Exsoldado que quedó ciego reclama una pensión nacional

No estuvo en el campo de batalla durante el conflicto bélico de Malvinas que enfrentó a la Argentina y a Gran Bretaña en el triste abril de 1982. La historia de Ramón Jesús Arriola, internado en el hospital Castilla Mira de Viale, puede ser la de los 9.500 exsoldados conscriptos que no pisaron suelo continental del archipiélago y que no están contemplados por la ley. Pese a que golpeó todas las puertas no logró ser reconocido por el Estado, lo que lo obligó a vivir de trabajos informales y de la ayuda de la gente. Tiene 52 años, está ciego, a la espera de que su reclamo encuentre respuesta.
 

Sobre su experiencia en las islas contó a UNO: “Estuve apostado en Río Grande, en Tierra del Fuego, en el Batallón Escuela N°5 (Infantería de Marina). Estábamos a 20 kilómetros del centro de operaciones: de noche podía ver cuando se quemaba algo”. Su estado de salud se complicó por un pico de presión que posteriormente lo dejó ciego. Hoy tiene que vivir con una pensión de 250 pesos y la ayuda de autoridades de la junta de gobierno de Las Tunas, como él mismo reconoce. Durante mucho tiempo, la abogada vialense Belkys Badaracco le gestionó la pensión de excombatiente. “Nunca la pude cobrar”, se lamentó. Mientras se ilusiona con percibir un aumento de la pensión, que pasaría a 500 pesos, asegura: “La junta de gobierno de Las Tunas me ayudará con la entrega de un colchón, comida y una cama, además me prometieron gestionarme un terreno donde poder tener una casa”.
 

Arriola es oriundo de La Paz, donde tiene familiares, pero se niega a pedirles ayuda. “Hace 10 años que no los veo; somos siete hermanos, pero a veces por un poco de capricho no he querido llamarlos. Acá -por el hospital de Viale- falleció postrado mi papá. Esa vez llamé a mis parientes y no apareció nadie. No quiero llevar el mismo camino”, recordó con tristeza. Su historia de desamparo lo condujo por diferentes caminos en la vida. Vivió en una casa que le prestaron en Las Tunas y además habitó una capilla abandonada en una zona rural. “Hace 26 años que vivo en Las Tunas”, dijo orgulloso.
 

Su voz del otro lado del teléfono no deja espacio a la repregunta, como queriendo escupir su experiencia, tan traumática como llena de vida. Su relato también se transmite a diario entre los enfermeros y médicos, con quienes comparte la mayoría de su tiempo dentro de la institución. “A mí me internaron por la presión en la vista. Por ese problema, con el tiempo, fui perdiendo la vista. Ahora no me veo ni la punta de los dedos”, describió acerca de su patología. Para moverse dentro de su habitación y en el hospital necesita de la ayuda del personal. “Es el mayor inconveniente que tengo, pero después puedo caminar bien. Igualmente tengo que seguir un tratamiento con un cirujano de Paraná que me va a hacer estudios”, confió.

Su experiencia en la guerra
 

Cuando se desató el conflicto bélico en Malvinas, Arriola estuvo destinado a las bases militares del sur argentino, más precisamente en Río Grande, provincia de Tierra del Fuego. Según recuerda: “Llegué allí con 20 años, ya siendo un soldado veterano. En ciertas ocasiones nos ordenaban cubrir guardia en la frontera con Chile”.
 

No participó directamente en la guerra, pero atravesó los mismos peligros que sus compañeros y sintió en carne propia las penurias de un enfrentamiento que dejó casi un millar de muertos. En su memoria las imágenes siguen latentes, como si el tiempo no hubiera pasado, con el dolor que todavía le pesa por la falta de reconocimiento de las autoridades. “Desde nuestro batallón sentíamos todo, pese a la distancia que había con la isla”, explicó. En todo este tiempo, el hombre tuvo la colaboración de manos anónimas, pero una que lo acompaña hasta hoy: las autoridades de la junta de gobierno de Las Tunas.

Su presidente, Pedro Gauna, lo llevó hasta el hospital cuando quedó ciego el 15 de agosto.
 

En poco tiempo deberá comenzar una nueva etapa en su tratamiento, con la esperanza de recuperar algo de visión. “Tengo que hacerme una cirugía y no pierdo la fe en Dios en que todo pueda salir bien”, expresó.

Lo que dice la ley
 

“La ley abarca a los que sobrevolaron, pisaron o navegaron la isla”, explicó sobre la letra fina de la ley que beneficia a los excombatientes, el director de Veteranos de Guerra de Malvinas del municipio de Paraná, Jorge Benítez. A continuación detalló: “La Ley Nº 23.109 sancionada en la época de (Carlos) Menem marcó un precedente. Nos ampara, porque a partir de esa norma tienen la obligación de darnos trabajo y cobertura de salud”.
 

El dirigente consideró que “fueron varias las leyes que les siguieron, todas reafirmando la primera”, a lo que agregó: “La Ley Nº 20.848 promueve la pensión nacional para veteranos de guerra, por lo que un excombatiente en nuestra provincia percibe un beneficio de 6.500 pesos aproximadamente. En Entre Ríos hay alrededor de 650 veteranos”.