Con caudales en descenso en gran parte de toda su cuenca, el río Paraná se encuentra en descenso sostenido, y preocupante: ayer frente al Puerto Nuevo de la capital provincial marcó una altura de 39 centímetros, la marca más baja de los últimos tres meses. Este año se pudo garantizar la navegabilidad y la provisión de agua en las tomas de las ciudades ribereñas argentinas del litoral a partir de la liberación de agua desde la represa de Itaipú. Pese a ello, en las últimas semanas se ha agudizado nuevamente la bajante, y los pronósticos del Instituto Nacional del Agua (INA) son poco alentadores: para mediados de noviembre prevén una altura de 20 centímetros, pero desde una medición actual que ya fue menor a la estimada.
El río Paraná en camino a un nuevo piso histórico: midió 39 centímetros
Sin lluvias importantes a la vista, el nivel del río está solo supeditado a la cantidad de agua que pueda liberar la represa binacional.
Según el INA la tendencia climática sigue siendo desfavorable como para esperar una recuperación del caudal. La presencia de la corriente de La Niña al menos hasta fin de año arroja un panorama sin cambios en toda la cuenca del Paraná, desde Brasil, por lo que se mantendrá la persistencia de aguas bajas.
Tal como ha venido marcando UNO, la bajante actual es histórica por el piso alcanzado, que en mayo fue de 14 centímetros frente a la capital provincial y se convirtió en la altura más baja de los últimos 50 años. Pero al mismo tiempo, tiene un carácter extraordinario, ya que más allá de los ciclos naturales de altas y bajas de un río, se ha extendido de modo inédito.
El proceso actual de aguas bajas se inició hace ya 16 meses: en agosto de 2019 el río midió frente a la costa paranaense 2,30 metros. Comenzó desde allí un progresivo repliegue del caudal de agua.