Pablo Felizia/De la Redacción de UNO
Ánimos festivos de diciembre aumentan el uso de los moteles
Cuando los ánimos son alegres en general, con despedidas y fiestas de fin de año, aumenta la demanda en los moteles de Paraná. En eso coinciden varios dueños de estos lugares que fueron consultados por UNO. La época fuerte, igual, es el invierno, pero entre los meses de calor, diciembre es particular y crece con cierta firmeza el uso de los albergues. Algunos llevan ya 44 años de servicio y se adaptaron a los requerimientos de los nuevos tiempos.
No es fácil hablar con los titulares de los moteles de la capital provincial. Son reservados, cuidadosos y el acuerdo fue no nombrarlos. Con cuentas fáciles, hay por lo menos seis lugares destinados al placer –y al amor, claro– distribuidos en diferentes zonas, con servicios, calidades y precios distintos.
Dicen que en Santa Fe, por ejemplo, cada vez hay menos y florecen en cambio hoteles de pocas estrellas, hoteluchos, en la jerga callejera. La diferencia es abismal y sustancial: en un motel, al pedir una habitación, no hace falta registrarse, dar nombre o poner una firma; esa cierta clandestinidad, o reserva, hace que en Paraná los albergues aún mantengan su mística.
Para la Real Academia Española, en su versión electrónica, la palabra “telo” no existe; acá sí y enciende mitos y placeres durante 24 horas, los 365 días del año. Abiertos, siempre listos y disponibles, los moteles tiene precios por turnos que a lo largo de los meses se mantuvieron estables de manera relativa; es decir, no aumentaron como otros rubros para mantener una clientela cuidada y renovable.
Los turnos parten de los 200 pesos, 180 en algunos lugares, pero hay siempre distintas posibilidades: no es lo mismo el precio por una hora que por tres, a la mañana que a la noche, un martes que un sábado; hay promociones por bebidas espumantes, café con leche, habitaciones temáticas y fantasiosas, espacios premium, pequeños rincones elegantes, cómodos, con sillones especiales, luces de colores, paredes peladas o llenas de arte, con jacuzzi e hidromasaje y hasta cubículos con una simple cama solitaria, como el mueble necesario que para algunos, es lo único que hace falta.
A los dueños de los moteles se los consultó por la Cumbre que se desarrollará en Paraná, y sí, el hecho generará una mayor demanda. Como respuesta afirmaron que en otros momentos, como durante Fiesta de Disfraces cuando la capacidad hotelera de la ciudad estaba desbordada, varios albergues se transformaron, con el fin de poder dar respuesta a la situación específica.
Dijeron igual que mucho no les conviene porque pierden, por algunas jornadas, la posibilidad de ofrecer los servicios habituales, pero que igual están a la espera de saber qué ocurrirá a mediados de mes y hubo quienes señalaron estar dispuestos a ofrecer sus instalaciones.
Hasta la década del 70 todo era más difícil y para algunas parejas, entrar a un motel en esos tiempos, también. El dueño de un albergue de Paraná contó que fue recién a mediados de los 80 cuando dos varones o dos mujeres, pudieron alquilar alguna habitación por hora, sin que nadie les ponga un pero. Hay hoteles de paso en Paraná que surgieron pocos años después de la inauguración del Túnel con el objetivo de acaparar pudorosos, amantes ocasionales o personas sin espacios de ciudades vecinas.
Las últimas salidas de la oficina antes de las vacaciones, el calor, las fiestas de despedidas y los reencuentros son momentos que animan, estimulan e incitan. Diciembre es una época propicia, el ánimo determina la demanda en los moteles y no solo a la noche o durante los fines de semana. Con el turno tarde o a la siesta, bajo el fresco del acondicionador de aire, el destino también encuentra abierta sus posibilidades.
Pasar unas horas se transformó en un gusto para ocasiones extraordinarias
El poder adquisitivo diario también se siente en los moteles y no es lo mismo sus reservas a principio de mes que a partir del día 20. La inflación repercutió en el rubro y a diferencia de otras épocas, pasar unas horas en un albergue, para algunas parejas se transformó en un gusto, un regalo o un premio.
Una hora de un domingo en Buenos Aires, puede costar entre 400 o 500 pesos la habitación más barata. En Paraná, inicia desde los 200.
La dueña de un motel local, contó por ejemplo, que sí ahora el turno cuesta 205 pesos, con el próximo aumento llegará a 215 y que los cambios en los montos son cada tres meses.
Además por el mismo precio de una habitación simple en Buenos Aires, es posible encontrar una muy buena en Paraná. En la capital provincial incluso, por el costo del turno de una hora en un motel, en otro son dos.
Entre las particularidades del rubro, contaron que no es un negocio fácil de llevar. El hecho de estar abierto todo el día, hace que los problemas sigan ese ritmo. No puede fallar un acondicionador de aire, siempre deberá salir agua de las canillas del baño, las luces deben prender y apagar con normalidad.
Si bien no todos trabajan a cama caliente, la renovación de las sábanas debe ser precisa y contar con empleados que en su distribución horaria cubran la jornada completa y estén capacitados para tener una discreción absoluta. Todos manifestaron, incluso los dueños de los moteles más grandes e históricos, que deben trabajar atentos a todos los detalles.
La nota completa en la edición impresa de Diario UNO de Entre Ríos del 7 de diciembre