Volver a los 17
Hoy por Hoy. Opinión.
9 de enero 2016 · 08:58hs
Gerardo Iglesias/De la Redacción de UNO
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Duelen estos tiempos en el país.
Tiempos ya vividos muchas veces, que los tornan más dolorosos, más desesperantes. Triste fin de 2015 e inicio de 2016 para miles de trabajadores que vienen perdiendo sus laburos en distintos lugares, como una nube negra que parece abarcar a todos y todas, desplegándose poco a poco a lo largo del territorio.
Anuncios de despidos realizados con una liviandad asombrosa, que ya no roza el desprecio, sino que se lo hace con él. Ñoquis, contratados y el nuevo sinónimo del diablo que se instaló en la argentina “camporistas”. Así destratan a miles de compatriotas los funcionarios elegidos democráticamente en octubre.
Ni siquiera se han detenido a pensar en la angustia que viven esos trabajadores y sus familias, son tratados como meros números. 200 acá, 700 allá, 2.000 más allá, como si se tratara de sumas y restas, de ecuaciones frías, sin nada de humanidad.
Es inadmisible que gente dedicada a la limpieza del centro cultural Kirchner, con una probada necesidad de trabajar como otros tantos millones de compatriotas, deban ser despedidos por su filiación política.
Leer de la propia vicepresidenta su expresión fría, que fueron pasados a planta permanente el año pasado, como si eso fuera delito, dando a entender que fueron ñoquis asegurados. Acusación que suena a mea culpa por sus permanentes faltas a las sesiones del Congreso, cuando era senadora. O del intendente de Quilmes, cocinero él, dejando en la calle a cerca de 1.000 empleados al tiempo que se aumenta su sueldo, es triste.
El 2016 lleva solo siete días, que han sido vividos con angustia por miles de argentinos.
Y parece no parar, al menos que Senadores y Diputados retornen de una buena vez a sus labores y defiendan a los trabajadores, que parecen estar más solos que nunca. Solos de ellos, porque sus pares, sus colegas, se han organizado en intentos de frenar semejante sangría de empleos y laburos cesantes. He vivido en mi vida dos crisis intensas, sangrientas, dolorosas, con pérdidas de vidas inocentes que defendían sus derechos, nada más que eso. Crisis que nos llevaron muchos de los que hoy están en el Gobierno, en medio de un festival de decretos, anticonstitucionales por donde se los mire. Van siete días. Ojalá no repitamos las historias que ya vivimos.