El actor Jorge Román es uno de los protagonistas de la serie Monzón, una “true crime story” producida por Disney Latinoamérica y Pampa Films para el grupo Turner, que se estrenó el lunes por la pantalla de Space con dos capítulos en continuado.
"El contraste de Monzón es tremendo", dice Jorge Román, protagonista de la serie
Esta superproducción televisiva dirigida por Jesús Braceras cuenta con 13 capítulos y un elenco conformado, además, por Celeste Cid, Carla Quevedo, Soledad Silveyra y Gustavo Garzón, entre otros.
Román compone a un Carlos Monzón adulto, que mantiene una tormentosa relación con su segunda esposa, Alicia Muñiz, a la que asesina en febrero de 1988 en medio de una intensa y descontrolada temporada de la farándula local en Mar del Plata, la misma en que muere Alberto Olmedo al caer desde el piso 11 de un edificio, 20 días después del femicidio de Muñiz.
Además del fuerte parecido físico con el boxeador, que se lo hacen notar desde niño, otros elementos emparentan a Román con el múltiple campeón mundial y tienen que ver con la infancia y las geografías.
“Yo soy formoseño, de Palo Santo, mi papá era mocoví, tengo ascendencia toba y en San Javier (el pueblo santafesino de Monzón), hubo también un asentamiento mocoví fuerte”, cuenta Román en charla con Télam en una primera aproximación.
“Cuando la gente de la producción me mostró fotos de San Javier y vi el rancho donde podría haber nacido Carlos, dije “yo nací ahí”, yo vengo del monte, la gente que nació en esos ranchos de San Javier tienen mi misma fisonomía; también la pobreza, el alcohol en ese medio, son cosas que no me tuvo que contar nadie”, agrega el actor que marcó trazas fuertes con sus composiciones en El bonaerense, de Pablo Trapero; La Leona y Nordeste, entre otros filmes.
—En la serie a usted le toca la parte más dura de Monzón, no la del boxeador exitoso, sino la de la persona que asesina a su esposa, purga cárcel, ¿cómo fue la construcción de ese Monzón?
—La parte que a mí me toca es la más densa. Con el director y la producción de la serie fuimos añadiendo retazos de la vida de Monzón porque había que hacer dos movimientos para construir el personaje: abrevar en el pasado para entender cómo había llegado allí y poner mucho el cuerpo en lo que venía, analizar lo menos posible y conectarme con toda la furia, la violencia y la intensidad que requería esa etapa del personaje. Hubo también un gran trabajo de investigación en el equipo que armó la historia, fuentes familiares, biográficas, de los medios de comunicación, de modo que la caracterización estaba muy clara.
—¿Se trabaja mucho la relación Monzón-Alicia Muñiz en la serie?
—Alicia tiene todo un capítulo dedicado a ella, pero además de eso el vínculo de ella con Monzón está desarrollado de punta a punta, trabajamos el antes, el durante y el después de ese vínculo, un trabajo que hicimos con Carla Quevedo (la actriz que interpreta a Alicia) de carácter quirúrgico, al detalle. Fue un trabajo donde tuvimos que cuidarnos, porque la intensidad y la violencia eran una constante y había que regular el trabajo actoral en jornadas muy largas: hacer el artificio de la violencia contra una persona cuando tenés un ser humano enfrente te impone un límite real porque es algo complicado. Estuvimos casi tres semanas con Carla en una casa que recreaba la mansión de Pedro Zanni 1567 de Mar del Plata donde pasan el último verano y donde él la mata.
—¿Y la cuestión de la cárcel?
—Me dediqué a ver cuanto pude, hay una biografía autorizada de Monzón en Youtube de Mercedes Martí y ahí ves a un hombre quebrado, disminuido desde muchos puntos de vista y aún así Monzón en la cárcel seguía marcando distancia, como una incapacidad histórica en él de conectarse sensiblemente con las cosas. Para mí, las carencias de Monzón en su infancia no son solo económicas, de una pobreza casi absoluta, sino también de contención afectiva y emocional, tenía un padre alcohólico y vivía en un medio donde sobrevivir muchas veces significaba pegar. Monzón cuenta en ese largo reportaje de Martí que intentó suicidarse dos veces, y yo creo que la soledad y el ocaso que sufre ese hombre después de haber estado en la cima es doble o triple a la de cualquiera, los contrastes entre la gloria y la celebridad y esa caída deben haber sido tremendos.