En María Grande funciona una feria de producción local que nuclea a 15 feriantes -artesanos, agricultores familiares y emprendedores-, quienes acompañados por instituciones del Estado proponen un consumo justo, cercano y solidario de productos saludables y creativos.
Feriantes que se superan y se reinventan: una historia de solidaridad
En los puestos de venta podrán encontrar panificados caseros, dulces y conservas, productos de campo, hortalizas y plantas producidas bajo principios agroecológicos, miel, quesos y todo aquello que producen las familias de la zona en su trabajo con la tierra. Por otro lado, los y las artesanas ofrecen muñecas, pinturas, amigurumis, tejidos, manualidades y adornos, árboles bonsai; todas realizadas con materias primas de calidad y mucha creatividad.
Las ferias y mercados populares no son sólo lugares de comercialización sino también espacios de encuentro donde la comunidad se construye a sí misma.
Sus inicios se remontan a 2013, cuando un grupo de trabajo conformado por artesanos y agricultores familiares acompañados por los organismos gubernamentales dan los primeros pasos para constituir el espacio al que llamaron Feria de Regionales El Reloj- Artesanías y Sabores. Tras la cesión del municipio local de un terreno propiedad del ferrocarril y con financiamiento de la Red 127 y 12 se construyeron dos puestos para la exhibición y venta de producciones locales. Tras un tornado que en 2016 voló las instalaciones que habían construido, lograron reorganizarse como grupo y retomaron la feria con continuidad mensual, los sábados en la Plaza del Reloj Municipal y al aire libre.
Debido a la pandemia y las medidas tanto de aislamiento como distanciamiento social para cuidarse y cuidar a los otros, el grupo de feriantes creó otras estrategias para poder seguir llegando a la mesa de los consumidores. Bolsones de alimentos con entrega a domicilio y a través de WhatsApp fue una estrategia que llegó para quedarse y diversificar las opciones de venta.
La feria trabaja bajo el entramado institucional conformado por la Red de las rutas 127 y 12, un espacio de articulación público privada que interactúa sinérgicamente para el desarrollo rural de esa zona.