Mi anhelo para este año es que los aumentos de sueldos de los trabajadores, activos y pasivos superen a la inflación y que el gobierno nacional arranque de una vez. Igual mi deseo ya arrancó con el pie izquierdo, ya que solo en San Luis unas 500 personas se quedaron sin trabajo por el cierre de cuatro empresas que han sido perjudicadas, según dicen sus dueños, por la apertura de las importaciones. Desde el 2 de enero las noticias no son las mejores. Ese día el Gobierno eliminó la devolución del 5% del IVA para las compras con tarjeta de débito. Este beneficio era para compras de hasta 1.000 pesos, y si bien uno no se hacía de un dineral, siempre es bueno recibir unos pesos. La medida había sido adoptada a fines de 2001 para estimular la bancarización. Ahora todo vuelve para atrás y beneficia a aquellos que mueven plata en negro, y obviamente a los bancos. Otra pálida la comenzamos a padecer ayer con el fin de las retenciones a las petroleras y el primero de los cuatro aumentos que tendrán los combustibles este año. Después de 15 años, se suspendió el cobro de derechos a la exportación de crudo, pero igual nos sacuden el bolsillo. El problema de los combustibles es que el incremento en su precio repercute en todo. Por ejemplo: el transportista que trae la yerba de Misiones le cobra más al empresario y este traslada el precio al producto. O sea, que tengas o no vehículo, igual pagás más.
Un 2017 que no arrancó con buenas noticias
13 de enero 2017 · 11:40hs
Cada vez que el ministro de Energía, Juan José Aranguren,aparece en televisión se me hace un nudo en la garganta, ya que siempre anuncia aumentos y beneficios para los grandes sectores económicos que el anterior gobierno también benefició.
Enero arrancó recargado, ya que la boletas de luz vendrán bien altas como las temperaturas que padecemos por estos días en Entre Ríos. Pero a esos incrementos hay que sumarlos a los que se vienen: colegios privados, la canasta con útiles escolares, impuestos Inmobiliario y Automotor, medicina prepaga, entre otras cosas. Mientras tanto, la mayoría de los dirigentes sindicales parecen estar viviendo en otro país, o bien están de acuerdo con esta política.