Vanesa Erbes/ De la Redacción de UNO
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Entre carpas y actividades lúdicas germinan los genios
Cuando se piensa en un científico, es habitual imaginarse a un anciano canoso con anteojos en un frío laboratorio rodeado de pipetas. Sin embargo, las ciencias son plausibles de desarrollarse y de enriquecerse en contextos diferentes, como en un campamento. Y no son solo potestad de personas con muchos años de trayectoria en una disciplina: también adolescentes y jóvenes apasionados por innovar y crear puede hacer grandes aportes y son la semilla para el conocimiento de un futuro cercano.
En el polideportivo municipal de General Ramírez, una localidad situada a 64 kilómetros de Paraná, alrededor de 300 chicos de escuelas Secundarias están viviendo esta experiencia.
La mayoría llegó para unirse a sus pares locales no solo desde otras ciudades de Entre Ríos, sino también de distintas provincias, como Córdoba, Santiago del Estero, La Pampa, entre otras; y otros grupos vinieron desde Brasil, específicamente desde Onorio y Río Grande do Sul.
La actividad empezó el martes y culmina mañana. Se trata del 7º Campamento Científico y 2º Encuentro de Jóvenes Científicos. Esta instancia, organizada por el Club de Ciencias Olga Carlevaris de Velázquez de la escuela de Nivel Medio N° 4 Francisco Ramírez, comenzó a desarrollarse en 2008 y fue declarada como actividad innovadora a nivel pedagógico en el Congreso de Educación que se realizó ese año.
Griselda Folmer, una de las docentes del establecimiento y coordinadora del club de Ciencias, señaló a UNO: “Se fusionan las actividades que hacen los profesores de Educación Física en la cuestión campamentil y de recreación, y entre las 14 y las 18 se brindan los talleres formativos para desarrollar los temas de ciencias, con paneles de distintas disciplinas, y actividades lúdicas que son disparadoras del interés del chicos”.
“Estos talleres en general son dictados por profesionales universitarios que vienen de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), de la Universidad Nacional del Litoral (UNL), de la Universidad Autónoma de Entre Ríos (Uader), de Puerto Ciencia, y del Centro de Investigaciones de Diamante”, acotó.
El grupo de docentes del Club de Ciencias de Ramírez y los directivos de la escuela secundaria local trabajan prácticamente todo el año para desarrollar esta tarea. Cuentan con el apoyo del municipio y con áreas del Gobierno provincial, como la Subsecretaría de Ciencia y Tecnología. Son apasionados y comprometidos con lo que hacen.
En medio del folclore particular que se despierta en este tipo de instancias, el intercambio de experiencias y la fraternidad que se generan en un campamento enriquecen el conocimiento científico. “Nos planteamos que los chicos tienen que aprender y divertirse, y compartir con otros. Y año a año se cumplen. Salimos del contexto del aula y se genera otro ambiente en un espacio natural que los convoca y une”, expresó Folmer.
Durante el día se presentan los trabajos escolares, se dan talleres de distintas disciplinas, con facetas variadas como experiencias de química, construcción de dispositivos, observaciones astronómicas, talleres y charlas con docentes de universidades, fabricación de instrumentos musicales, papel y calidoscopios. También se les enseña a los estudiantes a redactar un informe científico y a preparar los trabajos que serán presentados en algún certamen.
A partir de la tarde hay actividades recreativas: concursos de acertijos, juegos de integración, clases de baile, obras de teatro, un fogón nocturno y un concurso de disfraz en el bailable científico. En este marco, la alegría de compartir es un condimento esencial que hilvana las actividades de manera amena y fortifica los lazos de quienes, a lo mejor, algún día descubrirán una vacuna o patentarán un invento.
Trabajos premiados e innovaciones
Una de las científicas que llegó al campamento para brindar una charla y fue reconocida por los organizadores es Julieta Cabello. Fue alumna de la escuela de Nivel Medio N° 4 Francisco Ramírez, que organiza la actividad, y alguna vez formó parte del club de Ciencias. Hoy es doctora en Biotecnología, trabaja en el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet)y fue uno de los dos investigadores de la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas de la Universidad Nacional del Litoral que en 2013 fueron reconocidos por el Instituto de Tecnología Massachusetts con el premio Innovadores menores de 35 años, una distinción que selecciona a 10 jóvenes con proyectos impactantes de la Argentina y Uruguay, por su trabajo en “plantas transgénicas de interés agronómico tolerantes a heladas, sequías y salinidad”.
Según ella misma explicó al ser reconocida con esta distinción, su investigación resume seis años de trabajo de laboratorio, que coincidieron con el doctorado y el posdoctorado. “En términos coloquiales propongo una modificación genética que permite a las plantas un grado de tolerancia mayor a las heladas, las sequías y la salinidad del terreno, lo que los jueces valoraron dada la época marcada por el cambio climático”.
Además de Cabello, hay otros ramirenses que se destacan por sus investigaciones. Gabriela Müller es doctora en Ciencias de la Atmósfera, y apasionada en “el estudio del clima”, como ella misma lo define. Es investigadora del Conicet y estuvo trabajando un año en uno de los Institutos de la NASA, el Goddard Institute for Space Studies (GISS) que está en la isla de Manhattan, en New York y se especializa en el estudio del clima a partir de modelos numéricos.
“Ella también participó de las actividades del club de Ciencias cuando fue estudiante de la escuela Secundaria”, destacó la profesora Gabriela Vercelli, quien además comentó: “Otro de los integrantes del club y que en la actualidad se dedica a la investigación es Federico Podversich.
Es estudiante de Ciencias Veterinarias en Esperanza y está llevando adelante un interesante trabajo de investigación en su área”.
Baltasar Llobet es docente de la escuela de Educación Técnica (EET) Nº 1 de Paraná y aseguró que desde este establecimiento nunca faltaron al campamento que se hace en General Ramírez. “Somos la única escuela que no ha fallado nunca. Desde 2008 estamos presentes y es una experiencia muy valiosa. Este año fuimos con 45 alumnos, pero en otras ocasiones llegamos a ser 80”, dijo a UNO.
Y contó que el trabajo que sus alumnos presentaron en 2013 en la Feria Internacional de Ciencia de Mazatlán, en el Estado de Sinaloa en México, y que obtuvo una mención especial, nació como idea en el primer campamento que se hizo en 2008. Los estudiantes diseñaron un primer prototipo funcional de motor con aire comprimido que asombró a distintos referentes del mundo en ese espacio. “En un campamento los chicos regresan con la cabeza más abierta para aprender e investigar.