Son diferentes las hipótesis que se tejen con relación a las profecías mayas y la posibilidad más cercana del fin del mundo. Y allí aparece el 12 de diciembre de 2012 como una de las fechas que encuadra dentro de las prediccciones de esta civilización.
Asteroides: ¿realidad o psicosis colectiva?
De este modo se especula con que los fenómenos celestes o climatológicos a gran escala son los que producirán el colapso del planeta. Pero lo cierto es que una de las siete predicciones mayas habla de “que el 21 de diciembre se iniciará un período de 5.200 años”, el cual no representa “el fin del mundo como han interpretado personas fuera de la tradición maya”, se consigna en diferentes portales.
Pero puntualmente este artículo busca indagar en la relación que tiene el asteroride Tutatis con una fecha considerada clave en el calendario maya: el 12 de diciembre de 2012.
Pero lejos de los anuncios catastróficos la proximidad del objeto nada tiene que ver con el fin del mundo. El coordinador del Observatorio de Oro Verde, Mariano Peter, aclaró en diálogo con UNO que el “asteroide ha pasado muchas veces, pero recién en 2029 o 2035 va a representar un real peligro para la Tierra".
Según su análisis “son ínfimas las posibilidades de que el asteroide impacte contra el planeta: las posibilidades son 1 en 60”.
Carl Sagan y los asteroides
El astrónomo estadounidense Carl Sagan publicó numerosos artículos científicos sobre los asteroides y las característticas de cada uno de ellos. El astrofísico consideraba que era imprescindible el estudio de estos cuerpos celestes para prevenir futuras catástrofes en el planeta.
"Por término medio, una vez cada pocos cientos de años la Tierra es alcanzada por un objeto de unos setenta metros de diámetro; la energía liberada a consecuencia de la colisión equivale a la explosión del arma nuclear más potente que nunca se haya lanzado. Cada diez mil años nos golpea un objeto de doscientos metros, que podría provocar serias consecuencias climáticas regionales, y cada millón de años se produce el impacto de un cuerpo de más de dos kilómetros de diámetro, equivalente a casi un millón de megatones de TNT, una explosión que desencadenaría una catástrofe global, eliminando a una porción significativa de la especie humana (a menos que se tomaran precauciones sin precedentes)” advertía en su libro “Un punto azul pálido”.
En el portal de la Asociación Entrerriana de Astronomía (AEA) se aborda esta investigación poniendo énfasis en “el estudio de las órbitas”. Carl Sagan alerta, sin embargo, sobre la posibilidad que la investigación acerca de los métodos para desviar asteroides pueda generar la tentación de desviarlos con un destino específico.
"A principios de los años ochenta, a algunos miembros de los círculos armamentísticos norteamericanos se les ocurrió que los soviéticos podían estar pensando en emplear asteroides cercanos a la Tierra como proyectiles de impacto; el presunto plan fue bautizado como «el Martillo de Iván». Había que tomar medidas preventivas de inmediato. Al mismo tiempo, se sugirió que quizá no fuera mala idea que Estados Unidos aprendiera también cómo utilizar pequeños mundos a modo de armas”, planteaba el cosmólogo.
Habría dos opciones para liberarse de la amenaza de un asteroide: "La primera consistiría en que uno o más proyectiles nucleares de gran potencia hicieran estallar el asteroide o cometa en pedazos, que se desintegrarían y atomizarían al penetrar en la atmósfera de la Tierra"; lo que traería aparejado en caso de asteroides masivos la posibilidad de multiplicar el peligro por el número de fragmentos, la segunda sería "en un plan para alterar la órbita de cualquier cuerpo errante haciendo explotar armas nucleares en sus cercanías. Las explosiones (por lo general, en el punto más cercano del asteroide con el Sol) van encaminadas a desviarlo de la Tierra".