Glamour, transformismo, risas e interacción con el público son las claves de “Humor sin fronteras”, el nuevo espectáculo del rosarino Martín Torres “La Yibré” y el paranaense Pablo Millán. Los actores presentan este show con música en vivo, monólogos y gran despliegue de vestuario en la vecina provincia. La posibilidad de hablar con los medios respecto del espectáculo dio pie al abordaje de tópicos culturales que dejó tela para cortar en relación a la igualdad.
"Hablar con 'e' no es incluir nada, la inclusión es que te ayuden"
“La Yibré es un personaje crítico que dice lo que nadie dice”, destacó Torres, que lleva más de 20 años en el universo del transformismo. Por su parte, Pablo Millán piso un escenario rosarino por primera vez luego de una extensa trayectoria que incluye 10 temporadas teatrales en Villa Gesell, dos en Brasil, 16 en Mar del Plata y dos más en la temporada veraniega de Villa Carlos Paz. Además, claro está de una extensa trayectoria en Paraná, la ciudad que lo cobijó artísticamente.
Antes del gran estreno, Torres charló con Escenario sobre el gran cambio en el humor: “Hay cosas que no se pueden decir de la manera o forma que años atrás, no porque ofendan, sino porque ya no es hacer humor reírse de otro”, apuntó.
Además habló de todo: sus comienzos, lo difícil de hacer teatro en Rosario, criticó el lenguaje inclusivo y expresó su desacuerdo con la ley del matrimonio igualitario. “Cuando se aprobó el matrimonio igualitario les servimos a nivel político porque fuimos el primer país de Latinoamérica en tener esta ley. Son cuestiones políticas, somos votos”, disparó el artista rosarino.
—¿Cómo nació “Humor sin fronteras”?
—Hace nueve años que soy productor de Club Fellini y así nos conocimos con Pablo, tuvimos muy buena química y decidimos hacer un espectáculo juntos. En el show hay varias secciones musicales, una popular y otra de homenajes a películas y novelas de amor, que incluye referencias a “Titanic”, que es muy graciosa.
—¿En el humor se puede hablar de cualquier cosa o en estos tiempos hay que tener cuidado con ciertos temas?
—Antes decía cualquier cosa, ahora no. Ya no funciona reírse de otro, hay que hacer humor desde otro lugar. No hacemos humor burdo, es un show para toda la familia.
—¿Pensás que la mujer sigue estando cosificada?
—Sí, por supuesto. Siempre me maquillo en mi casa y después voy al teatro. Nunca hay taxis en la puerta de mi casa, pero cuando estoy como mujer pasan mil taxis. Siguen viendo a la mujer como un objeto que cumple ciertos parámetros, porque si es gorda no paran, si es linda y llamativa, sí.
—¿Cómo describís a La Yibré?
—Nació una vez que me invitaron a una fiesta de disfraces; todos iban de viuda o de vieja y yo me fui de vedette, con un casco de plumas, desde mi casa hasta Pichincha (barrio de Rosario), caminando desnudo por la calle, en los 90, a mis 18 años. Esa noche me vio un productor local y me llamó para trabajar de drag queen y el día del estreno llegué al escenario y no tenía nombre. Cuando me preguntaron cómo me llamaba, dije que no sabía, y un compañero me miró, y yo tenía toda la cara llena de purpurina, y dijo “Con ustedes, La Yibré”. Y quedó. Al principio, era un personaje burdo pero ahora es crítico y dice lo que nadie dice. He estado internado hasta las 7 de la tarde y a las 10 subí al escenario. Trabajé con 40 grados de fiebre, enfermo, con un drenaje. El aplauso del público me hace bien. Por eso quisiera tener otro reconocimiento.
—¿Preferís que te reconozcan por Martín o por La Yibré?
—Martín La Yibré todo junto, mi nombre y el personaje. Recibí premios el año pasado como el de la Gordillo y Madre Selva. Lo que siempre aclaro es que soy un actor, no soy travesti ni transexual. Soy gay pero no estoy de acuerdo con el matrimonio igualitario ni la adopción. Un papel no da seguridad afectiva. Además, cuando se aprobó el matrimonio igualitario les servimos a nivel político porque fuimos el primer país de Latinoamérica en tener esta ley. Son cuestiones políticas, somos votos.
—¿Estás de acuerdo con el lenguaje inclusivo?
—Si hablamos de inclusión, hablemos de que cuando vayas a un restaurante tengas una carta para celíacos y no que hablen como una tarados. Hoy escuché que el PAMI va a empezar a usar el lenguaje inclusivo. ¿De qué estamos hablando? La madre de una amiga está esperando hace más de un año una prótesis de rodilla. La inclusión es actividad, estar presente, que te ayuden. Hablar con “e” no es incluir nada.
—Se priorizan temas que no son prioridad...
—Claro, si me decís que vivimos en Suecia, bueno, dale, hablemos de lenguaje inclusivo. Es igual al tema del aborto. Primero hablemos de educación y después del aborto. Hablar es muy fácil, pero después, las acciones son otra cosa.
—¿Te resultó fácil hacer una carrera?
—Hacer café concert es fácil, en 2019 hice 110 funciones en Club Fellini, pero no tengo apoyo de nadie. Cuesta mucho hacer teatro en Rosario. Recién ahora con este nuevo gobierno veo un cambio. Me llamaron el Día de la Música como parte de la comunidad LGBT y me pareció que son gente que tiene un pensamiento distinto. Les dije que los felicitaba por tenernos en cuenta, porque había gente de la comunidad toba, tangueros, todos. El año pasado presenté 10 funciones de “Mamushka” en el Atlas a sala llena, pero igualmente cuesta. En 24 años de oficio nunca dejé de trabajar, pero a veces estoy a la deriva. Las publicidades son carísimas. En mi caso hago todo, desde el vestuario hasta la edición, la publicidad, no tengo un productor.
—Las redes sociales facilitan mucho la autogestión...
—Sí, es un complemento. Pero si querés hacer una nota en un noticiero, olvidate. No te ven como un actor que se prepara, que actúa y emociona, que trabajo en shows solidarios para comedores infantiles, para geriátricos, nadie se enteró, no salió en ningún lado.
—¿Te gusta ser independiente o hacer una comedia con elenco?
—Sí, con Pablo Millán tenemos la idea de hacer una comedia con producción de Carmen Barbieri, tengo muchas ganas de eso. Pero no me gustan los elencos numerosos.