El sismo de San Juan en primera persona: Edith Liquitay es licenciada en Biología y profesora en la Universidad Nacional de San Juan, vive en el departamento Rivadavia, en el gran San Juan, y anoche vivió el sismo 6.8 escala Richter y sus réplicas. Hoy relató lo vivido y sentido a radio 97.1 La Red Paraná.
El sismo de San Juan en primera persona
En primera persona
Ahora más tranquila Edith habló con La Radio de UNO: “A pesar de que aquí estamos relativamente acostumbrados a movimientos telúricos aunque más leves y cortos. Lo de anoche fue muy ruidoso bastante fuerte e intenso. “Yo vivo en gran San Juan, aquí se han agrietado paredes y se han caído techos de algunas casas; cerca del epicentro se partió la ruta. En otros lugares ha sido más grave. El primer impulso fue mirar si no se te cae algo en la cabeza y buscar un lugar seguro para salir, levantar documentos o cosas importantes. Las réplicas fueron muy seguidas y parecía que no paraba más”, describió.
En el momento del sismo, 23.40, Edith estaba bañando a su hijo y solo atinó a salir y sentarse junto al niño en el patio de su casa para tranquilizarlo. “Se escuchaban gritos de los vecinos que decían ‘está temblando’, ‘no para’. El piso de mi patio quedó agrietado”, contó.
“El movimiento más fuerte fue a las 23.40 de 6.8 en el epicentro, a unos 8 kilómetros de profundidad y duró aproximadamente un minuto que es muchísimo. Fue muy ruidoso porque se mueve todo lo que hay en la casa y los materiales”.
Memoria de desastre
Los adultos mayores sintieron pánico por situaciones traumáticas vividas en 1944 y 1977 pero, afortunadamente hasta el momento no hay víctimas fatales en los números oficiales y solo se reportaron heridos con traumatismos por caída de mamposterías.
El sismo se dio en un contexto particular ya que, el 15 de enero se cumple otro aniversario del terremoto de san Juan de 1944 cuando la ciudad quedó destruida y hubo más 9.000 muertos.
“En San Juan, desde Jardín de Infantes hay educación civil y se enseña a los niños qué hacer en situación de sismo y también cuando sopla el viento Zonda, que es muy fuerte y peligroso. Se hacen simulacros. En mi escuela se hacían periódicamente. Empezaba con un ruido muy fuerte y los alumnos nos teníamos que meter debajo del pupitre. Cuando pasaba el ruido debíamos salir en forma ordenada y buscar un lugar seguro o centro de concentración”, rememoró.
En tanto explicó que hay un código urbano por el cual los edificios no pueden superar los siete pisos de altura y su edificación establece pautas de construcción con ciertas estructuras metálicas sismoresistentes. “Por eso la ciudad es chata. Además, los lugares de concurrencia masiva tienen salidas de emergencia bien marcadas y puntos de encuentro. También está establecido el uso de una mochila de emergencia con pilas celular, documentos, chocolate y agua”.