“Me pareció que había un conflicto interesante ahí”, dijo María Paz González al hablar del tema central de la película Lina de Lima, un filme que expone como pocos la problemática de la migración y el caos que genera para las personas que tienen que viajar a otro país para mantener a su familia.
Un filme con el ojo puesto en el difícil viaje interno de las migraciones
El filme de la realizadora chilena, que es una coproducción entre Chile, Perú y Argentina, se estrenó ayer en Cine.ar TV, pero desde hoy está disponible en forma gratuita por una semana en la plataforma Cine.ar.
Lina es una mujer peruana que vive en Chile haciendo tareas de hogar para una familia, mientras extraña a su hijo y la vida que no tiene en Perú, y envía dinero a los suyos, en una historia que saca tantas risas como lágrimas.
“El proyecto partió como un documental, investigando, conociendo y compartiendo con mujeres peruanas que vivían y trabajaban en Chile. Me interesó cómo cambiaban lejos de su casa y las contradicciones que aparecen con el tiempo y la distancia. Me pareció que había un conflicto interesante ahí”, dijo la directora de la cinta, María Paz González, en una entrevista con Télam.
Lina, interpretada por Magaly Solier —la actriz y cantautora que tomó popularidad con el filme La teta asustada— vive pegada al celular, enviando y recibiendo mensajes desde Lima. En Chile tiene a su prima, con quien puede pasar algunos ratos, aunque la soledad es la que la acompaña en todo momento.
Ella busca cariño en desconocidos, ya sea coqueteando en un boliche o a través de aplicaciones para citas. Para que el drama de la migración se haga más latente, Lina tiene todo listo para pasar en Perú las fiestas con su hijo, pero un imprevisto hace temblar este plan. Así, lejos de sus seres queridos, fantasea entre ensoñaciones musicales y la casa con pileta que debe preparar antes de la mudanza de la familia que la emplea.
“Creo que cada película tiene el desafío de encontrar su propio lenguaje y forma, el que sea más expresivo en función del potencial que le ves a tu historia. La ficción no fue algo que me propusiera con antelación, ya que la película se convirtió en una ficción pues me daba mayor libertad para explorar en las contradicciones de Lina, un personaje que está inspirado en muchas historias reales”, explicó la realizadora.
—¿Por qué decidiste que los ensueños de Lina sean a través de canciones y coreografías?
—Porque la música tiene un lugar muy importante cuando recuerdas tu lugar de origen, tu infancia, la historia que dejas en otro lado. Me pareció un elemento poderoso para dar cuenta del mundo interior de Lina y para poner en tensión sus conflictos, que la hacen debatirse entre el deber y el placer. Entre ser lo que otros esperan y lo que ella imagina o quisiera para sí misma.
—¿Qué rol juegan las redes sociales en las personas que viven una vida solitaria casi por obligación?
—Las redes son un medio, un canal que trae todo y frente al cual puedes jugar múltiples personajes. Para Lina el teléfono es un aparato inquietante, que la acompaña, que le trae noticias que no quisiera escuchar, que le hacer ver cómo ha perdido el control y que también le da la posibilidad de explorar en sus deseos, de jugar, de divertirse. Puede ser otra, pero también descubrir nuevas facetas de sí misma.
—Lina juega con la hija de sus patrones como si fuera su hija y usa la casa nueva como una propia. ¿Lo hace deseando que fuera su propia vida o a modo de distracción?
—La película propone varias contradicciones entre el personaje y los espacios que habita. Para mí hay una relación un poco de espejos entre las historias de Lina y la que podría tener por ejemplo el padre de Clara, la niña que ella cuida. Si bien ambos prometen volver y tienen una vida al otro lado de la frontera, el fondo de sus conflictos es distinto. En América Latina, el lugar donde naces define mucho el tipo de conflictos y las posibilidades que tendrás en tu vida. No creo que Lina aspire a tener la vida de su patrón porque en el fondo sabe que su vida es otra, pero desde el margen aprovecha los pequeños privilegios que le da esa casa donde por ejemplo el hecho de estar sola y de tener espacio se vuelve un lujo, que a la vez le da la posibilidad de distraerse y de explorar en el placer también. La casa enfrenta al personaje con sus contradicciones, pero no le ofrece una respuesta.
—¿En qué momento creés que el migrante pasa de la ilusión a la desilusión?
—Cada proceso es distinto. Creo, sí, que hay momentos importantes. Por ejemplo, cuando viajas con la idea de que estarás determinado tiempo fuera y te das cuenta de que no alcanzas a ahorrar lo suficiente y vas alargando los plazos. El día a día consume gran parte de lo que muchas veces se propusieron ahorrar los migrantes.
En ningún lugar la vida es fácil y hay mucha energía puesta en conseguir las metas. Las metas cambian con el tiempo y eso plantea también otros conflictos internos que son los que mira la película. Hay una gran clase trabajadora que no pasa por la ilusión o la desilusión sino por la necesidad de sobrevivir y de salir adelante como sea. Eso me parece que en muchos casos es una convicción muy profunda de los migrantes.