Aunque se cuestiona su calidad, por precio, se compran genéricos

La Ley N° 25.649, sancionada el 28 de agosto de 2002, establece: “Toda receta y/o prescripción médica u odontológica debe efectuarse expresando el nombre genérico del medicamento, seguida de forma farmacéutica, cantidad de unidades por envase y concentración”. Y desde hace varios años, los medicamentos genéricos se impusieron en el mercado y la competencia con las marcas de grandes laboratorios se instaló a partir de la diferencia de precios, que en algunos casos supera el 300%.

Sin embargo, la idea de que hay una relación directamente proporcional entre el precio y la calidad de un producto es un juicio de valor con un fuerte arraigo y esto posibilitó que el mercado se diversificara y la demanda de distintos sectores se pudiera segmentar.
 

Quienes despachan medicamentos en las farmacias locales coinciden en señalar que los productos genéricos que tienen una mayor demanda son el ibuprofeno, el paracetamol, el diclofenac, el analapril o la ranitidina y que, en general, la gente los lleva priorizando el precio. “Una tableta de 10 unidades de ibuprofeno genérico de 400 miligramos cuesta 4 o 5 pesos y una de marca, con las mismas características, sale 10 o 12 pesos: la diferencia es de más del 100%. Los mismo ocurre con la ranitidina, que también cuesta un 100% más cara la de un laboratorio más conocido ”, señaló Mabel, propietaria de una farmacia de la zona céntrica.
 

“En esto no se nota tanto el precio, porque son importes chicos, pero hay medicamentos donde la diferencia es mayor. Por ejemplo, en medicamentos para el colesterol: una caja de Vasotenal por 30 cápsulas cuesta 151 pesos, y el valor de las tres tabletas de 10 del genérico es de 38 pesos”, añadió.
 

Sin embargo, los farmacéuticos afirman que no siempre la efectividad es la misma, a pesar de que se trate de la misma droga, y recomiendan consultar antes de adquirir un producto. Liliam Cicchini, secretaria de Asuntos Profesionales del Colegio de Farmacéuticos de Entre Ríos, explicó a UNO que “los mal llamados genéricos son en realidad una reproducción y los controla la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat). Se hace a veces para uso de los hospitales, por ejemplo, y se evitan lo costos de la publicidad, los prospectos, las cajas; se abarata mucho en este sentido. Y a esta reducción de costos también pueden acceder las personas que van a la farmacia”.
 

En referencia a la calidad de los productos, aclaró: “Es responsabilidad del farmacéutico vender medicamentos que sean confiables. Deberíamos creer que es así, pero sucede que hay una diferencia que hace que no sean tan efectivos como los originales, porque usan distintas sustancias para armar las pastillas, que se denominan excipientes, que a veces hacen alguna interferencia con la acción de la droga. Es decir, las drogas son las mismas, pero el procedimiento de fabricación no suele ser el mismo”.
 

En coincidencia Mabel, propietaria de una farmacia del centro de Paraná, comentó: “El efecto sobre la salud al tomar los medicamentos genéricos debe ser el mismo que al consumir los de laboratorios reconocidos. No es que sean de menor calidad, pero sobre sí es sabido que en su fabricación no se efectúan los mismos controles y no siempre se respetan las normas de fabricación o las buenas prácticas”.
 

Otras de las farmacéuticas locales, Gladys Taverna, señaló que “es difícil decir marca por marca cuál es bueno y cuál no; sí se sabe que hay laboratorios que no son tan seguros ni tan confiables”. En este sentido, aclaró: “Lo que falta es sobre todo un control de biodisponibilidad, que garantice que si se parte un medicamento por la mitad, sea seguro que lo que estás tomando es exactamente igual a la otra mitad en cuanto a concentración. Por ejemplo, si un comprimido es de 500 miligramos, no se tiene la seguridad de que al desglosarlo la concentración en esa mitad sea de 250 y no de 150 o de 100”.
 

En este punto, Cecchini hizo hincapié en que se consulte al farmacéutico al momento de adquirir un medicamento genérico. “No hay que comprarlos en cualquier local o cualquier kiosco. El farmacéutico es personal autorizado y especializado y puede informar de manera acertada”, aseveró. Y agregó: “Los farmacéuticos debemos a la vez optar por comprarle medicamentos a los laboratorios confiables”.

Competencia de las marcas
Cuando un laboratorio registra una fórmula, los demás que deseen replicarla deben abonarle una patente. Esta vence en un plazo de 10 años, tras lo cual sí se puede producir el mismo remedio sin este costo. “Para evitar pagar esa licencia del que investigó, desarrolló o descubrió la droga y no tener que producirlo con este alto costo, algunos laboratorios lo copian y hacen medicamentos muy parecidos, con algún pequeño cambio en la parte química”, explicó a UNO la farmacéutica Gladys Taverna.
 

Para contrarrestar la competencia con los medicamentos genéricos, muchas veces las grandes marcas recurren a la complicidad de los médicos. Mabel, farmacéutica, afirmó que “en muchos casos la gente llega con el nombre de la droga en la receta, porque es obligatorio que figure, pero también figura el nombre comercial del medicamento; y hasta en algunos casos traen escrita la indicación del doctor de que no se les cambie de marca. Es conocido que los médicos reciben premios importantes por parte de los laboratorios, como por ejemplo viajes, y que por eso prescriben los productos que fabrica determinada compañía”.
 

La ley establece además que el profesional farmacéutico debe informar al público sobre todas las marcas comerciales que contengan el mismo principio activo, con la misma cantidad de unidades, forma farmacéutica y concentración, y los distintos precios de cada uno de esos productos.
 

Las grandes cadenas de farmacias procuran competir, imponiendo primeras marcas. Diego, empleado de una farmacia que vende casi en exclusividad este tipo de artículos, afirmó: “Las ventas de genéricos se mantienen, aunque hay mercados que también se fueron perdiendo frente a la dificultad de competir con las grandes cadenas de farmacias, que compran un stock importante de medicamentos de marca a un costo inferior y logran equiparar los precios”. “Hay quienes prefieren los medicamentos de marcas más conocidas y se niegan rotundamente a consumir un genérico; y están los que priorizan el precio”, dijo a modo de conclusión.