José Amado / De la Redacción de UNO
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Todos atrás y Evo de 9
Si hay que armar un equipo con los mandatarios que llegarán a Paraná pasado mañana, pongo arriba a Evo Morales y el resto que se cuelgue del travesaño, si es que no los mando directamente al banco. El presidente del Estado Plurinacional de Bolivia, ratificado en el cargo hace poco con el 61% de los votos, ha concretado muchas de las cosas que para el resto ha quedado en las declaraciones. La metáfora futbolera es por demás poco original, pero siempre ayuda y en definitiva es el idioma con el que más nos entendemos los latinoamericanos. Además, a tono con el rumor de un posible amistoso entre Evo y Urribarri en el Grella.
Aquellos que se muestran optimistas con los gobiernos de la región hablan siempre de “matices” o “realidades particulares” a la hora de comparar unos con otros. Sin embargo, esto es como decir que el Puma Gigliotti “tiene características diferentes” a Messi. No: uno ha hecho goles, otro no para de romper récords.
En cuanto a la política de defensa de los recursos naturales, el gobierno de Evo ocupó militarmente los campos petroleros y gasíferos para renegociar los contratos con los monopolios. Antes las empresas petroleras se llevaban el 82% y dejaban en Bolivia el 18%, ahora se llevan el 18% y dejan el 82% de las ganancias.
Cierta envidia sana produce verlo cuando en Argentina continúa el saqueo: se renegociaron los contratos con los monopolios petroleros hasta el agotamiento del recurso, importamos gas, se encarecen las naftas (200% más caras que en Bolivia), se entregan los recursos mineros a extranjeros con consecuencias nefastas para el ambiente y con una ley minera de 1993 neoliberal por excelencia, les abrieron la puerta del yacimiento Vaca Muerta a la multinacional norteamericana Chevron para la depredación de las reservas petroleras, entre los ejemplos de una lista. Basamos nuestro presente en la exportación de minerales, petróleo y soja.
Los paranaenses estamos más atentos al desarrollo de la Cumbre del Mercosur y la llegada de una docena de presidentes latinoamericanos a nuestra ciudad, que al contenido y decisiones propias del encuentro en sí. No es para menos dado el movimiento inusual que se ve por estos días en algunos sectores de la ciudad y al hito que significa ser anfitriones. Pero más allá de esto, no hay grandes expectativas sobre algún posicionamiento distinto al que se viene realizando en las últimas sesiones del bloque, ni de acuerdos trascendentales. Seguramente se insistirá, en general, en aquello de la integración de los países latinoamericanos, el desarrollo social, y cualquier palabra seguida de “social” vendrá bien a la ocasión y resultará políticamente correcto.
Al conmemorarse un nuevo aniversario de la Batalla de Suipacha, Evo Morales (fue el primer presidente boliviano en la historia en asistir a este acto) se refirió a las numerosas luchas previas a la fundación de la República, como “la marcha o la caminata de los hermanos Catari desde el norte de Potosí hasta Buenos Aires, para hacerse reconocer primero como autoridades originarias, segundo para defender nuestra identidad y tercero para defender los recursos naturales”.
Y recordó Evo los valores que instauraron en la nueva Constitución Política del Estado Plurinacional: “Ama Sua, Ama Quella, Ama Llulla (no seas ladrón, no seas mentiroso, no seas ocioso). Si hubiéramos aplicado estos valores desde la fundación de la República, hoy Bolivia estaría cooperando con el mundo y no esperando cooperación (…). El colonialismo interno es el mejor instrumento de dominación del imperialismo. Tenemos que ampliar el mercado interno para no depender del mercado norteamericano, o del mercado europeo o del mercado chino, es importante exportar, pero esos mercados no pueden definir nuestra política económica, porque en el futuro podemos tener problemas serios en nuestra economía. La Unasur y el Mercosur pueden ser complementarios de nuestra economía (…) tiene que haber relaciones de reciprocidad”.
Si bien todavía le falta avanzar en cumplir la promesa de reforma agraria en Bolivia, donde prevalecen los grandes latifundios (se lo pido a Evo, porque pedírselo al resto de los presidentes sería demasiado ingenuo), ha demostrado una coherencia política sin intenciones de venderle humo a ningún boliviano.