Una tragedia, en 2003, ocurrió en las rutas entrerrianas, y luego de 18 años, los accidentes se siguen cobrando vidas, casi en forma diaria. ¿Era necesario semejante atrocidad para que se lleven a cabo las obras estipuladas? En la localidad de Los Conquistadores, en el Departamento Federación, colisionaron violentamente un ómnibus de transporte de pasajeros con un camión Fiat 150 con acoplado cargado con alrededor de 400 garrafas, el total de carga completa del vehículo. El fatal encuentro se produjo en la intersección de las rutas provincial 2 y nacional 127.
A 18 años de una noche iluminada por la tragedia
Por Alan Barbosa
En la madrugada del domingo chocaron y el saldo inicial fue 14 decesos, a los que se les sumaría una víctima fallecida en el Hospital. Las personas muertas en su totalidad viajaban en el colectivo. Pese a la rapidez con que llegaronlos bomberos de Federal y Chajarí, alrededor de 30 a 35 minutos, lo ideal era que una población lindante con dos arterias muy transitadas contara con la asistencia fundamental de socorristas.
Hoy, 2021, el pueblo sigue sin una asistencia local de bomberos y solamente cuenta con una ambulancia. Tras el choque, el ómnibus y el camión quedaron calzados en la cuneta. El impacto produjo que el micro se incendiara y las garrafas empezaran a reventar y a volar hacia el interior del pueblo, como así también a los costados del accidente. Testigos del pueblo comentaron que se escucharon no menos de 50 detonaciones poderosas, pero a la vez las llamas y el espantoso humo, colorido y luminoso de la tragedia, se apreciaba a varios kilómetros de Los Conquistadores. El incendio consumió a los pocos minutos la estructura liviana de la carrocería del coche perteneciente a la empresa de Buenos Aires, José María Ptak. Los pasajeros debieron lidiar entre la desesperación y las llamas para tratar de no quedar atrapados en la trampa mortal. Salvaron milagrosamente la vida 43 personas, mientras que 14 fallecieron calcinadas, más otra víctima en el hospital que llevó el número de decesos a 15.
En el cruce no se percibió ningún tipo de frenada de los vehículos, y en honor a la verdad el camino estaba en óptimas condiciones y sin malezas... Pero faltaban las líneas demarcatorias de la ruta, tanto de los bordes externos como las internas blancas y amarillas, una correcta iluminación en el cruce, señalización acorde al fluido tránsito y, por sobre todo, una rotonda, lomos de burros o semáforos que permitieran disminuir la velocidad y evitar desgracias.
En ese momento, de noche la zona se convertía en una boca de lobo y, lamentablemente, se esperó a que pasara lo peor para comenzar con dichas obras estipuladas. El rodado de Paraná, conducido por Lucas Herrleing de 30 años, transitaba por la ruta 2 de este a oeste, mientras que el restante vehículo de pasajeros lo hacía de sur a norte. Los heridos fueron trasladados a nosocomios de Chajarí y Federal. El viaje a Misiones lo realizaban dos micros de pasajeros, con ciudadanos de San Nicolás, Rosario y una persona oriunda de Paraná. El 27 de octubre de 2003 colapsó la Policía, el sistema de seguridad, de salud y de comunicaciones.
Las víctimas
De las 15 víctimas, 13 habían partido de San Nicolás y Rosario, mientras que las dos restantes subieron en Paraná. Las personas fallecidas: Adriana Encima, Enzo Quinteros, Andrea Olivera, Marisa Bertone, Néstor Colombo, Guido Gobbo, María Luisa Quanti, María Morante, Maite Garay (Paraná), Lorena Garay, Manuel Arrupé, Nélida Decoff, Germán Cocca (coordinador), Alcides Marcheti (chofer), Sixto Peón (chofer) En ese momento, los cuerpos prácticamente calcinados fueron derivados a la morgue judicial de Concordia, donde se aguardó la posterior visita de familiares para reconocer los cuerpos.
Parte judicial
Tuvieron que pasar 26 meses desde el día del accidente para que condenaran a dos empresarios y un funcionario por el trágico accidente. La sentencia recayó en quienes habían cobrado para iluminar el cruce de rutas y no lo hicieron. El 17 de diciembre de 2005, la Justicia entrerriana encontró a los primeros culpables de la tragedia.
Condenó a la pena de dos años y seis meses de prisión condicional como autores materiales y responsables por el delito de fraude a la administración pública a los empresarios Juan José Luna y Antonio Alalí y al funcionario Luis Goy a la pena de tres años de prisión condicional e inhabilitación especial perpetua para ejercer cargos públicos.
Una obra sin hacer
Juan José Luna era el titular de la firma Hidrolex, que tenía que hacer las obras de iluminación en el trágico cruce de rutas, para lo cual había cobrado –según se estableció en el juicio– un subsidio por 32.000 pesos, a pesar de lo cual el trabajo no se concretó.
En tanto, Antonio Alalí habría actuado como administrador financiero de la empresa y Luis Goy era en ese momento vocal del Instituto Autárquico Provincial de la Vivienda (IAPV) de Entre Ríos.
En los considerandos de la sentencia se afirmó que la prueba reseñada debidamente confrontada era más que suficiente para considerar que el hecho ilícito, que formaba el objeto del proceso, estaba acreditado en su existencia y que los imputados debían responder por ello. Como coautores Luna y Goy; y en calidad de partícipe necesario Alalí.
UNO dialogó con Luis Garay, hermano de la única entrerriana que había emprendido viaje en el colectivo con destino a las Cataratas: “El 26 de octubre como a las 20 horas me despedí de mi hermana (Maite Garay) porque ella se iba a las cataratas con su pareja desde Paraná. Recuerdo que la llevé a la Terminal, que en ese momento estaba en 5 esquinas. Fui a dormir y al otro día la noticia del accidente era tema central en todas las radios. Lo primero que hice fue intentar comunicarme con ella, pero me daba el buzón de mensaje.
En ese momento, comencé a desesperarme, hablé con mi esposa y un amigo para conseguir algún contacto cercano al accidente. Hay que recordar que en 2003 no existían las redes sociales, no había WhatsApp”, comentó. Con la poca información que manejaban, la familia Garay decidió comenzar el viaje rumbo al lugar del accidente con la esperanza de que su hermana hubiera ido en el otro colectivo, o sea, una de las sobrevivientes del fatal choque: “Tomamos la determinación de viajar como a las 7.15 de la mañana. Fuimos cinco en el auto, mis padres, un amigo, mi esposa y yo. En el medio del viaje nos enteramos de que mi hermana estaba en lista de desaparecidos aunque no se la daba por muerta. Antes de llegar a Los Conquistadores hicimos un parate en Federal para consultar por las personas que llegaron al hospital derivados del accidente. Eran 14 y ninguna de ellas mi hermana”, aseguró. “Llegamos al lugar del accidente y nos encontramos con una situación tremenda, los bomberos todavía estaban trabajando. Había humo por todos lados y el colectivo a un costado de la ruta hecho pedazos. Todo quemado”, comentó Luis Garay.
“El cuerpo de mi hermana era prácticamente cenizas. Pudimos reconocerlo gracias a la dentadura”
“Tengo presente mucha gente trabajando y poniendo bolsas de consorcio con lo que quedaba de los cuerpos en un camión con acoplado para llevar esos cuerpos a la morgue. En ese momento entré en pánico. Esas imágenes del accidente eran devastadoras. Recuerdo a mis padres llorar, juntos y siendo contenidos por un sacerdote. A pesar de eso, la esperanza de la familia era encontrarlos con vida en el hospital de Chajarí”, agregó con la voz quebrantada. Luis Garay se pregunta, 18 años después, qué pasó esa noche: “Era una noche sin neblina, con mucha visibilidad y dos choferes profesionales ¿Qué pasó que los choferes no se vieron?”. “Al no encontrar el cuerpo en el accidente tomamos la decisión de irnos a Chajarí, en donde había alrededor de 35 personas internadas. Recuerdo que una de las sobrevivientes me dijo en el hospital que se acuerda de mi hermana. La vio subir en Paraná y, por cosas del destino, se cambiaron de asiento y mi hermana con su novio se ubicaron en el medio. A eso le agregó que fue una de las que primero se durmió, cosa que pudo ser cierta porque el día previo al viaje Maite estuvo jugando al hockey”, comentó, y agregó: “Me quiero quedar con la idea de que mi hermana estaba durmiendo y que falleció en el momento del impacto y no sufrió”. “Al no encontrarla en Chajarí, con mi señora decidimos viajar a Concordia, lugar en donde se ubicaba la morgue. La propuesta del juez era no entregar los cuerpos sin antes hacer un respectivo proceso de ADN, pero nosotros insistimos y pudimos reconocer el cuerpo gracias a mi mujer, que es odontóloga y atendía a Maite, entonces conocía los trabajos realizados en su dentadura. El cuerpo era prácticamente cenizas y lo único que no se quema son los dientes, gracias a eso reconocimos a mi hermana”. “Lo que nosotros queríamos era que nos entregaran el cuerpo para poder despedirlo en Paraná”, finalizó Luis Garay, que relató en primera persona lo que vivió el 27 de octubre de 2003.
Periodistas que cubrieron la noche del accidente
“En la noche del accidente, 15 minutos antes de cerrar la transmisión de Radio Chajarí, recibimos un llamado sobre un accidente importante en Los Conquistadores. Cargamos grabadora de voz, una cámara y partimos hacia el oeste”, dijeron a UNO los periodistas Oscar Arnau y César Gismondi.
“Emprendimos viaje sin saber de qué se trataba y, a unos 50 kilómetros, se oían bombas y fuegos de artificio. Al llegar, faltando seis kilómetros, logramos divisar garrafas dispersas sobre el costado de la ruta”, agregaron los periodistas. “Llegamos hasta el cruce de la ruta esquivando las garrafas y logramos captar las primeras imágenes, con el colectivo todavía en llamas. La verdad que esa noche fue caos total, con personas siendo atendidas al costado de la ruta, esperando poder ser derivadas tanto al hospital de Chajarí, como así también al nosocomio de Federal”.
“Esa noche participaron bomberos de Chajarí, de San Jaime de la Frontera, vecinos de Los Conquistadores y ambulancias de Chajarí y de Federal”, comentaron.
“Fue una experiencia que nos quedará grabada por el resto de nuestras vidas. Ver personas que lamentablemente perdieron a su pareja, sus hijos o amigos fue realmente lamentable”, finalizaron los periodistas de Chajarí, quienes la madrugada del 27 de octubre de 2003 fueron testigos de un accidente que sigue latente para los ciudadanos de Los Conquistadores, como así también para las familias de las víctimas, la mayoría de ellos provenientes de San Nicolás y Rosario, más la pareja que había emprendido viaje desde Paraná con destino a una excursión en las Cataratas del Iguazú.
Faltaban las líneas demarcatorias de la ruta, una correcta iluminación en el cruce, señalización acorde al fluido tránsito, semáforos y, por sobre todo, una rotonda. Hoy, 18 años después, ¿el accidente podría haber sido evitado? Una pregunta que nunca tendrá respuesta.