Desde Artigas, pasando por Rosas, la impronta de Rivadavia o el caso de San Martín, representan mitos fundantes de la Nación argentina que, de alguna manera, sirven para explicar la política contemporánea desde una perspectiva histórica. Esta aproximación se podría decir constituye la base ideológica del libro de Alberto Lettieri La Batalla Cultural y La Mirada de la Historia, que va por su exitosa tercera edición. El autor es un prestigioso intelectual, doctor en Historia, investigador independiente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), profesor titular en la Universidad de Buenos Aires, quien hoy a partir de las 20 presentará el trabajo en el Instituto Audiovisual de Entre Ríos, en calle Gregoria Matorras de San Martín 861 de Paraná. En una entrevista concedida a UNO planteó la importancia "de repensar el surgimiento de la Nación, según las distintas versiones a nivel de proyecto político-ideológico".
Alberto Lettieri: "La reelección de Macri está prácticamente asegurada"
El reconocido intelectual aventuró un segundo mandato presidencial de Cambiemos. Hoy a las 20 presenta su libro en el Instituto Audiovisual
16 de noviembre 2017 · 15:29hs
—En su libro habla de revisar nuestros paradigmas culturales. ¿Cómo se logra en un país moldeado por el liberalismo?
—Se dio la contraposición entre un modelo como lo fue el liberalismo que en el siglo XIX trató de justificar su hegemonía en términos intelectuales a partir de la construcción de un pasado, el mito de los orígenes a través de la historia de (Bartolomé) Mitre. Fue la invención de un pasado que legitimaba una sociedad con ciertas características: agraria, excluyente, dependiente, con alto nivel de exclusión social, la concentración de la riqueza y centrada en torno al puerto de Buenos Aires. A partir de mediados del siglo XX esos paradigmas comienzan a cambiar, en el contexto de la Guerra Fría, donde desde el liberalismo se ve un intento de suprimir el pasado y tratar de legitimar un modelo que beneficia a una minoría a partir de los logros que podían conseguirse en el futuro. Y por el otro lado un modelo nacional y popular que ha tratado de encontrar su legitimación reiteradamente en una tradición histórica que decantaría en un modelo de inclusión social, de construcción de algún tipo de alianza, de sentimiento latinoamericanista.
—Usted pone el acento en el modelo educativo, de cómo se han "instruido" a las diferentes generaciones. ¿Se sigue replicando este modelo en la actualidad?
—Me parece que el modelo educativo es determinante. El liberalismo, tras la caída de Rosas, se sirvió de la represión y el control monopólico de los medios, y de la construcción de dispositivos culturales a través del sistema educativo para reemplazar el amplio consenso popular que tenían los caudillos. Llegando más a la sociedad contemporánea tengo la idea, sobre todo después de la salida de la dictadura, de que hay una especie de coincidencia entre los que se dicen continuadores del modelo nacional y popular, y los liberales, en el hecho de vaciar de contenidos a la educación para tratar de generar unas mayorías sociales fácilmente manipulables. Se ha ido formando un partido del orden que viene a reemplazar las viejas identidades partidarias, razón por la cual quien quiera que esté en el gobierno recurre a las mismas prácticas para generar su propia legitimidad: mantener altos niveles de desocupación y manipulación de esas mayorías a través de planes sociales, de modo tal de conseguir una base de sufragios que le garantice un buen resultado electoral. Estamos en un momento de crisis identitaria de los partidos.
—Atendiendo a los factores que provocaron la crisis de las fuerzas políticas mayoritarias. En el caso del peronismo, ¿cómo se reconstruye como movimiento social?
—El peronismo tiene una crisis estructural muy fuerte, es muy difícil contener dentro de un mismo espacio colectivo a sectores que tienen intereses, tanto en términos económicos como en términos culturales, muy distintos. El peronismo sufre una grieta interna en los 60 con la incorporación de sectores sociales que levantan una perspectiva de socialismo latinoamericano y una mirada guevarista respecto del proyecto a construir. Eso terminó en una confrontación interna y el enfrentamiento armado. Eran dos sectores que no aceptaban formar parte del mismo espacio. Luego llegaron a generar algunas alianzas, en distintos momentos, en parte en los años 90, sobre todo a partir de 2003, pero en la práctica es una alianza inestable y que en algún momento esas dos tradiciones tienen que separarse. Tiene que haber una salida desde el peronismo hacia algún movimiento de centroizquierda o de un movimiento de centroderecha, este último puede tener coincidencias con la propuesta de Cambiemos, pero que tenga asegurada una propuesta social de contención. Tratar de generar una propuesta unificada va a llevar a una derrota sistemática y lo que va a quedar como heredera del peronismo van a ser dos alternativas parecidas a lo que fue el cristinismo y del otro lado un neomenemismo.
El reformismo de Macri
Desde la mirada, si se quiere científica de Lettieri, las medidas que busca implementar el macrismo en su segunda etapa de gobierno "pueden encontrar un consenso social de que hay que transformar algunas cosas. El punto es hasta dónde, cómo se transforman y cuáles son los sectores que se tocan. El punto más flaco de la economía argentina pasa por los altísimos niveles impositivos" a la vez que vaticinó que "la reelección de Macri está prácticamente asegurada".
—Lo dice muy convencido.
—Salvo que pase algo excepcional, sí. Hay una división interna dentro del peronismo y hay dos opciones de arreglo: la alternativa de generar una propuesta en conjunto entre el cristinismo y el PJ me parece una utopía en el plazo de dos años. Creo que solo puede darse una característica de este modo en la medida de que Cristina desapareciera del escenario político; si no da un paso al costado Cristina, esta alianza es imposible. La otra es una candidatura conjunta entre Cambiemos y algún sector del PJ. Lo veo como un desplazamiento del radicalismo en beneficio del radicalismo. Con cambios significativos me parece que el macrismo tiene características de un neomenemismo, más moderno, aggiornado al siglo XXI y que puede ser el espacio de decantación del peronismo.