Edgardo Comar/ De la Redacción de UNO
Alegrías, fracasos y miserias
El calendario futbolístico de 2014 en la provincia, más allá de alguna disputa pendiente, está cerrado. El balance final obliga a hacer análisis que muestran pocos aciertos individuales que desencadenaron emociones populares de parte de sus seguidores.
Las alegrías del año que se va la tuvieron Atlético Paraná y Juventud Unida de Gualeguaychú.
El Rojiblanco del barrio San Martín de la capital entrerriana dio un doble salto de categoría pasando en apenas seis meses del Torneo Argentino B al Nacional, previa escala en el Federal A.
La Juve también, por el ascenso obtenido, pasará a ser parte en 2015 de la principal competencia de ascenso del país. En los logros del Gato y Juventud hay similitudes. El perfil bajo, presupuestos para nada exorbitantes y el respeto de procesos largos que tuvieron como referentes a entrenadores abocados a un trabajo que excedía lo estrictamente técnico-táctico.
La contracara y el gran fracaso del período le correspondió a Patronato. Tuvo una chance que jamás volverá a repetirse: poner a todo Entre Ríos en la vidriera grande del fútbol de la Argentina. Gastó -porque no se puede hablar de inversión- cifras siderales para terminar conformando un plantel caro, y lo peor: sin hambre de gloria. Su frustración lo debe invitar a un reflexión profunda para no repetir errores basados en una sensación de supremacía y triunfalismo que en cancha nunca pudo plasmar.
El fútbol de Concepción del Uruguay, que en la década del 90 se situó en la cúspide provincial, fue un canto a la decepción. Gimnasia fue noticia importante o de tapa por la falta de pago a sus jugadores y no por resultados resonantes. A Atlético Uruguay se lo recuerda por ser uno de los dos clubes de la provincia que allá por los 80 se codeó con los grandes de Primera A, en el antiguo Nacional. Que hoy vuelva a participar del Federal C debe verse más como una condena que como un logro.
Las competencias domésticas organizadas por distintas ligas siguen rozando lo discreto; ni a mediocre llegan. En las mismas las miserias abundan. Los máximos responsables tal vez no sean los que cada fin de semana se ponen una camiseta para transpirarla y representar a un club. El egoísmo de los dirigentes que persiguen beneficios propios -emparentados con lo económico- por encima de lo colectivo asoma como una de las causas principales de un retroceso continuo.
Las competencias de la Federación Entrerriana coronan a campeones que rápidamente pasan al olvido. El Provincial de Clubes, o los certámenes juveniles que el ente diagrama anualmente son la excusa perfecta para demandar un subsidio a un gobierno, que con buen criterio mantiene el empecinamiento de apoyar el deporte amateur.
Con alegrías, fracasos y miserias se va el 2014. Llegará el 2015 con la esperanza renovada de un fútbol mejor.















