Andrés Martino/Ovación
El sociólogo del básquet
Amable y respetuoso, desde la punta de los pies hasta la cabeza. Joshua Pittman, el jugador de básquet del Centro Juventud Sionista (equipo de Liga Nacional), se encontró con Ovación a la hora señalada, en su departamento y para una charla diferente.
Esta vez el norteamericano, nacido en Carolina del Norte, guardó la naranja en un placard y profundizó en su otra profesión: la sociología.
El extranjero de 36 años estudió en su país para luego poder jugar al básquetbol, una exigencia de cada universidad norteamericana.
—¿Cómo se te dio por la elección de la sociología?
—Primero, antes que nada, no me gustan demasiado las matemáticas (risas). La verdad que siempre fue bastante difícil para mí. Elegí algo para poder entender un poco más este mundo y cómo se maneja. La verdad me gusta mucho. Tuve la chance de estudiarlo y me recibí en la universidad con ese título.
—En tu país te exigen estudiar para luego jugar al básquet o escoger otro deporte.
—En esa época mi universidad no era tan grande dentro del básquet. Después tuvimos buenas temporadas y de ahí en más creció mucho el básquet. Tuve que estudiar duro porque no había permiso para los jugadores. De ahí en más me gusta jugar, me gusta estudiar y de ahí empezó todo.
—¿Una vez que te recibiste, continuaste con la lectura o el básquet profesional te lo impidió?
—Pasa que en 1998 vine a jugar a Peñarol de Mar del Plata. En mayo terminé la escuela y en agosto ya estaba aquí en la pretemporada. Entonces no tuve muchas chances de conseguir un trabajo de mi profesión. Igualmente a mí me faltan como seis clases más para mi maestría. No me sirve el título del 98, hay que estudiar un poco más.
—¿Cómo es tu sociedad, Carolina del Norte?
—Es buena. Igualmente yo no soy de salir mucho e ir por todos lados. Estoy un poco más tranquilo con mis años. Paso la mayoría de mi tiempo con mi mujer o con mi hija, me quedo en casa porque hay poco tiempo aquí. Carolina del Norte es campo, es tranquilo. La gente es muy buena. No es como New York, donde hay gente por todos lados y muchos negocios. Yo soy del sur y en el sur somos muy respetuosos de todo.
—¿Desde que llegaste a este suelo qué sociedad argentina encontraste?
—Con una imagen muy buena. A mí me han tratado bien por todos lados. Por supuesto me putean cuando juego de visitante (risas), pero eso es parte del básquet. Me tratan bien y los equipos siempre me trataron como una familia. Nunca tuve ningún problema con ningún compañero. Entonces acá todo fue más que bien.
—¿Y esa sociedad es la misma o cambió?
—Cambió mucho. Esta tiene que ver mucho con la tecnología y cuando yo llegué no había Internet. Solo había algún café o algo así. Hoy es otro mundo, cambió en 14 años. Igualmente acá la base es la familia y eso sigue intacto.
—En un momento de tu carrera te tocó doping por marihuana ¿Cómo te trató la sociedad?
—Yo en ese momento tenía 25 años y era parte de mi vida. Yo sabía lo que iba a pasar, pero era parte de mi vida y yo vivía así. El médico de la Selección Argentina, no recuerdo el nombre, dijo que yo necesitaba marihuana para jugar al básquet o algo así. Eso no tiene nada que ver. Yo jamás fumé un porro para ir a jugar. Yo respeto mucho más al juego que otras actitudes. Era parte de mi cultura porque yo crecí en ese tiempo. Ahora está por todos lados la marihuana, pero crecí en ese momento, con el hip hop, algo que era parte de mi cultura. Lo tomé como una lección para que no me pase otra vez. Porque cuando esto pasa todo el mundo sabe que pasaste por un doping, pero nadie habla de que yo hace dos años ya lo pasé. Es así.
—¿En algún momento te gustaría ejercer la sociología?
—La verdad me gustaría hacerlo. Pasa que este trabajo no te da muchas oportunidades sin experiencia y ese es el problema. Además la materia no es la misma que antes, que hace 14 años. No sé qué pasará con eso. Tengo muchos amigos que están realizando trabajos técnicos en la universidad. Tal vez iré por ese camino cuando termine de jugar al básquet.
—Un mensaje para esta sociedad.
—Para mí lo más importante es leer la palabra de Dios y tratar a la gente como tú quieres ser tratado. La palabra más importante en este mundo hoy es amor. A la gente hay que tratarla con amor y respeto. De ahí en más ganarás respeto.
EL TATUADO. Joshua Pittman tiene varios tatuajes en sus brazos y él mismo habló del significado: “Mi primer tatuaje fue en el 97 y fue la pelota de básquet. Me gusta el arte del cuerpo. Mi lado izquierdo es más religioso que el otro lado. Tengo un Jesús, pero quiero cambiarlo porque nadie sabe cómo mira Jesús. Lo copié de una foto, pero hoy lo quiero cambiar porque Dios no tiene imagen. Igual es difícil cambiarlo”, cerró el jugador de Sionista.