En Argentina, Uruguay, Chile, España y Brasil se celebra hoy el Día del Amigo. Miles se personas se preparan para festejar, y en todas partes del mundo se tejen experiencias de lo más variadas en torno a ese vínculo tan especial. En este marco, Jésica Barraza y Mónica Retamar compartieron su historia con UNO. Ambas se hicieron amigas cuando eran chicas, y más tarde supieron que son hermanas. Entre coincidencias y desencuentros, hoy sostienen un vínculo, a pesar de la distancia y el paso del tiempo. Jésica tiene 30 años y se crió en el barrio La Palangana, en Paraná. Entre los recuerdos imborrables de su niñez, las tardes de juegos con una vecina quedaron grabadas de manera especial. Era Mónica, su amiga de la infancia, quien periódicamente llegaba a la casa de al lado a ver a su papá y en cada visita se juntaba con Jésica para compartir pasatiempos y diversión. Entre tardes felices y meriendas, fue hace más de dos décadas cuando supieron la verdad sobre el lazo de sangre que las une, más allá de la relación fraterna que habían forjado entre ellas.
Eran amigas de la infancia, supieron que son hermanas y hoy celebran este vínculo
Mónica hoy tiene 33 años y recordó que en ese momento su papá le contó que Jésica también era hija suya. Sin saber aún el motivo, aunque conociendo el trasfondo de una historia familiar compleja, la joven supo que su hermana había sido dada en adopción. También a Jésica sus padres adoptivos le contaron la situación. A esa edad, saber que su mejor amiga era su hermana la embargó de felicidad, pero pronto se esfumó cuando tuvieron que mudarse de barrio y perdieron el contacto. “Nosotras dos éramos vecinas y jugábamos juntas. Así nos hicimos amigas. Después me enteré que era adoptada y mis padres adoptivos me informaron que esa nena que iba a jugar conmigo era mi hermana. Tenía 10 u 11 años en esa época”, contó la más chica. A su vez, señaló: “Cuando me lo dijeron, al principio me sorprendí, porque era una noticia que no me esperaba. Después me puse contenta, pero luego nos mudamos de barrio y pasaron muchos años sin vernos. Nos pudimos volver a ver porque mis padres adoptivos me llevaron adonde ella vivía. La buscaron y hablaron con la que era mi madre biológica y me llevaron a visitarla”. “Volverme a encontrar con ella fue re lindo, más sabiendo que es mi hermana”, afirmó. Sin embargo, vivían en diferentes zonas de Paraná y la distancia hizo que dejaran de frecuentarse.
Pasó el tiempo, pero las vueltas del destino las sorprendieron otra vez, cuando coincidieron en una fiesta de un cumpleaños de 15 de una prima de Jésica, que a la vez era amiga de Mónica. “Nos encontramos esa vez y seguimos siendo amigas. Aunque no nos podamos ver seguido, porque cada una tiene su familia, estamos en contacto a través de WhatsApp y cuando podemos nos visitamos”, subrayó Jésica. Mónica también rememoró los momentos en que supo que su amiga era a la vez su hermana: “Cuando iba a la casa de mi viejo a visitarlo yo jugaba con ella, que era una vecina, y un día a mi viejo se le da por decirme que ella era mi hermana. Después la perdí de vista porque los padres adoptivos se la llevaron a otro lugar”. “No sabemos por qué fue dada en adopción y es un tema que generó enfrentamiento en mi casa, con mi mamá, con diferentes versiones.
Tengo otra hermana más que fue dada en adopción y está con mi tía, y después tengo más hermanos por parte de madre”, confió, sin ahondar en mayores detalles. Acto seguido, la mayor de las hermanas también celebró que la vida les haya dado la oportunidad de un reencuentro para seguir unidas y verse cada vez que pueden: “Éramos chicas cuando nos enteramos que somos hermanas, y Jésica es menor que yo. Entonces lo hablamos al tema. Pero después nos perdimos varios años. En ese tiempo, cuando la vuelvo en encontrar de casualidad en un cumpleaños, nos vimos otras veces más, y ahora mantenemos el contacto. Al final nos volvimos a juntar ahora de grandes, aún cuando cada una tiene su familia y por diferentes cuestiones y horarios no podamos vernos tan seguido”, explicó Mónica.
A principios de este mes se reunieron y en Facebook compartieron las fotos del encuentro: “Tres sobrinos hermosos y dulces, gracias por el bizcochuelo muy rico. Gracias, lo pasé muy lindo. Los quiero”, posteó Mónica en su perfil junto a las imágenes con Jésica y sus hijos. Ambas tienen la misma sonrisa y un cierto parecido físico. Además del parentesco, las une el sentimiento de ser familia: “Lo único que puedo decir es que eso de que la sangre tira es cierto, porque con Mónica siempre tuve una afinidad increíble. Cuando éramos chicas y no sabíamos todavía la verdad, estar con ella en lugar de jugar con otras nenas para mí era primordial. Y el saber que somos hermanas me llenó de alegría”, concluyó Jésica, visiblemente entusiasmada.
Uniones fraternas
Una historia similar a la de Jésica y Mónica se difundió hace poco, cuando Marcos Camino, unos de los creadores del grupo Los Palmeras, se enteró de que Miguel Ocampo, a quien conoció a los 9 años en el colegio y se volvieron amigos inseparables, también es su hermano. Marcos tiene ahora 68 años y Miguel 69. Recién a los 20 años supieron la verdad: que los vinculaba más que una amistad, y que esa unión fraterna se transformaría además en un lazo de sangre. Fue el padre de ambos quien se lo contó a Miguel, y un día después a Marcos. Miguel se fue a Buenos Aires, afectado por el shock, pero un año más tarde pudo reencontrase con su amigo de toda la vida. Fue una sorpresa que hoy también celebran y los gratifica