Carlos Matteoda / Redacción de UNO
En tiempo de menores recursos, la prudencia es buena medida
Siempre es fácil hacer política cuando el que pone el cuero es otro. El gobernador, Sergio Urribarri, lo sabe bien y por eso, de un tiempo a esta parte, ha estado cuidándose de quienes lo elogiaban en demasía transitando por esa variante.
A la luz de los acontecimientos políticos nacionales uno puede hoy preguntarse qué hubiera pasado con el mandatario provincial y su sintonía fina con CFK si hubiera dejado correr la idea que impulsó el intendente paceño, José Luis Nogueira, días antes de la última reunión de la Liga de Intendentes Justicialistas, cuando proponía en ese ámbito el lanzamiento de la candidatura presidencial del entrerriano.
¿Sería hoy la suerte de Urribarri la misma del bonaerense Daniel Scioli si esa postulación hubiese sido vista como un proyecto e verosímil? ¿Le reprocharían, más que su aspiración, haber lanzado la discusión por la sucesión presidencial cuando el tema resulta “inconveniente”?
O solo estaría condenado por un tiempo al frío de la Siberia política por ser “del palo”, a diferencia del titular del Ejecutivo bonaerense. Quién sabe...
A esta altura, viendo lo que pasa con Scioli, lo que se diga sobre lo que Urribarri no dejó que ocurriera son meras especulaciones. Lo que está claro es que en este caso, como en otros en los que se intentó un posicionamiento lanzando una candidatura presidencial, Urribarri impuso la moderación como la mejor manera de no molestar al cristinismo, de cuyo núcleo forma parte.
A lo sumo, se permite a algunos dirigentes que hablen del tema como cosa propia y en el tono en el que se referencian las expectativas lejanas. Como lo hizo el senador nacional Pedro Guastavino. No más que eso.
Justamente por esa condición de integrante del cristinismo que Urribarri ostenta, no hubiera quedado nada bien aparecer planteando candidaturas; ni en serio ni para arreglar por menos, como aseguran algunos que especulan con que el entrerriano juega sus cartas a la Vicepresidencia o a la Jefatura de Gabinete del próximo gobierno nacional.
Cuando a Urribarri le preguntan por el tema, apela a una respuesta de manual para no adentrarse demasiado en la cuestión. Suele decir que “falta mucho” para las definiciones electorales con vistas a 2015, y agrega que quienes piensan en esto o en las elecciones de 2013, lo hacen “porque están al cuete”.
Es obvio que Urribarri en su condición de conductor político está trabajando en esos aspectos. Lo que podría decir también el gobernador es que falta “que pasen muchas cosas” que pueden modificar el mapa político del país y de la provincia de manera significativa.
Hoy es noticia lo que sucede entre el gobierno nacional y la provincia de Buenos Aires, que sufre desde la Nación un retaceo de fondos que pone a Scioli al frente de conflictos salariales con los trabajadores y lo obliga a medidas tan antipáticas como frenar numerosas obras públicas.
Vale preguntarse qué pasaría si esta situación no fuera solamente un correctivo político aplicado por los K al bonaerense -por haber hablado prematuramente de su ambición presidencial- y fuera en cambio un adelanto del panorama que deberán enfrentar todas las administraciones provinciales, si fuese cierto que el gobierno nacional aspira a que las principales medidas de ajuste sean ejecutadas por los gobernadores, de modo de preservar la imagen de Cristina.
Ojo, que se entienda, lo de “ajuste”. Al hablar de ajuste, no se está hablando de situaciones tan dramáticas como las de 1999 a 2001; pero sí de una clara disminución de indicadores de crecimiento y de medidas acordes a esos indicadores. Hablar, por ejemplo, de un crecimiento de la economía al 2,5% es señalar una cifra “ajustada” respecto del 9% del que se hablaba hace tres o cuatro años. (Por las dudas, juro solemnemente no haber leído Clarín antes de escribir esta nota).
Surge sí, al menos como una duda razonable, preguntar por la manera de sobrellevar esta situación y afrontar a la vez la campaña por las legislativas de 2013.
El cristinismo demostró claramente que puede recuperarse de una mala elección intermedia, como fue la de 2009; pero si este escenario se repitiera en la provincia, algunos ya se preguntan quién capitalizaría la baja electoral del oficialismo.
¿Serán los radicales, como en 2009, pero yendo ahora solos y como Lista 3? ¿Cuáles radicales? ¿El sector de Atilio Benedetti y sus aliados o el del largo listado de los que están enfrente, entre los que se cuentan Sergio Varisco, Fabián Rogel, Arturo Vera y Ricardo Troncoso? ¿O lo capitalizará el bustismo, que pese a estar casi vaciado de dirigencia intermedia, puede mostrar buenas migas con el moyanismo y aspiraciones intactas?
A juzgar por lo que ha pasado de 2007 hasta hoy, al urribarrismo no debería desvelarlo ninguna de las dos hipótesis; pero claramente prefiere a los radicales en el segundo lugar.
Las diferentes variantes del peronismo se han quedado con el 70 y pico por ciento de los votos en las últimas tres elecciones provinciales. ¿A dónde iría la merma del oficialismo si se vota en tiempos de cajas flacas? Se reciben apuestas...
Los intendentes
Otra duda razonable en este escenario es cómo se posicionarían los intendentes hasta hoy acostumbrados a la llegada de planes y aportes nacionales a sus territorios. Sobre todo, si las provincias decidieran algo parecido a la Nación “recortando para abajo”.
“No será economía de guerra, pero no resultará sencillo encontrar cajas donde pedir auxilio”, se advirtió claramente este fin de semana.
Y mucho más -se dijo- si alguno de los intendentes comete el error que quisieron hacerle cometer a Urribarri: entusiasmarse con proyecciones para 2015. Cuanto menos, habrá que revalidar pergaminos en 2013. El mismo desafío que se planteó en 2009 para los jefes comunales, con el resultado por todos conocido.
Más todavía si además fuera cierto que la idea de la reforma constitucional nacional que habilite la reelección de Cristina va a comenzar a militarse con fuerza desprendiéndose casi por inercia que la misma lógica argumental se aplica a las provincias, y los principales gobernadores K debieran comenzar a trabajar esa chance en sus territorios.
Muchos más interrogantes que certezas. Certezas, tal vez solo una: estuvo bien Urribarri cuando frenó a los más entusiastas con su candidatura presidencial, sabiendo que siempre es fácil hacer política cuando al cuero lo pone otro.












