Desde que los comercios pudieron volver a abrir sus puertas en Paraná, a principios de mayo, uno de los sectores que notó un repunte fue el que se dedica a brindar servicio técnico y comercializa máquinas de coser.
Con mayor tiempo dentro de casa, creció la demanda de máquinas de coser
Con más tiempo libre en sus casas, aquellas personas que ya tenían algún conocimiento de costura, y también quienes se dispusieron a aprender de manera online este arte, comenzaron a averiguar precios, posibilidades de financiación y demás, y adquirieron algún equipo nuevo, o mandaron a reparar el que ya tenían guardado en algún sector de su vivienda.
En este marco, Waldemar González Oxarán, empresario del rubro, afirmó a UNO: “Por suerte para nosotros las ventas han mejorado un montón en relación a lo que fueron en el verano, por varias cuestiones. La principal es que surgió la iniciativa de coser materiales de seguridad en cuanto a lo que es el coronavirus, como barbijos, delantales, cofias y varias cosas de ese tipo. Hubo mucha más gente tratando de arreglar la máquina, en el caso de los que ya tenían alguna y no funcionaba más, o tratando de comprar alguna nueva”.
“Tenemos un montón de clientes nuevos en estos últimos meses, hay mucha gente queriendo incursionar en la costura, buscar una salida laboral. Por ejemplo, una chica que tiene un gimnasio que no puede abrir ahora, está intentando llegar a los créditos del Gobierno a tasa cero para poder comprar su máquina, empezar a coser y tener una salida laboral”, aseguró.
Otro punto a favor que tuvieron los locales que se dedican a vender o reparar máquinas de coser, fue el cierre de negocios mayoristas en los que muchos comercios se abastecían. Sobre este punto, comentó: “Otra cosa que me llamó la atención, y me alegra de alguna forma más allá de una posibilidad de una venta para nosotros, es que al verse cerrado todo lo que es el comercio en Buenos Aires en lugares como La Salada, que muchas veces son ilegales, hay talleres chicos de la región que están produciendo más y tratando de abastecer a los comercios minoristas, e incluso también sé de clientes que están enviando su mercadería a otras provincias”.
Gonzáles Oxarán comentó que el precio de una máquina de coser arranca en los 20.000 pesos aproximadamente, y remarcó que hay posibilidades de financiar la compra los planes Ahora 12 o 18, con una tasa más accesible, dependiendo de la tarjeta de crédito del cliente. “Hoy, una máquina económica tiene cuotas accesibles, y luego hay otros precios. Y sin dudas la tarjeta de crédito es la mejor herramienta para acceder a una nueva, ya que las cuotas en planes largos tienen un interés más bajo que el índice inflacionario en un año”, evaluó.
Si bien se la denomina como una máquina de coser doméstica, el vendedor aclaró que eso no implica que no sirva para trabajar: “Todo está en la carga horaria: una máquina familiar está indicada para trabajar entre cuatro y seis horas por día; una semiindustrial, entre seis y ocho; y si uno necesita un trabajo más amplio o más específico, debe pensar en una industrial, cuyo costo arranca en 45.000 pesos y se justifica si hay que utilizarla varias horas, y a su vez hace una sola tarea, no es tan complementaria como las máquinas familiares. Es decir que una máquina industrial necesita en una línea de producción dos o tres máquinas y que cada operario vaya trabajando en un sector de la prenda; en cambio, la máquina familiar tiene un poco de todo”, explicó.
Acto seguido, profundizó: “Una máquina industrial es solamente recta, o solamente overlock, o solo doble aguja o solo collareta. En cambio, con una máquina de coser familiar uno tiene las opciones de recto, zigzag, a flexible, puede poner una aguja doble, pero está limitado en la carga horaria que la puede usar, y la cantidad de prendas que puede producir”.
El emprendedor subrayó que son precios de máquinas de primeras marcas y alertó: “También hay marcas golondrinas: un importador trae un modelo, lo tiene a la venta a un menor valor que nuestros productos, pero sin ningún tipo de respaldo técnico y ni repuestos si se rompen. En cambio, nosotros trabajamos con marcas líderes en el mundo que tienen sus filiales en Argentina y hay un respaldo”.
En su caso tiene su local en la capital entrerriana, pero aprovecha las posibilidades de las plataformas y las redes sociales, y comercializa sus productos en todo el país de manera online también. De este modo, la demanda es sostenida. “Es un mito que la gente no cose o que lo hacen las personas mayores. La realidad es que toda la ropa que vestimos y todos los accesorios, no solo de tela, son hechos por una máquina.
También las personalizaciones de algún uniforme, un bordado, la mantelería, la blanquería de una casa, todo lleva una tela y una costura, y eso lo tiene que hacer una máquina. Así que quien compra alguna no es solamente la señora en su casa que cose por hobby, sino que tenemos a la diseñadora de indumentaria, la gente que hace uniformes, quienes se dedican a la alta costura, el tapicero, la persona que hace marroquinería. Es muy amplio el sector que demanda estos artículos, y por suerte para nosotros no hay mucha oferta especializada”.
En su local, Entre Ríos Máquinas Textiles, no solo brindan servicio técnico y venta de repuestos, accesorios, insumos y máquinas en sí, sino que también cuentan con una academia para aprender a coser y confeccionar prendas. Y si bien por la pandemia decidieron interrumpir el dictado de clases, ya que en las clases presenciales se puede hacer un seguimiento para que los alumnos aprendan, refirió que la demanda es constante: “El espíritu de nuestra academia es ofrecer una propuesta más practica y personalizada, por eso solo tenemos hasta cuatro alumnos por turno. Hicimos un protocolo para cuando podamos continuar con los cursos intensivos, porque online es muy difícil que se aprenda cortar, a manipular una tela, o coser con una máquina. Las academias que están enseñando solo puede trasmitir la teoría de modo virtual”, dijo, y agregó: “En nuestro caso, en tiempos en que se puede asistir a clases el curso de Iniciación a la Costura es el que más demanda tiene. Les enseñamos desde coser a mano hasta manejar una máquina, y en cuatro semanas ya saben confeccionar una o dos prendas. Después están los cursos especializados, de indumentaria, lencería y demás, pero hay que tener conocimientos previos de costura”.
Javier Chiapino, titular de otro local del sector, coincidió en que en estos meses han tenido un repunte, luego de un 2019 con poca demanda. “Si se reciben unos 300 estudiantes por año de un curso de corte y Confección, al menos hay que pensar en una venta de unas 100 máquinas, pero el año pasado no se dio por la crisis. Esperábamos que este año repuntara y surgió la pandemia, que hizo que quizás aumente un poco la demanda”, analizó.
Por último, coincidió con González Oxarán en que la costura debe aprenderse de modo presencial, por lo que en su caso también suspendió las clases en su academia y no continuarlas de manera virtual.