Vanesa Erbes/ De la Redacción de UNO
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Un gol en contra en las redes sociales
Hoy como pueblo nos toca quejarnos y ofendernos — con razón por su carácter discriminativo — porque los alemanes celebraron su título intentando ridiculizarnos. “Así caminan los gauchos, los gauchos caminan así”, se vio cantar a un grupo de integrantes del equipo germano con voz abatida mientras caminaban encorvados sobre una gran pasarela. “Y así caminan los alemanes”, entonaron erguidos con gesto festivo.
Sin embargo, previo a la final del Mundial, en la que Argentina obtuvo el título de subcampeón, el avezado ingenio de los compatriotas para realizar parodias y cánticos contra los rivales — y además contra los brasileños — se fue agudizando.
Hace días se vio circular por las redes sociales un video con un doblaje de un segmento de la película Der untergang (El hundimiento), dirigida por Oliver Hirschbiegel, que relata los últimos días de Adolfo Hitler en el búnker en Berlín al final de la II Guerra Mundial. Se lo utilizó para parodiar el “miedo” que nos tenían los alemanes dentro de la cancha.
Si bien se trata de un fragmento que se ha usado a menudo para parodiar distintas situaciones, que no solo tienen que ver con el fútbol, en esta ocasión se muestra a un Hitler preocupado, ofuscado porque el seleccionado germano debe enfrentarse a la Argentina en la final. Allí, el líder nazi analiza las fortalezas de los jugadores con la casaca albiceleste y elogia, desde un lugar de encono, la pasión con la que los argentinos cantamos el himno, los atributos en el juego que tienen Messi, Mascherano, Rojo y otros jugadores. “A Brasil le clavamos 7 pero Brasil no es Argentina”, dice, entre otras cosas, un Hitler perturbado.
La escena divierte y hasta gratifica. Como hinchas en esa instancia decisiva adherimos a lo que sostiene el personaje que encarna a uno de los genocidas más grandes de la historia. Nos cae simpático y hasta nos parece acertado, inteligente, porque en cierto aspecto comulga con nuestros deseos.
¿Nos hubiese pasado lo mismo si se subtitulaba un video con las imágenes de algún film donde algún actor interprete a Rafael Videla, Reynaldo Bignone, Leopoldo Galtieri u otro dictador y asesino que ultrajó nuestra nación?
Cuando se construye un mensaje, en el complejo proceso de la comunicación no solo se trasmite de manera lineal lo que se dice, con una intencionalidad determinada, sino que además se ponen en juego mecanismos inconscientes (de eso saben mucho los publicistas), en los que interviene nuestro bagaje cultural, intelectual, vivencial; que a su vez se retroalimentan. En coincidencia con las opiniones acerca de que seguramente quienes subtitularon al personaje del bigotito interpretado por el actor Bruno Ganz no tuvieron el propósito de hacer aparecer a Hitler como a alguien al menos cordial, el hecho de habilitar como un interlocutor válido a un genocida para hablar de nuestras pasiones por el fútbol, no me parece prudente.
Distintas corrientes conciben al cine como forjador de mitos sociales o como configurador del inconsciente personal. La ficción también sedimenta y va dejando huellas en la construcción de nuestro imaginario social y de nuestra identidad, individual y colectiva. Avalar una parodia en la que interviene quien fue el mentor de los campos de concentración en los que fueron exterminadas 15 millones de personas, básicamente por ser distintas, da cuenta de cierta permisividad y de algún crédito hacia uno de los criminales más sádicos que existieron. Basta con googlear “Holocausto” o “Auschwitz” y ver las imágenes que aparecen, con personas deshumanizadas, entre ellas niños en total estado de indefensión, desnutridos, explotados, la sensibilidad aflora, irremediablemente.
Las víctimas y sus descendientes merecen un respeto. Y condenar socialmente a quien utilizó las cámaras de gas, flageló y experimentó con los cuerpos de otros de las formas más inhumanas, aniquilando a un pueblo de los modos más cruentos, es un comienzo para enmendar la historia.
Hay quienes recomiendan no mezclar la realidad del exterminio que perpetró Hitler con la ficción y la parodia que divirtió a miles de argentinos durante los últimos días. De todas maneras, reflexionar sobre los modelos con los que nos identificamos o sobre los que proyectamos nuestros propios anhelos es un ejercicio nos ayuda a mejorar.