Liliana Bonarrigo/ De la Redacción de UNO
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Desde junio se encuentra en análisis en la Cámara de Diputados de la Nación un proyecto de ley que busca regular los concursos de belleza y adecuarlos a las actuales leyes antidiscriminación y de género.
La idea del proyecto es terminar con la estigmatización de la mujer y regular algunos requisitos que les son exigidos a las participantes y a las electas, quienes pasarían a denominarse “representantes” y no “reinas” o “princesas” como hasta el momento. Y, de paso, abolir definitivamente todo simbolismo que remita a la monarquía, como el título, la corona, la banda, la capa y el cetro.
Aunque su autora, la diputada Gloria Bidegain (FPV) aclaró que “no se trata de prohibir los concursos sino de regularlos”, el texto ya generó ríspidas reacciones.
Bidegain reconoce que los concursos son una parte importante de las fiestas regionales, pero a la vez resalta que, como están planteados, promueven un modelo de belleza que configura una de las formas de violencia contra la mujer, y que sus participantes son tratadas como si fuesen “ganado en remate”.
El texto establece que podrán participar de los certámenes mujeres a partir de los 18 años, o adolescentes de entre 16 y 17 emancipadas o cuenten con autorización de sus padres o tutores que, además, “deben asumir por escrito la obligatoriedad del acompañamiento a la menor en todo el transcurso del concurso”. También podrán hacerlo personas con discapacidad y transgéneros.
Por otra parte, la iniciativa establece que no podrán participar mujeres “que tengan un índice de masa corporal (IMC) menor de 18,5, con el fin de dejar fuera a personas con pesos corporales no saludables en relación a su peso y estatura. En tanto, los organizadores deben abstenerse de promover cánones de belleza asociados a la delgadez extrema o incentivar conductas relacionadas con trastornos alimenticios como la bulimia y la anorexia. Tampoco podrán exigir topes máximos de edad ni parámetros referidos al color de tez, cabello u ojos de los postulantes.
Otro eje de la normativa prohíbe que el estado civil o embarazo sean impedimento para inscribirse a un concurso, en base al antecedente judicializado en 2009, en Mendoza, donde se le quitó el título a una “reina” que se embarazó durante su “reinado”.
No es de extrañar que en una sociedad machista y patriarcal la iniciativa de Bidegain, que ya cuenta con dictamen favorable de la Comisión de Cultura, haya tenido tantos detractores. Por un lado, representantes del pensamiento conservador saltaron en defensa de las tradiciones, sin tener en cuenta que una “miss” representa una costumbre de un país de habla inglesa (USA) que fue copiada por países latinoamericanos en la posguerra; y que una corona y un cetro no nos representan desde 1810.
Por otra parte, muchos vieron peligrar una de las atracciones de las fiestas que promocionan productos y actividades turísticas provinciales, cuando en estas festividades la prioridad debería ser representar la idiosincrasia o la producción de un lugar y no la belleza de las participantes, a las que se hace desfilar en ropa interior ante miles de personas, como si las medidas antropométricas femeninas en traje de baño tuvieran algo que ver con las uvas, el trigo o las naranjas.
Finalmente, algunos medios de comunicación reprodujeron la parte menos importante del proyecto y titularon: “Prohibirán el término ‘reina’ en los concursos de belleza”. No entendieron nada.
Las reinas de belleza no nos representan
7 de septiembre 2015 · 09:02hs