La Fundación Mandinga Tattoo nació para para realizar acciones en escuelitas rurales de Argentina y para asistir a mujeres que padecieron cáncer de mama pero en plena pandemia tomaron la decisión de confeccionar un protocolo a medida y llegaron al gobierno nacional, de la Ciudad de Buenos Aires y a las autoridades del gobierno bonaerense. La idea es que todos los tatuadores del país, si quieren, se sumen para estar listos cuando abran la posibilidad de trabajo para nuevas actividades. En Buenos Aires calculan que, el 10 de mayo, puede llegar la noticia tan esperada.
La Fundación Mandinga Tattoo preparó el protocolo para trabajar
Consultado por UNO Diego Mandinga Tattoo Starópoli adelantó que mantuvieron contacto con unos 150 tatuadores argentinos para consensuar el documento que tendrá el aval de la Superintendencia de Riesgo de Trabajo que pertenece a la órbita del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social.
En las grandes ciudades argentinas la circulación en las calles está más controlada que en Paraná por lo que los salones permanecen cerrados hace 44 días cumpliendo con el aislamiento social obligatorio. "Nuestra actividad es muy simular a la de las peluquerías y barberías, la diferencia está en las máquinas", graficó Diego Mandinga para deslizar que espera la habilitación al mismo tiempo que la consigan peluqueros y barberos.
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El protocolo que presentarán a los gobiernos está pensado a medida porque "después de dos meses parados difícilmente podamos pagar la luz" por lo aseguraron: lavandina, alcohol, barbijo, antiparras, turnos previos y una cantidad de clientes según las dimensiones del local.
"Cada tatuador puede presentar lo que quiera, no pretendemos ser una asociación de tatuadores, una vez que se abra, la fundación dará un paso al costado", aseguró el jugador de sóftbol que es un enamorado de la capital de Entre Ríos a la que viene a disfrutar de los históricos campeonatos nacionales.
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Las tratativas con los funcionarios las viene realizando el abogado que es Secretario de la Fundación Mandinga y que tiene un paso en la función pública. Mantuvo reuniones virtuales y mientras esperan por las presenciales, fijaron la meta en el 10 de mayo. "Sabemos que (el tatuaje) no es esencial para la comunidad, no somos una panadería, pero nosotros pagamos impuestos y necesitamos trabajar porque vivimos de esto. Además, teniendo en cuenta la crisis económica, los locales no estarán llenos, pero con que vengan algunos clientes, ya nos ayuda para la reactivación", detalló el creador del emprendimiento Mandiga que lanzará la semana entrante una nueva temporada del programa de televisión.
En cuando a la industria del tatuaje, que compra los insumos a precio dólar, en los 10 mil salones que se calculan funcionan en Argentina, siguen haciendo cuentas. Cerraron las puertas con un dólar a 60 pesos y hoy en la calle ya cotiza a 110 pesos "es muy compleja la situación", advirtió el cerebro de la organización que días antes de la cuarentena desarrolló la expo de tatuajes que convocó a 30 mil personas.
El arte milenario en el país encontró un estilo que se experimenta desde hace unos 30 años en promedio. "Se instaló y ya es una industria" confirmó el tatuador que destacó la ventaja con que corren porque "nosotros convivimos con la parte sanitaria, esterilización, guantes, antiparras, recolección de residuos patogénicos, son habituales porque, el nuestro, es uno de los rubros que más cuidados tienen".
Ahora esperan la decisión de los gobiernos para abrir según la capacidad acorde de cada local porque siguen pagando: alquiler, luz, Afip, moratorias, créditos, obra social. "Estamos en las mismas condiciones que todos, no pretendemos ser prioridad lo que sí queremos es que, llegado el momento, el tatuaje no quede en el segundo plano. Si bien no es esencial para vivir, para nosotros lo es porque si no abrimos no tenemos para vivir", insistió.