Juan Cruz Rodríguez tiene 23 años, es entrerriano y desde hace cuatro años que vive en Mendoza, lugar al que llegó para estudiar la carrera de guía de montaña. En diciembre del 2020, a pesar de la pandemia, se recibió y consiguió su esperado título. El 18 de abril pasado subió sólo al cerro El Plata por la pared sur y en el filo suroeste, a unos 900 metros de altura, y encontró dos cuerpos sin vida: el de Leroy Villa y de Nicolás Ibaceta, dos andinistas de Uspallata que subieron el cerro en 1996 y no supieron más nada de ellos.
Entrerriano encontró los cuerpos de dos andinistas perdidos hace 25 años
Tras alertar Rodríguez sobre la situación, efectivos de la patrulla planificaron un operativo de rescate. Luego de esta experiencia inolvidable para él y para muchos, nombró esa ruta como "Variante Leroy- Nico".
El cerro El Plata suele ser utilizado como preparación para luego subir el Aconcagua, el más alto por estos lados del mundo.
Una historia conmovedora
El sábado 17 de abril, el joven guía partió para Vallecitos para encarar solo la pared Sur del Cerro El Plata. Solo un amigo sabía todo el itinerario que iba a hacer y sabía cuándo debía preocuparse si no llegaba en el tiempo estipulado.
“Hice algunas ascensiones de cerros más bajos, en solitario ya me conocía, pero nunca había ido así. Estaba con dudas si iba a haber tormenta eléctrica esa noche, porque algo me salía. Me acosté como a las 7 de la tarde pero no podía dormir. Daba vueltas, veía que estaba estrellado y me iba esperanzando. Cuando me levanté como a las 3 de la madrugada estaba todo despejado, pero no había dormido nada, solo había descansado el cuerpo. Salí a las 4 tratando de pasar rápido para no estar tanto tiempo en altura”, relató Juan Cruz. Iba en zigzag para entrar en calor, ya que a esa altura, más el viento fuerte, hace que el frío llegue hasta los huesos en segundos. Primero vio unas varillas de carpa, luego un pedazo de tela y su primer pensamiento fue: “Chau, se está volando todo acá, qué pasó. Miré para arriba y era toda la escena, estaban esperando que yo fuera hasta ahí. Estaban los chicos enteros y eso fue impactante no eran partes, o huesos, estaban enteros”, detalló Juan Cruz. “Me quedé mirándolos un rato, traté de ver alguna insignia, algún club, el equipo que llevaban. Todavía me faltaba llegar a la cumbre, así que me fui rápido. Pensaba que quizás sabían que estaban ahí, pero que como era difícil llegar no los habían podido sacar”, fue uno de los miles de pensamientos que tuvo Juan Cruz sin saber la historia de los dos andinistas de Uspallata que subieron el cerro en 1996 y no supieron más nada de ellos.
Juan Cruz llegó a pensar que alucinaba, quizás por la altura, cosas que pueden pasar, hasta que entendió que era real. "Hice algunos zig-zag por el acarreo mientras me reanimaba las manos, de pronto vi una varilla de una carpa, me resultó extraño pero seguí caminando para arriba. Dos zig-zag más y a la izquierda una tela rosada, ahí si me empecé a cuestionar algunas cosas. Pasaron unos segundos, dos pasos más y cuando miro al filo dónde iba a salir vi un bulto grande de colores y parecía que alguien me estaba mirando...listo, acá sí me quedé sin aire y me empezó a dar muchísimo miedo. En este momento cambio todo mi pegue, ya me imaginaba toda la situación, cuando me acerco eran dos personas acostadas una al lado de la otra, cómo si hubieran intentado pasar la noche, realmente sentía que me estaban observando, y que sabían que yo estaba ahí, eran alma y cuerpo juntas, de verdad sentía que uno se iba a levantar, tuve mucho miedo y a la vez tristeza por el desamparo de esos chicos intentando pasar el pesto con algo de esperanza", dijo.
El guía de montaña describió la situación: "Dudas, shock y adrenalina todo junto, a la vez frío en todo el cuerpo porque en el filo (5.600 metros) pegaba firme el viento. Estuve un minuto pensando que alucinaba y el resto fue caer en la cuenta de que todo era real, decidí no quedarme más tiempo y salir lo antes posible a la cumbre para poder bajar a Vallecitos y regresar a casa. En el filo se me empañaban los lentes, pero seguía igual tanteando y caminando, no quería parar ni un segundo. Hice cumbre a las 11 y después estuve toda la bajada pensando ¿Quiénes habrán sido estos chicos?, ¿Qué vida habrán tenido? ¿Cómo se llaman? ¿Hay alguien que sepa que están acá?"
Cuando bajó el Cerro El Plata, hizo dedo y fue auxiliado por dos conocidos a quienes les contó lo que le había pasado. Allí le contaron quiénes eran: “Cada vez que me iban contando me daba cuenta que eran ellos los que estaban ahí, que no había otros extraviados”. A medida que caía en lo que había pasado y a quiénes había encontrado, entendía un poco más. Se puso en contacto con un amigo de Leroy Villa y Nicolás Ibaceta, y luego se le dio aviso a la Patrulla de Rescate de la Policía, y al hermano de Leroy, Hugo Villa, más conocido como Rambito, quien durante más de un año recorrió el cerro El Plata de punta a punta para buscar a su hermano, pero jamás encontró nada.
Una semana después del hallazgo, el guía de 23 años volvió a ir al Cero El Plata junto con policías de la Patrulla de Rescate, quienes sacaron los cuerpos del lugar en un trabajo muy duro y difícil que demoró tres días. Por todo esto, Juan Cruz decidió llamar ese camino que hizo hasta los andinistas como la variante Leroy-Nico, como un camino alternativo en honor a ellos.
Detalles del rescate
El operativo empezó el 26 de abril con el traslado de siete efectivos más la compañía del guía que había realizado el hallazgo hacía en campamento ubicado en Salto de Agua en Vallecitos.
Al día siguiente salieron hacia la cumbre del cerro para después bajar por el filo Suroeste hasta la zona donde se encontraban los cuerpos de los andinistas, informaron fuentes policiales.
Cerca de las 14:30 llegaron al lugar señalado por el guía y realizaron las pericias sobre las personas y conforme a las características del terreno se tomó como la ruta de evacuación más conveniente, la pared Sur hacia la quebrada de Casas y posteriormente Los Morteritos.
Luego de dos jornadas de muchos trabajo el 28 de abril a las 23, 14 efectivos llegaron a la zona de la Laguna del Platita con los cuerpos. Finalmente, en la mañana del día siguiente el helicóptero policial realizó la evacuación de las personas hacia la ciudad de Mendoza.
Su familia, desde Entre Ríos, orgullosa
Otra parte de la historia tiene que ver con los padres del joven andinista, quienes viven en Entre Ríos. Ni bien bajó del cerro, Juan Cruz los llamó para avisarles que estaba bien y que ya volvía a su casa.
“Mis viejos fue con los primeros que hablé, y no pueden creer, me dicen que están orgullosos y fueron cayendo en la cuenta de los lugares donde ando yo por acá. Mi vieja me dice que trate de no ir solo, que por qué me había ido solo. Ahí se preocuparon mucho, es probable que la próxima vez que vaya a la montaña mi vieja directamente no duerma, pero yo siempre priorizo la vuelta a casa”, manifestó.
Juan Cruz va a quedar en el recuerdo eterno de las familias Villa e Ibaceta, ya que gracias a él pudieron recuperar a los dos andinistas de 21 y 22 años, de quienes no supieron más nada desde junio de 1996, cuando fueron al Cerro El Plata para buscar al piloto de un helicóptero Lama del Ejército que había caído en esa zona. Pero la vida del guía de 23 años continúa con más fuerzas que antes.
Contó que realiza guiadas por la cordillera en la zona frontal del Cordón del Plata y también por las zonas de Puente del Inca y Las Cuevas. Además, durante mayo hará un curso de primeros auxilios en ambientes agrestes, y recién en junio espera ir nuevamente a hacer alguna travesía por la montaña mendocina.