Luciana Actis
El disco que gira en la paradoja
Escenario
Hoy, a las 23, en el Centro Cultural La Vieja Usina, los santafesinos de Ginkgobiloba presentarán su nueva producción discográfica, “La tostada y el gato”. La banda paranaense Argentino Bordolino tocará como invitada.
Cada proceso de creación es distinto a otro. Aún cuando los creadores involucrados sean los mismos. Para Ginkgobiloba, banda oriunda de Santa Fe con 11 años de existencia en su haber, esto se vuelve visible una vez más a la hora de editar su cuarto disco larga duración.
Justo antes de entrar en un hiato de más de un año la banda grabó en el estudio El Pote, en Santa Fe, cinco canciones nuevas y tres versiones de temas anteriores que ya distaban mucho de sus versiones originales, en gran medida debido a la incorporación de Francisco Larpín en percusión.
El título del disco remite a la paradoja -cómica- del gato atado por la espalda a una tostada untada, al que se lo deja caer al piso. Los gatos siempre caen de pie y las tostadas siempre caen por el lado de la manteca. Son dos leyes de la física muy importantes y que nunca han cambiado. Pero hay un problema. Éstos dos se pueden contradecir entre sí, provocando inimaginables efectos: el gato quedaría girando en estado de ingravidez.
Escenario habló con Jorge Mockert, baterista de la banda:
–Contame sobre “La tostada y el gato”, ¿cómo concibieron este disco, cómo fue el proceso?
–Fue un proceso muy particular, que tiene que ver mucho con el nombre del disco. Después de 11 años del grupo, de haber pasado las mil y una, nos encontramos, por un lado con mucho entusiasmo y por el otro con largos viajes que nos separaban sin saber si había reencuentro. Y en medio de ese panorama, con canciones nuevas y un nuevo sonido también, dijimos: ‘¿Qué hacemos?’ Y ahí fue que decidimos grabar juntos antes de distanciarnos. Luego ,ese material se fue enriqueciendo, grabando cada uno desde un lugar distinto y llegando a lo que hoy tenemos culminado y con muchas ganas de mostrar a la gente.
–¿Cómo ha sido el recorrido sonoro de Ginkgobiloba?
–Creo que la búsqueda es la reinvención constante. Partiendo de que Ginkgo nació como una banda de rock de garage, bien desde ese impulso primero de la libertad que el rock significó para muchos. Desde ahí seguimos buscando, y sobre todo encontrando nuevos lenguajes, nuevos sonidos, pero siempre conservando esa libertad o juego en común. También nos sirvieron los años para escucharnos desde afuera, desde las orejas de otros y ahí aprendimos muchísimo. Crecer tocando con maestros como mi viejo, Jorge Mockert, Fernando Samalea y otros tantos que nos han marcado. Hoy, después de todo eso, quizás nos sentimos más seguros en nuestro ecléctico estilo. Y eso es el nuevo disco, dónde conviven décimas con ritmo de milonga distorsionada, con un rock en siete cuartos ó una cumbia estrafalaria.
–¿Cómo cambió la banda con la incorporación de Francisco Larpín en percusión?
–Francisco es un gran músico y una gran persona, y eso siempre suma. A su vez él estuvo alrededor de Ginkgo desde varios años antes de su incorporación oficial, lo que hizo todo más natural y fluido. De hecho vivíamos juntos en Buenos Aires, en la misma casa con él, el bajista (Memo) y yo, así que lo humano, que muchas veces es lo más importante, está desde hace mucho.
–¿Con qué se va a encontrar la gente en el show del viernes?
–El show del viernes trae una propuesta no solo musical sino también visual. Esta última gracias a Valentín Gatti, quien va a estar dibujando digitalmente en vivo, y Pablo Lara en la iluminación. Además, la apertura de la noche estará a cargo del grupo local Argentino Bordolino, a quienes admiramos mucho. Pueden conocer más entrando a los facebook respectivos de cada grupo donde hay adelantos para escuchar y ver.
Data
Ginkgobiloba es: Jorge E. Mockert (batería y voz), Demian Pozzo (guitarra y voz), Emiliano “Memo” Beltzer (bajo y voz), y Francisco Larpín (percusión).
La banda ha basado la creación de su música en la experimentación, en la mezcla de géneros y estilos: rock crudo y violento de los setenta, con mucho trabajo rítmico, enriquecido con melodías y armonías propias de géneros: como el jazz, el folclore argentino, y música latinoamericana.