negó: “Me dijo que le habían dicho que si me daba información, lo iban a tirar desde un avión al río”.
Luego de ese episodio, la mujer no supo más nada de su hijo, a pesar de hacer reiteradas gestiones ante la OEA, la Embajada Italiana, y otros organismos.
La palabra del hijo
Emanuel Dezorzi tiene 36 años y nunca conoció a su padre, más que por referencias. “Cuando lo secuestraron, yo tenía cinco meses y medio. Según las noticias que me llegaron de mi familia, cuando ocurrió el golpe, a él le dieron de baja en la facultad, perdió el trabajo y se fueron en abril a Gualeguaychú”, dijo.
Precisó además que la noche que secuestraron a su padre, él y su madre estaban en casa de sus abuelos maternos, mientras que su padre se quedaba con sus abuelos paternos. “Vivían separados, buscaban una casa para vivir juntos”.
El testigo relató que sus abuelos presentaron una denuncia en la Jefatura Departamental de Gualeguaychú, donde le dijeron que averiguara en la sede de la PFA en Concepción del Uruguay. Además, señaló que su madre presentó una denuncia ante el juez Celestino Toller, quien le dijo que “agarre a su hijo y deje de averiguar, porque le va a pasar lo mismo que a su marido”.
“Mamá quedó asustada y dejó de hacer gestiones, de eso se encargó mi abuela. Ella sentía que la seguían, vivía con pánico. Empezó a sentir una mirada acusadora de la gente de Gualeguaychú, mucha gente que antes era amiga o compañera, se cruzaba la calle para no saludarla”.
Por otra parte, consultado por la Fiscalía, Emanuel dijo que hace diez años, recibieron cartas de la Embajada de Italia para su abuelo y su padre, donde le notificaban que habían conseguido la ciudadanía en ese país. “Figuraba que el trámite se hizo en 1983, como que lo había iniciado mi padre. Imagínense el revuelo que generó eso en mi familia, la primera reacción de mi abuela fue que mi papá estaba vivo en Italia, que había que encontrarlo”, manifestó, y señaló que nunca supieron quién inició esos trámites.
Por último, aclaró que no tiene expectativas de encontrar a su padre con vida. “No tuve padre, durante años no supe si no lo tenía o si no quería verme. Es algo que aún hoy me sigue marcando, hice diez años de terapia”.
Finalmente, expresó sentirse alegre de que la justicia haya llevado el caso de su padre a la instancia procesal, “pero me es difícil ponerme en el lugar de mi abuela, que ella haya tenido que esperar 36 años, que mi abuelo se haya muerto, y todavía no sepan qué pasó con su hijo. Si lo hubieran matado y supiéramos donde está el cuerpo, el daño hubiera sido mucho menor”.
Además de los testimonios de la madre y el hijo, también declaró Jorge Dezorzi, hermano de Oscar, quien reforzó las otras declaraciones y añadió además que viajó hasta la cárcel de Coronda, para saber si su hermano estaba alojado allí, pero no tuvo ninguna novedad.