Marcelo Comas / De la Redacción de UNO
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Excesos versus comidas saludables
Llegó diciembre, el mes de las despedidas, las colaciones, reuniones con compañeros de trabajo -sumado a las Fiestas- y todo lo que signifique estar frente a la tentación de manjares, acompañados de abundante bebida. Y para este tipo de ocasiones, no faltan las personas que relacionan el exceso con pasarla bien. Hay varias razones para demostrar lo contrario. Esta situación representa una barrera difícil de atravesar para los que no quieren sumar kilos en la balanza, así como también para aquellos que deseen cuidar su estado de salud. Por experiencia personal, pero especialmente por la información aportada por nutricionistas, saber controlar las porciones que se ingieren es una de las claves para evitar excesos. En este punto, es recomendable elegir qué comer y saborearlo despacio. Tanto los encuentros familiares como con amigos son propicios para sumarse a las tan mentadas “caravanas”, que empiezan con una picada acompañada de cerveza, luego le sigue el vino en la mesa y se termina con el brindis. Nada más lejos de la moderación y la sobriedad que se intenta proponer. Y aquí se presenta el dilema que deja expuestos a los más débiles, pero que además tienen la difícil misión de eludir a esas personas insistentes que ofrecen todo tipo de menúes. En este caso, los profesionales recomiendan sentirse con derecho a decirle “no” a la enésima vez que le ofrezcan comida, por lo que resulta necesario manejarse con firmeza, sin dejar lugar a dudas de nuestro propósito.
Este suelto está pensado para que se haga una toma de conciencia, en favor de una alimentación más sana y dirigida a satisfacer solamente nuestras necesidades básicas. Tan simple como eso. ¿O es necesario comer y tomar de todo, en una carrera desesperada por querer almacenar calorías? O en el peor de los casos padecerlo al otro día con la famosa “resaca” o el tan temido ataque de hígado. De hecho, la última tendencia en las redes sociales es hablarle a nuestro propio cuerpo. Claro, tal como se lee en este texto que circula en Facebook: “Hola querido hígado, este el mes del que tanto te hablé”. Detrás se esconde la mano, o mejor dicho la boca, de los “promotores” del exceso.
Y aquí van algunos números de las calorías que se ingieren durante el mes del desenfreno, por citar un solo ejemplo. Es que es tan abundante la ingesta de alimentos como de bebidas, que se pueden llegar a consumir en una noche las calorías que necesitamos para varios días. Supongamos que el menú –que seguramente no estará al alcance del bolsillo de todos- incluye entrada, plato principal y postre. Basta con consumir un vitel toné para sumar 930 calorías. El siguiente plato sería lechón, con 750 calorías, sin contar el pan y algún que otro aderezo. Y una cena siempre tiene que ir acompañada de una buena bebida. Un vaso de cerveza de 200 centímetros cúbicos representa 100 calorías, un vaso de vino del mismo tamaño 65 calorías y uno de champán la misma cantidad de calorías. Y todavía faltan el maní con chocolate, el budín de chocolate y el pan dulce con frutas: 25 gramos del primero suman 145 calorías, 60 gramos del segundo 252 calorías y 75 gramos del tercero 241 calorías. Todos estos alimentos suman 2.548 calorías en una sola noche.
Durante las Fiestas de fin de año, una persona que tiene tendencia a engordar puede aumentar de tres a cinco kilos tranquilamente, según reveló un informe del departamento de Promoción de la Salud y Control de Enfermedades No Transmisibles del ministerio de Salud de la Nación. Otro punto a tener en cuenta es el caso de las personas que padecen enfermedades crónicas, como diabetes, hipertensión o problemas cardíacos, entre otras. Para ellos las Fiestas suelen ser un riesgo, porque las transgresiones en la alimentación y la bebida generan mayores descompensaciones.
En estas líneas no se quiere imponer una regla de conducta ni algo que se deba cumplir, sino que el cierre de una etapa no signifique una bofetada a la salud, ese es el mensaje.