Vanesa Erbes/ De la Redacción de UNO
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Hoy se conmemora el Día Mundial del Ambiente y esta fecha puede servir para reflexionar sobre las acciones que cada uno es capaz de llevar adelante para contribuir con la multiplicación de propuestas más saludables para el planeta.
Si bien se trata de una problemática a nivel macro, donde el compromiso del Estado debe ser inalienable, desde los actos cotidianos cada ciudadano puede hacer un aporte que sume a este propósito. En este sentido, la separación de residuos es un acto simple que cada uno puede realizar desde su ámbito hogareño y que impacta notablemente los resultados del proceso final del reciclaje.
Desde diciembre funciona en Paraná la planta de tratamiento y clasificación de residuos sólidos “Manuel Belgrano” y ya se está obteniendo una producción importante que se puede comercializar, generando a su vez mayores oportunidades para quienes trabajan en este espacio.
En la actualidad, a partir de un trabajo interdisciplinario que abarca diferentes aristas, se está llevando adelante una tarea de concientización para que todos los vecinos de la capital provincial podamos incorporar en nuestras viviendas este hábito, colocando en bolsa separadas el material orgánico y el inorgánico.
Esta medida es sin dudas una de las que llevará más tiempo integrar a nuestra rutina diaria. Se trata de un cambio cultural que compete sobre todo a la voluntad de quien con un detalle tan simple puede hacer un aporte valioso para quienes se encargan de separar las toneladas de basura que se producen a diario en un mundo donde impera lo descartable.
En las redes sociales y el bullir de los diálogos cotidianos se escuchan a menudo planteos que resisten a una lógica que contempla a los valores solidarios como premisa de una sociedad mejor. “¿Cuánto me van a pagar a mi por separar la basura?” o “¿Por qué los vecinos debemos hacernos cargos de una inversión semejante que beneficia a unos pocos?”, son cuestionamientos que pueden leerse en las redes sociales.
Lo cierto es que el problema de la basura incumbe al total del colectivo social. Y hay que destacar que se realicen acciones para poder ofrecer un tratamiento a los deshechos de todos los paranaenses, que somos quienes generamos a diario toneladas de desperdicios.
Sin embargo, creo que lo que más debe resaltarse es que a través de este proceso se le otorga la posibilidad de una vida más digna a quienes históricamente vivieron postergados en la zona del Volcadero, revolviendo entre los desperdicios ajenos para encontrar algo –muchas veces vencido, sucio o en mal estado– que resuelva el hambre diaria o al menos sirva para engañar las necesidades del estómago.
Ellos han vivido de la basura, pero no son basura. Brindarles a quienes nacieron o llegaron a un contexto tan adverso la oportunidad de un proyecto sobre el cual erigir un futuro más justo es un compromiso en el que debemos participar todos, solidariamente.
No nos cuesta nada intentar ser más humanos cada día y podemos comenzar hoy mismo.
Separar la basura también es un acto solidario
5 de junio 2015 · 09:05hs