Luciana Actis/ De la Redacción de UNO
Causa Harguindeguy: declaró Carlos Balla, pero no aportó datos novedosos
En el tercer tramo del juicio por la megacausa Harguindeguy –denominado Área Gualeguaychú–, en el que se investigan delitos de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura cívico-militar en esa ciudad, declararon cuatro testigos en torno a la privación ilegítima de la libertad de Enrique Zapata, Héctor Rodríguez, Jaime y Emilio Martínez Garbino, y Víctor Carlos Ingold.
En esta etapa, los imputados son el ministro del Interior del gobierno de Videla, Albano Harguindeguy; el entonces jefe del Regimiento de Gualeguaychú, Juan Miguel Valentino; el exteniente coronel del Ejército, Santiago Kelly del Moral; y los expolicías de la provincia, Juan Carlos Mondragón y Marcelo Pérez.
Uno de los testimonios más esperados para esta jornada fue el del expolicía Carlos Ramón Balla, detenido en 1976 bajo la acusación de pertenecer al Comando Paraná, un grupo de derecha que operaba para el destituído gobernador Enrique Cresto y luchaba contra la izquierda peronista.
Al contrario de lo que se especulaba, el testigo que -ya en democracia- cumplió una condena por el asesinato del contador Rubén Calero, cometido en 1991, no aportó datos novedosos para la causa.
Relató que fue detenido en su domicilio, en el barrio Gazzano de Paraná, a las 3 de la mañana del 24 de marzo de 1976, por un operativo conjunto del Ejército y la Policía. Desde allí fue trasladado a la sede de la PFA, donde permaneció poco más de 30 horas, y luego fue trasladado a los calabozos del Comando de Comunicaciones. “Eran calabozos de 1 por 2 metros, y estaban llenos de gente. A un lado había un calabozo de mujeres, donde hacían simulacros de fusilamiento, y del otro, uno de hombres”.
En un testimonio muy confuso, en el que mezcló datos y apreciaciones personales acerca del Caso Calero, Balla dijo que él y otros detenidos fueron torturados en el Comando, a manos de personal de la Policía Federal. Y destacó que allí estuvo preso dos meses. Luego lo trasladaron con otros compañeros a Gualeguyachú, mientras que otros detenidos fueron derivados a Concepción del Uruguay.
En la Unidad Penal de Gualeguaychú estuvo preso con el abogado Enrique Zapata, en el tercer piso del pabellón de los presos políticos. Consultado por el Tribunal acerca de los motivos de su detención, Balla señaló primero que era una persona que “decía la verdad en todos los estamentos” en los que se desempeñaba y que ya no prestaba servicios en la Policía entrerriana –fuerza a la que había ingresado en 1971– sino que trabajaba como taxista. Ante la repregunta, dijo: “Me pegaron a una organización, como que estaba en el Comando Paraná”, y que en los interrogatorios querían que confiese que “tenía relación con Cresto”.
Según su relato, luego fue trasladado al penal de Paraná, para ser sometido a un Consejo de Guerra, pero no precisó en qué fecha. En ese juicio militar fue sobreseído, tras firmar una declaración que no leyó porque estaba encapuchado, y fue pasado a disposición del Poder Ejecutivo Nacional, por un decreto de Albano Harguindeguy. En tanto, otros acusados de integrar la patota Comando Paraná –Emilio Gitano Romero y Luis Chiro Lenzi– fueron condenados.
Los exmilitares
Celso Miguel Beliciartu era cabo primero y presó servicios en el Regimiento de Gualeguaychú entre 1972 y fines de 1976, donde estaba a cargo de una de las salas de armas.
En su testimonio de este miérocles dijo que allí vio a civiles detenidos. “No vi cómo ni cuándo llegaron. Yo estuve de custodio de ellos en una o dos oportunidades. Vi a los Martínez Garbino, a Tito Zapata, a Angerosa y a Felguer”.
Señaló que los conocía a todos, en mayor o menor medida, y que dialogó con Emilio Martínez Garbino y con Hugo Angerosa, “que creía que lo había llevado gente de la Policía Federal”. También habló con Zapata, quien le dio una nota para que se la llevara a sus padres.
Destacó además que los guardias tenían prohibido contactarse con los detenidos, pero ellos (junto a su cuñado, que también prestaba servicio en el Ejército) se acercaron sin autorización.
Además, dijo que él presenció el procedimiento en el que detuvieron a Raúl Ingold. “A los procedimientos los encabezaban los oficiales, en este caso el subteniente (Carlos Alberto) Ceretti. Se lo detuvo cerca de la casa de él, a una cuadra de la plaza Santa Teresita, al mediodía”, y añadió que él estaba a varios metros, ya que tenía que encargarse de que nadie pase el perímetro. “Él salió de la casa, se notaba que tenía conocimiento de que el Ejército lo estaba buscando”.
A su turno, Jorge Eduardo Biré, declaró que al momento de los hechos era cabo y se desempeñaba como chofer de Valentino. Entre los lugares a los que solía trasladar al mayor, destacó la Jefatura de Policía de Gualeguaychú, donde el Jefe del Ejército se reunía con autoridades de la Policía, Prefectura y Gendarmería. Además dijo que cada 15 días lo llevaba a Paraná a reunirse con el comandante Juan Carlos Ricardo Trimarco. Más tarde, afimaría que era Valentino quien comandaba a todas las demás fuerzas en la ciudad de Gualeguaychú, por ser Jefe de Área.
Señaló además que la noche del 24 de marzo de 1976, Valentino reunió a todos los cabos del Regimiento y los agrupó de a 20. Entonces puso a cada grupo bajo el mando de los subtenientes Ceretti y Luis Federico Anschutz, que comandaban operativos en domicilios.
Asimismo, dijo que tuvo contacto con los detenidos Rodríguez y Zapata, y que en una oportunidad los dejó juntarse a jugar al ajedrez, aunque tenía la orden de no permitirles el contacto entre sí.
También relató que estuvo presente cuando trasladaron a los detenidos del Penal de Gualeguaychú al Aeroclub, donde los presos fueron subidos a un Hércules y trasladados a otras provincias. “Los hacían subir al avión, eran unas 80 personas, y los sentaban con las manos sobre las nucas y las cabezas entre las piernas. La Policía era muy diestra para manejarlos. A Rodríguez le pegaron un culatazo con la itaca, porque levantó la cabeza”, dijo, y señaló que Gustavo Martínez Zuviría era el encargado del operativo de traslado.
En tanto, Mario Guillermo Vela, quien era cabo primero, testimonió que el 24 de marzo de 1976, durante toda la madrugada, llegaron civiles al Regimiento en calidad de detenidos y que fueron alojados en en un escuadrón vacío. Entre los detenidos, al único que reconoció fue a Zapata.
Él era uno de los soldados que debían vigilar el lugar, que estaba totalmente a oscuras, por órden expresa de Ceretti. Señaló que luego de unos días, los detenidos fueron trasladados a la Unidad Penal de Gualeguaychú.
También confirmó que al ser Jefe de Área, Valentino se reunía mensualmente con autoridades de otras fuerzas.