Viernes 20 de Agosto de 2021
El colectivo feminista MAB inició la campaña Menstru-Acción que tiene como objetivo la provisión gratuita de elementos de gestión menstrual a personas de Basavilbaso cuya situación económica les impida acceder a la compra de apósitos, tampones o toallas higiénicas, entre otros insumos de gestión menstrual.
En la idea de MAB hay un sustento de igualdad de género y justicia social ya que, la falta de acceso a los productos de gestión menstrual -sean estos descartables o sustentables- alimenta la inequidad, no solo entre varones y mujeres, ya que es causante de ausentismo escolar y laboral, sino también entre las mujeres que tienen acceso a estos productos y aquellas que no.
En las redes sociales del colectivo se difunde una planilla para anotarse, la que estará también disponible en el Centro de Salud Pueblo Nuevo, en el NIDO y en el hospital local.
“Mes a mes, de acuerdo a las donaciones recibidas, entregaremos lo recaudado a todas aquellas personas que se hayan inscripto”, señalaron y remarcaron que el uso de productos de gestión menstrual no es opcional en mujeres y niñas, y muchas abandonan su rutina escolar, laboral y social en esos días por no contar con el dinero para solventarlos.
Una idea, una acción
La acción de las mujeres autoconvocadas de Basso surgió a partir de un encuentro con el colectivo feminista de Rosario del Tala como una idea viable y urgente para Basavilbaso, que no escapa la realidad de carencias en la materia.
“Para fundamentar la actividad empezamos a investigar y nos encontramos con que hay varias organizaciones independientes -como Economía Feminista o Marea Roja- que hace años vienen visibilizando la falta de acceso a insumos de gestión menstrual por parte de algunas personas a lo largo todo el país. Esto sucede por falta de políticas públicas con perspectiva de género. Hay familias a las que el Estado les brinda bolsones que tienen elementos de primera necesidad pero que no incluyen productos como toallitas, como si una familia no estuviese compuesta por personas menstruantes, o como si estas personas tuvieran la opción de menstruar o no; o como si tuvieran solo la necesidad biológica de alimentarse y no de sobrellevar su ciclo menstrual de la manera más higiénica y saludable posible”, explica a UNO Johanna Bre, de MAB.
Una campaña para copiar y multiplicar
El colectivo de Basso pensó Menstru-Acción como un solución paliativa y temporal a esta necesidad, sobre todo porque su sostén se basa en donaciones y no hay certezas de su continuidad efectiva.
Para organizar el programa, integrantes de MAB se reunieron con autoridades del municipio y del hospital de Basavilbaso para sumarlos a la campaña. Luego comenzaron a difundir la acción en redes sociales y medios locales. La idea es constituir una lista de personas que necesiten acceder a los insumos de gestión menstrual para luego hacer la distribución de las donaciones.
Tanto el municipio como el hospital accedieron a formar parte de la acción y, además de la inscripción a través del formulario online, se llevará a cabo también en entidades como el centro de atención primario del barrio Pueblo Nuevo, conocido como “La Salita” y en el mismo nosocomio.
Las donaciones provienen de negocios locales como almacenes, supermercados, farmacias distribuidoras, Agmer integración y otras agrupaciones gremiales que se comprometieron a colaborar, además de personas particulares. En tanto, la distribución se hará en el edificio NIDO y en el CAPS y el hospital, aunque no se descarta alguna entrega personal, a través del MAB.
Brecha económica y medio ambiente
El gasto que implican los productos para la gestión menstrual y su impacto ambiental son algunos de los temas que impulsan la necesidad de políticas públicas demandadas por los colectivos feministas y que han llegado al Congreso de la Nación en varios proyectos.
Se estima que una persona menstruante gasta alrededor de $5.000 anuales para gestionar su período, cifra que impacta en los bolsillos de las familias más desprotegidas. Muchas mujeres, por falta de dinero, durante su periodo menstrual, reemplazan las toallitas higiénicas, apósitos o copas menstruales con algodón, trapos, o diarios; materiales incómodos, antihigiénicos, vergonzantes y hasta inhabilitantes para las numerosas tareas diarias, como la asistencia al trabajo, escuela, universidad o reuniones sociales.
Otro costado no menos importante del tema está relacionado con el medio ambiente. Según datos de la ONG Economía Femini(s)ta, en Argentina se producen 13.200 toneladas de residuos menstruales anuales, que tardan un promedio de 650 años en biodegradarse y plantea la urgente necesidad de alternativas para la gestión menstrual.
Necesidad de una política con perspectiva de género
“Cuando comenzamos con esto nos dimos cuenta que, junto a las compañeras de Tala, estamos formando parte de una movida nacional mucho más grande que no va a parar y que tiene futuro. La idea de esto es que sea temporal para paliar la situación. Queremos que las instituciones locales, a las que les corresponde, impulsen programas de provisión gratuita de insumos de gestión menstrual de calidad, sostenido en el tiempo, con un análisis previo, situado y orientado a concientizar sobre la multiplicidad de opciones que hay para gestionar la menstruación; que las alternativas descartables son las más perjudiciales para nuestro ambiente y que existen elementos más sustentables para la salud y para el medioambiente como las toallitas de tela reutilizables o la copa menstrual”, consideró Bre.
“Estos programas son viables y posibles y vamos a trabajar para que Basavilbaso sea una de las localidades que tenga una política de gestión menstrual como municipios como Morón, Zárate, Santa Fe o San Rafael. Aun no hemos tenido contacto con legisladores para tratar el tema pero esto recién comienza y tenemos intenciones de llegar aún más lejos”, acotó.
Proyectos en el Congreso
Sobre el tema hay decenas de proyectos en el Congreso de la Nación, pero aún no consiguieron el consenso para ser tratados y transformados en Ley.
* Varios de éstos promueven la declaración de interés púbico de la promoción de la salud menstrual para que la gestión menstrual sea abordada por políticas públicas con disponibilidad de productos en escuelas, centros de salud, cárceles, hospitales, entre otros.
* Otro proyecto incorpora la menstruación al Plan Médico Obligatorio (PMO) para obtener cobertura de los productos de gestión menstrual por parte de obras sociales y prepagas.
* Algunas iniciativas proponen quitarles el IVA a los productos de higiene menstrual, para abaratarlos.
* Una de las iniciativas declara el 28 de mayo Día de la Salud Menstrual para concientizar y combatir los prejuicios en torno al tema.
* Otra establece una licencia menstrual de un día al mes para estudiantes
* También hay textos que promueven la producción y utilización de productos de gestión menstrual respetuosos del medio ambiente o la creación de un programa de impulso al uso de la copa menstrual o toallitas de tela reutilizables.
Prejuicios
La menstruación sigue siendo un tema del que no se habla y que hace evidente la falta de Educación Sexual Integral (ESI)
En torno al tema se barajan muchos prejuicios y poca comprensión de que se trata de una cuestión de salud y de economía que afecta a los sectores más vulnerables de la sociedad.
La falta de acceso a los productos de gestión menstrual descartables o sustentables alimenta la brecha y la desigualdad no solo entre varones y mueres, ya que es causante de ausentismo escolar y laboral, sino también entre mujeres que tienen acceso y aquellas que no.
Finalmente, y no es un dato menor, está la presión de las grandes corporaciones cosméticas y farmacéuticas que hacen primar sus intereses por sobre la salud, la higiene y el bienestar de las personas menstruantes.