El martes el cantante Neil Young anunció que llevaba a los tribunales la campaña de Donald Trump por el uso de sus temas Keep on rockin’ in the free world y Devil’s sidewalk en el fracasado acto de Tulsa, Oklahoma, saboteado por miles de adolescentes.
Músicos que no quieren ser utilizados en la campaña de Trump
“En conciencia no puedo permitir que su música sea empleada como tema principal para una campaña divisoria y antiamericana de ignorancia y odio”, afirmó Young, que se ha declarado seguidor del izquierdista Bernie Sanders.
Sus cuitas con Trump, a cuya campaña ha exigido entre 750 y 150.000 dólares por cada infracción de derechos de autor, vienen de lejos. Desde 2015, cuando el magnate presentó su candidatura presidencial usando ya Keep on rockin’ in the free world . Entonces Young dijo que Trump no tenía permiso, pero el mánager de la campaña afirmó que aunque habían comprado los derechos respetarían su deseo de no usarla. Y Trump tuiteó “para los incrédulos” una foto estrechando la mano de Young en su despacho y le llamó “hipócrita total”, asegurando que había acudido a pedirle dinero para un proyecto y le había invitado a un concierto.
Las cosas entre ambos han empeorado. Young, un canadiense que desde hace más de medio siglo vive en Los Ángeles, asegura que se ha nacionalizado estadounidense este año para poder votar contra Trump, al que califica como “incapaz” para el cargo tras negar la influencia del cambio climático en los fuegos que arrasaron California en 2018 quemando su propia casa. En febrero hizo pública una carta en la que llamaba a Trump “desgracia para mi país” y le señalaba que no podía usar sus temas. Lo que no fue óbice para que Trump los empleara de nuevo en el Monte Rushmore el 4 de julio –Young tuiteó que él estaba de lado de los Lakota Sioux, en cuyas tierras se cinceló el enorme monumento– y en Tulsa.
Pero Young no ha sido el único en amenazar a Trump por el uso de su música: lo han hecho ya los Rolling Stones o la familia de Tom Petty. Michael Stipe, de R.E.M., le espetó en 2015 que no usara sus temas para su “imbécil farsa de campaña”, en la que sonaba It’s the end of the world as we know it (and I feel fine) .