Miguel Ruberto / Especial para UNO
Campo: En el paisaje rural algo está cambiando
La sociedad argentina está llena de problemas. La producción argentina también los tiene. A partir de esta cuestión obvia, quiero aportar una mirada positiva para con los que construyen puentes entre los productores rurales y la política, y también con el resto de la sociedad. Algunas de las definiciones de Antonio Aracre, director general de Syngenta para Latinoamérica Sur, realizadas en el programa Bichos de Campo que conduce el colega Matías Longoni, no son solo un aporte interesante por quién lo dice, sino una guía o camino que podría ser imitado.
En octubre de 2019, Aracre, recibió todo tipo de críticas de muchos productores por haber estado presente en un acto en el cual Alberto Fernández, aún candidato a presidente, pero amplio ganador en las PASO, lanzaba un plan contra el hambre. En aquel momento el ejecutivo había propuesto donar el 1% de la facturación de las empresas del sector agrícola como estrategia para combatir el hambre que aún –e insólitamente– afecta a parte de la población, en especial a muchos chicos.
Aracre es un convencido de que desde los lugares que cada uno ocupa en lo social y empresarial “siempre hay que arrimar diálogo y posiciones con el poder político, y que no por ello uno debe ser tildado de fanático de tal o cual partido”, afirmó entonces. Esta semana el CEO de Syngenta volvió a reunirse con el presidente Alberto Fernández.
Las coincidencias por delante
Cómo cerrar la grieta y comenzar a resolver los problemas pendientes del agro, fue nuevamente el tema central de la conversación que se extendió por más de una hora y media.¿De qué hablaron? “Argentina tiene pendiente el desarrollo de modelos de seguros climáticos potentes como los que hay en Estados Unidos, para que el productor no se resienta tanto con los cada vez más complicados eventos climáticos. Hay que poner gente a trabajar y tal vez generar algún apoyo o subsidio para que más productores puedan acceder” fue el primer tema que destacó el ejecutivo.
“La otra cosa que le comenté y que sufre mucho el sector es la judicialización anárquica en torno a la aplicación de fitosanitarios. No puede ser que un juez en una provincia diga que para hacer producción agropecuaria tenés que tener 3.000 metros de distancia, mientras que otro en Córdoba diga que con 300 metros alcanza. El productor necesita un marco regulatorio más coherente, más científico, y que no sienta que está cometiendo un pecado en la localidad donde se asienta”, comentó Aracre luego de la reunión, sobre un de los temas más sensibles y que más divide las aguas entre la sociedad urbana y los agricultores.
La demonización de los productores por el tema las aplicaciones de agroquímicos es una deuda de la política. Entendiendo que esto se comienza a aclarar si se cumplen rigurosamente con las leyes vigentes, con fiscalización efectiva y para esto hay tecnología disponible. Y vinculado con esta temática, el empresario le propuso al presidente que se debería pensar en cómo incentivar la producción sustentable y que hoy no parece tener tanto premio. “Tal vez buscar un modo para que esos productores que respetan rotaciones y el suelo, puedan acceder a una línea de financiación más blanda, a través de convenios entre las empresas y los bancos. Sería un premio a la sustentabilidad”.
Entre Ríos tomó nota de la situación y puso en marcha la mesa de Buenas Prácticas Agropecuarias (BPA) y, próximamente anuncian la entrada en vigencia del Productor Agropecuario Sustentable Entrerriano (PASE), un programa que busca ese horizonte. Por lo que trasciende, en Entre Ríos están mirando del otro lado del río Uruguay, donde el modelo oriental está dando muy buenos resultados. Si se suman los Grupos de Intercambio Solidarios(Giser), la provincia estaría volviendo a subirse a un camino virtuoso para la economía. Producir cuidando el ambiente, lo que no es poco. Y volviendo a la charla de Aracre con Alberto, obviamente el máximo ejecutivo de esta compañía multinacional puso en la agenda la necesidad de actualizar la Ley de Semillas (su actividad empresarial es vender semillas).
“En la medida en que exista una compra de semillas fiscalizada más abarcativa en los cultivos de soja y de trigo, esa industrialización en el mercado se multiplicaría generando puestos de trabajo e inversiones en maquinaria. Que en lugar de incursionar en toda una lógica punitiva se pongan sobre la mesa incentivos fiscales para los que compren semillas fiscalizadas”. Y agregó, para ser más claro, “blanquear” las bolsas blancas. Tal vez, algo está cambiando... Argentina necesita sí o sí más dólares que tranquilicen a los operadores, a los que necesitan importar una máquina para mejorar los procesos productivos y también a la población. No hay mucho para inventar, la única forma de “fabricar dólares” es exportando más.
Importar menos no es la solución, está claro. Así como Aracre se reúne con Alberto Fernández, también lo hace el Consejo Agroindustrial Argentino, agrupamiento que reúne a más de 50 cámaras empresarias, y está tratando de hablar de lo mismo, de cómo promovemos las exportaciones nacionales con más valor agregado.
Un horizonte mejor
Aquí en nuestro terruño, la Bolsa de Cereales de Entre Ríos se anotó tempranamente a este movimiento. Las cosas cambian si nosotros cambiamos. Igual que los dirigentes políticos o empresarios, que se atan a las imposiciones de los encuadramientos o intereses sectoriales, la pandemia tiene que hacernos mirar a los periodistas un poco más allá del interés de un título que venda, o un zócalo que genere audiencia inmediata, aunque no tenga nada que ver con la realidad.
Hay debates constructivos pendientes y que le pueden dar a Argentina, el país en el que vivimos, una perspectiva de crecimiento económico, ambientalmente sostenible y fundamentalmente con mayor inclusión social. “Así como tengo empatía por el sufrimiento animal, más empatía tengo por los millones de pibes que están por debajo de la línea de indigencia”, subrayó en sus declaraciones el directivo de la multinacional.
Por si quedaban dudas Antonio Aracre definió el actual escenario en que vivimos como “el del tiempo en el cual hay que dejar de lado los fundamentalismos de un lado y del otro. Eso es lo que genera más grieta entre lo urbano y lo rural, y eso es lo que en parte intentamos romper”.