Paula Eder/ De la Redacción de UNO
Tierra, agua y fuego: ritual indio en suelo entrerriano
El rumor comenzó a flotar en el aire casi al final de 2013. En ese entonces abril parecía lejano, y la idea de que un evento de tal magnitud pudiera hacer pie en cualquier ciudad entrerriana, una utopía. Para los primeros meses de 2014 el rumor ya no flotaba, sino que corría -y a toda velocidad- por las redes sociales y en las redacciones, para sorpresa de los incrédulos y el estallido de los fanáticos. El 5 de febrero la misa tuvo fecha y lugar: 12 de abril, en el Hipódromo de Gualeguaychú. El anuncio oficial iba a estar a cargo del gobernador, Sergio Urribarri, en una conferencia de prensa en la Casa de Entre Ríos de Capital Federal, sin embargo esa misma tarde, un incendio y posterior derrumbe en un depósito ubicado en Barracas se cobró la vida de 10 personas y el anuncio fue suspendido por duelo nacional. Podría decirse que el evento del año nunca perdió el estatus de rumor, casi de promesa. Una cuestión de fe. Nadie lo vio llegar, pero dicen que Carlos Indio Solari, por aire o por tierra, desembarcó en suelo entrerriano esa misma tarde, a pocas horas del show. “Bienvenido a casa” rezaba una bandera colgada en la terraza de una casa del centro de Gualeguaychú y es que Solari, además de mito viviente del rock nacional, es entrerriano. Fueron cerca de 150.000 las entradas vendidas, aunque según la Policía local, dentro del hipódromo no menos de 170.000 personas le dieron forma al “pogo más grande del mundo”; y si la cifra parece monstruosa, aún falta mencionar los datos que arrojan fuentes extraoficiales: dicen que más de 200.000 personas llegaron a la ciudad del sur entrerriano para asistir a la misa india y luego dar testimonio de lo que, hasta ahora, se posiciona como el show musical más convocante de la historia. A pesar del frío y de la lluvia, en la plaza principal se asentaron las carpas de cientos de fanáticos. La noche previa, tribus de fans -integradas por familias completas, con abuelos, padres, hijos y nietos- bailaban alrededor de los fueguitos improvisados para amainar el frío. Se reúnen cada vez que Solari lo dispone y lo hacen en nombre de un fenómeno, que si bien al final del día no es más que un show musical, dada la mística que lo envuelve se transforma en una experiencia que va más allá de lo que ocurre en el escenario. Gualeguaychú vio triplicado el número de habitantes durante tres días. Un intenso operativo de tránsito se ocupó de ordenar el ingreso y la circulación de los más de 1.500 colectivos y las más de 1.000 camionetas que llegaron a la ciudad. Los controles habían comenzado tres días antes, en las rutas nacionales 12 y 14 entre Zárate-Ceibas-Gualeguaychú, y en el acceso a la ciudad. En cuanto al operativo de seguridad se supo que alrededor de 1.100 efectivos policiales de la provincia se encargaron de garantizar la seguridad de vecinos y visitantes. Además, se contó con la presencia de 360 agentes de seguridad privada contratada por los productores del show. De esta manera, no se registraron disturbios ni hechos de inseguridad graves. Aseguran que este singular ambiente de tranquilidad festiva es otra de las improntas del evento, que reúne a miles de desconocidos que se hermanan bajo la consigna “una que sepamos todos” para paliar la ansiedad. Minutos antes de las 22, Solari y los Fundamentalistas del Aire Acondicionado salieron al escenario. Entre el barro y el frío, el sonido de los primeros acordes de Nike es Cultura erizó la piel del pueblo ricotero, y del otro también. La ciudad dejó cantar a los Pajaritos, Bravos Muchachitos y nada más. Y sonó fuerte.
Las cifras
*El recital duró dos horas.
*Ocho puestos sanitarios fueron instalados en el predio del hipódromo.
*20 pesos fue el precio promedio del choripán en la ciudad.
*16 fue la hora en la que se abrieron los dos accesos al hipódromo.
*600 pesos se llegó a alquilar una pieza.
*30 fue el precio promedio del vaso de cerveza y fernet.
*120 los periodistas acreditados de todo el mundo.
*150 los carteles de señalización ubicados dentro del vallado.
*350 la cantidad de baños químicos que se colocaron para el espectáculo.
*400 operarios trabajaron en la instalación del escenario.
*1.100 los efectivos policiales presentes entre la Brigada Aérea, Bomberos Zapadores y Bomberos Voluntarios, la Dirección Prevención de Delitos Rurales, puestos camineros en ruta nacional Nº 14, el 911 con una central de comunicaciones y efectivos de distintas departamentales de la provincia.
*2.500 fue la cantidad de colectivos y combis que llegaron a la ciudad.
*108.937 son los habitantes de Gualeguaychú, casi la mitad del número de asistentes al show.
*151.000 fue la cantidad de entradas vendidas a 350 pesos cada una.
*100 millones es la cifra en pesos que habría ingresado el show a la ciudad.
*El recital en la ciudad de Gualeguaychú significó el reencuentro de cuatro de los cinco integrantes de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, banda que se separó en 2001.
Una misa antológica
Matías Larraule/ De la Redacción de UNO
“Solo te pido que se vuelva a juntar”. Ese es el deseo que expresan las bandas en la previa de cada recital del Indio Solari y de Skay Beilinson. El reencuentro entre el espíritu y el corazón de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota es una utopía. El regreso de la banda más convocante es una ilusión que se esfuma rápidamente, más allá de los rumores (o bombas de humo) que circularon en los últimas semanas de retornos para mayo de 2015.
Dentro de este panorama, el hipódromo de Gualeguaychú fue escenario de una cita antológica celebrada el 12 de abril. No solo se trató de la Misa más convocante de la historia de Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado. Fue el reencuentro de cuatro de los cinco exintegrantes de Los Redondos.
A fines de 2013 el Indio convocó a Sergio Dawi, Semilla Bucciarelli y Walter Sidotti para grabar La Pajarita Pechiblanca, tema que cierra Pajarito, Bravo Muchachitos (Frase que citaba el calvo cantante en la época de los pubs). El saxofonista había sido invitado por Solari en su primera misa solista, en noviembre de 2005. En Gualeguaychú, hicieron delirar con La Pajarita. Golpearon las puertas del nuevo cielo con Ya nadie va a escuchar tu remera y Jijiji. Fue el cierre de una misa antológica que quedará grabado en todos los vagos de mil caravanas.













