Pablo Felizia/ De la Redacción de UNO
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Cuando la personalidad queda estampada a través del diseño
El diseño de indumentaria y textil es un boom que aún no tiene techo y en Paraná. Incluso hay de todo: ropa para adultos y para niños, carteras y otros accesorios, calzado de vestir y para el común de todos los días. Se hacen con medidas, colores y detalles personalizados. La mayoría utiliza Internet para mostrar el trabajo y venderlo. Los que pudieron desarrollarse logran instalar un taller y luego abrir un comercio.
Siempre la estampa en una remera o en lo que se lleve puesto le dice algo al mundo. En los últimos años, los diseñadores de Paraná lograron captar una inquietud juvenil: la posibilidad de vestir como se es y como se piensa y no como dice lo último de “la moda”.
Belén Ramos es la directora del Instituto de diseño Paideia y dijo a UNO: “No es solo en la ropa. Vivimos en la cultura a la estandarización y es propio, sobre todo en los jóvenes, buscar su individualidad; aquellas cosas que te convierten en persona y no en un número. Los libros, la música que se escucha y que se tiene en una casa, todo habla de cada uno”.
Por fuera del consumismo, un elemento de decoración puede transmitir aspectos de la forma de pensar en alguien y para otros no significar absolutamente nada.
Los números son elocuentes: en el terciario hace 10 años ingresaban 13 personas al año; hoy 70 y en su mayoría, son mujeres.
No hay dos iguales
María Delia Pérez Cano hace bolsos y carteras. También collares y aros para hacer juego. Llegó a colocar parte de su producción en España. Durante 2001 vendió sus muebles y con ese dinero compró material para trabajar. Ahora se presenta en ferias o los clientes van directamente a su casa.
Su marca se llama Martes trece y contó a UNO: “Me piden con determinada tela, o me dicen que tienen un casamiento y el vestido es de tal color y hago los accesorios. A los bolsos los estampo con el proceso de serigrafía. Lo que hago es único, no hay dos iguales y la gente valora eso”.
Por su parte, Sabrina Gueler hace ropa urbana. “Hago de todo: remeras, camperas, calzas y vestidos. Empecé hace siete años”. Hoy vende en Rosario. “Las remeras varían y no solo en los modelos. La elección de las telas, las combinaciones para que sean todas distintas, lo mismo los cuellos. Mirás la tendencia en la moda y de eso creás algo distinto”.
Si bien sostiene que sus costos son superiores a los de una fábrica “la ropa en los negocias hay veces que está más cara. La característica de hoy es que aumentó mucho la necesidad de la distinción: es no encontrar en un boliche a otra persona con la misma ropa”.
Sobre el crecimiento del sector, dijo que se visita a la diseñadora ante la falta de empresas locales de diseño que produzcan a gran escala.
Ricardo fabrica zapatos, zapatillas, botas y todo tipo de sandalias. Son trabajos especiales y no en serie. “He hecho calzado en general, pero necesitás una estructura que es muy costosa. Hacer una pequeña industria necesita de una tecnología carísima entre cortadoras, pegadoras, cosedoras. Además cada modelo tiene su molde particular que hay que armar”.
En la actualidad decidió hacer trabajos para gente con problemas de salud en los pies o por números difíciles de conseguir. “Hice un par 54, muy particulares”.
Hacer un zapato de vestir con materia prima de calidad le sale de costo 100 pesos. Pero necesita dos días de jornada completa para poder trabajarlo. “Lo tengo que terminar cobrando 500 pesos, y a veces la gente va a un comercio en la Peatonal y compra uno de menor calidad pero con tarjeta y a seis cuotas sin interés”.
Cada uno contó su experiencia y hay detalles que se comparten. Entre ellos, poder vivir de este trabajo si se le pone empeño. Lo otro es la forma de “hacerse ver”, de mostrar lo que se hace y han encontrado en las redes sociales una forma de contactar e interactuar con el cliente.
Algunos diseños en Paraná
* Según el trabajo y el tipo de material, una cartera del diseñador Pérez Cano puede valer entre los 90 y 120 pesos.
* El precio de los vestidos son los menos uniformes. Depende de detalles, material y complejidad. Pueden valer desde 130 pesos.
* Según Gueler una remera única por el diseño, de mujer y para salir, tiene un costo al público que no resulta inferior a los 80 pesos.
* Ricardo vendió el par a 300 pesos. Asegura que el valor depende más de la mano de obra que insume que del costo de los materiales.
La máquina de coser y el soporte de Internet
Con solo poner en el buscador de Facebook “diseño de” y agregar cualquier prenda o accesorio, aparece una amplia gama de posibilidades solo en Paraná. La mayoría utiliza el medio para mostrar sus trabajos y vender. “Hacerse ver” es una de las claves y la repite el conjunto de los entrevistados. Es una vidriera y una forma de estar en contacto con clientes “amigos”.
Muchas veces instalar un comercio requiere de una serie de requisitos y dinero que la mayoría que se lanza al mercado del diseño no lo tiene al comenzar.
Cristian Cháves y Alejandrina Turinetto lograron instalar un taller hace un año y hoy, con las habilitaciones correspondientes, tienen un negocio pero no abandonan la red social. Comenzaron en ferias y fiestas en el interior de la provincia y ganaron terreno. Hacen carteras y bolsos de viajes y nunca dos iguales.
“Siempre subimos a Facebook lo que hemos hecho. Vendo por ahí y ahora, desde hace un mes también en el negocio”.
Sostener el taller no es fácil, las horas de trabajo a veces se extienden pasadas las 23 e incluso los fines de semana.
“Vendemos porque hay gente que quiere cosas particulares o que necesita colores o estampas que en un negocio no encuentra”, dijo Alejandrina, y agregó: “Hay clientes que estaban acostumbradas a comprar en los principales comercios de la Peatonal y que ahora viene acá”.
Los dos señalaron que a veces se compite con una gran marca pero que el resultado, dentro de sus posibilidades, es satisfactorio. “Tenemos clientas que llegan al local y nos dicen que no pueden creer los trabajos que tenemos. Eso nos da satisfacción”, dijo Cristian.