Edgardo Comar / De la Redacción de UNO
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Desde hace un tiempo los procederes de la Liga Paranaense de Fútbol (LPF) para con sus clubes afiliados dan lugar a un sin fin de comentarios, y no de admiración precisamente. A diario, a la Redacción de UNO llegan innumerables mensajes de disconformidad con las determinaciones que se toman desde las esferas superiores del ente madre del fútbol de la capital entrerriana.
El lema “Liga rica, clubes pobres” está más vigente que nunca. Los excesivos costos de organización que desencadena jugar un partido hacen que los clubes se vean en figuritas para poder estar al día en tesorería. Cumpliendo los mandatos del Consejo Federal en la LPF lo único que importa es recaudar. Las consecuencias que pueden sufrir los clubes adheridos interesa poco y nada.
Los ejemplos sobre lo narrado en el párrafo anterior sobran. Pero lo sucedido en el clásico Peñarol-Sportivo Urquiza, disputado el 5 de julio, sobrepasa cualquier límite cercano a lo normal. Como organizador del espectáculo, el Tricolor desembolsó a las arcas liguistas un total de 14.985 pesos. ¿Cuánto? Si casi 15.000 pesos en concepto de borderaux, porcentaje de entradas, fuerzas de seguridad y afiliación del fútbol infantil. ¿A qué mente con razonamiento lógico se le puede ocurrir que para custodiar y garantizar la seguridad de alrededor de 1.200 personas, todos hinchas del equipo local (los visitantes tuvieron vedado el ingreso) se necesitan 140 uniformados? Una incongruencia total. Un gasto innecesario para un club de barrio que hace muchos años viene haciendo bien las cosas para tratar de crecer.
En un partido que no es considerado de alto riesgo, la entidad que oficia de dueña de casa debe abonar entre 4.000 y 5.000 pesos imposibles de recaudar con las escasas concurrencias, que se ven aún más reducidas cuando se diagraman cotejos los días de semana y en horarios laborables.
Un método repudiable que se utiliza desde la Liga Paranaense para que las instituciones cumplan con las exigencias económicas es la extorsión. “Si no pagan los grandes tampoco juegan los chicos”.Sí, así como lo lee. Una ley que no está escrita, pero que se aplica. Otra determinación que desencadena solamente reproches. Es increíble e indignante lo que sucede y nadie toma cartas en el asunto para defender a las instituciones barriales que cumplen un rol social sumamente trascendente en la vida de muchos niños, adolescentes y adultos.
¿Como terminar con estas aplicaciones? Primero y principal, los presidentes y delegados de clubes son los que deben proponer un debate profundo en las reuniones semanales.
Los descontentos que susurran por lo bajo y llegan a los medios de comunicación, deben hacerse escuchar en la sede de Córdoba 53 de la ciudad de Paraná. Sacarse el miedo de sufrir represalias que pueden determinar un fracaso de deportivo.
Por un fútbol de mejor nivel. Por clubes más aliviados desde lo económico: ¡Basta de castigos!
Cómo castiga la Liga Paranaense a sus clubes
16 de julio 2015 · 06:30hs